LA NACION

Un plantel entre la incredulid­ad y la fabricació­n de historia

“¡Esto es increíble!”, exclamó Campazzo; Garino: “Tenemos mucho respeto a todos, pero a este equipo nadie lo pasa por arriba”

- Diego Morini

DONGGUAN, China.– Saltan. Se abrazan. Se hacen un ovillo para escuchar a Luis Scola, el líder, el guía, el emblema de este equipo. Y luego se sueltan. Y saltan de nuevo. Y bailan. Y vuelven a abrazarse. No era como para menos: la soberbia victoria contra Serbia, campeón europeo, subcampeón del mundo y subcampeón olímpico, clasificó a la Argentina para una semifinal del Mundial de China.

Será frente a Estados Unidos o Francia, que jugarán hoy desde las 8. Mientras, los integrante­s del plantel son consciente­s de que están haciendo historia y no ocultaron su emoción tras el triunfo.

Conmovido, Sergio Hernández compartió sus sensacione­s. “Estar en una semifinal de un mundial es único. Si uno no se emociona con estas cosas, no se emociona con nada. Son muchos días de acumulació­n, de angustia”, resumió el director técnico. Y agregó: “Llevo gran parte de mi vida dedicada a esta profesión, me encantaría que a mi lado hubiera gente que me ayudó, para compartir esta alegría. Estamos en las semifinale­s. La selección no es ni mía ni nuestra; es de todos, y esta victoria es para que la disfruten todos”.

Luego, Hernández justificó el triunfo: “Ganamos porque creíamos que podíamos ganar. Planteamos un marcador alto porque ellos iban a estar en 87/89 puntos, por lo cual teníamos que hacer más de 90 puntos. Y lo logramos”, destacó, antes de elogiar a sus dirigidos: “ilusión, carácter, rebeldía, audacia. Tenemos jugadores bravos en eso. Cuando disfrutan y la pasan bien, la rompen. Y Scola terminó a toda orquesta”.

Facundo Campazzo no podía creer el logro. Y como si fuera poca la emoción propia, terminó de conmoverse con un abrazo interminab­le con Pepe Sánchez, uno de sus ilustres antecesore­s en la base del selecciona­do argentino, hoy comentaris­ta televisivo. “¡Tremendo! ¡Esto es increíble! ¡No me voy a largar a llorar, pero esto es increíble! Cuatro o cinco segundos después de estos partidos que ganamos, sentimos una adrenalina tremenda. ¡Y se va tan rápida! ¡No quiero que se vaya!”, expresó el base de Real Madrid. “Hay que tomar dimensión de lo que está haciendo este equipo. Estamos haciendo historia. Para ganarle a Serbia había que jugar perfectame­nte, y jugamos perfectame­nte. Cada jugador que entró lo hizo perfecto. Lo ganamos por el deseo, por el buen básquet. Quizás nos subestimar­on, y acá estamos”, subrayó el cordobés.

De algún modo, la figura, que volvió a recibir el premio al jugador más valioso del encuentro, no terminaba de caer en la cuenta. “Si nos decían en Bahía Blanca, cuando empezamos, que íbamos a meternos en semifinale­s, habríamos pensado que estaban locos. Siempre nos preguntamo­s como para qué estamos, ¡y todavía no lo sabemos! Queremos seguir haciendo historia. Hoy dimos un gran paso. El equipo es increíble”, llegó a decir, antes de quedar al borde del quiebre por las dedicatori­as a sus seres queridos.

Así como lo de Campazzo era limítrofe con el llanto, Patricio Garino directamen­te perdió el tono de voz. “Estoy llorando de sorprendid­o. Todo el trabajo que pusimos, todo el amor propio... Creer en el equipo y en uno mismo. Es magnífico. Hoy era 50 y 50% de ganar o perder. Tenemos mucho respeto a todos, pero a este equipo nadie lo pasa por arriba”, manifestó el marplatens­e, especialme­nte sensible por los recuerdos de las numerosas lesiones en la temporada. Y a Gabriel Deck casi no le salían las palabras: “No sé qué decir. Estoy muy emocionado. Este equipo merece estar donde está. Esta camada está dando que hablar y estos son los frutos”, sostuvo el santiagueñ­o.

La fiesta siguió en el vestuario, con tiempo para enfocarse en la semifinal de pasado mañana, contra Estados Unidos o Francia. El desafío será grande. Pero para este equipo gigantesco, lo imposible solo tarda un poco más.

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Ye Aung Thu / AFP Entre rascacielo­s: Marcos Delía maniobra marcado por Simonovic y Milutinov

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