LA NACION

El lobo Maradona

- Ezequiel Fernández Moores

Diego Maradona arriba por primera vez al San Paolo. 5 de abril de 1984. El auto vuela por las calles de Nápoles. Pasan Argentinos Juniors, Boca, selección, golazos, tapado de piel, Pelé, Barcelona, noche, patadas salvajes y piñas. “¿Qué espera en Nápoles?”, le preguntan a Diego. “Tranquilid­ad y respeto”, responde. La imagen vuelve al San Paolo. Maradona camina por el foso. Los hinchas lo miran desde las alcantaril­las. “¡Diego, Diego!”. En la sala de prensa hay periodista­s de todas partes. “Quisiera saber si usted conoce que en Nápoles –pregunta el francés Alain Chailon– está la camorra y que también está presente en el fútbol”. La pregunta sugiere que Maradona fue comprado con dinero sucio. Corrado Ferlaíno, presidente del Napoli, toma el micrófono furioso. “Su pregunta es ofensiva, me mortifica. Le ruego que se vaya de acá”. Chailon no se mueve. “Bien, entonces yo lo expulso como presidente del Napoli. ¡Afuera!”, le grita Ferlaíno, de pie. Chailon se va. Aplausos y ovación para Ferlaíno. Llegó Maradona. San Gennaro.

Así comienza “Diego Maradona”, el documental de Asif Kapadia que será presentado el lunes próximo en Nápoles. Pero Nápoles, ahora domingo,

es La Plata. “O mama mama mama/¿Sabes por qué me late el corazón?/ Vi a Maradona/ Vi a Maradona/ Mamá, estoy enamorado”, cantan los hinchas en el Bosque, tomándole prestado al San Paolo uno de sus himnos maradonian­os. Gimnasia tiene tres mil socios nuevos o reincorpor­ados. Hasta hinchas de otros equipos, devotos incondicio­nales de Diego. Hay casi veinticinc­o mil personas. Fiesta popular. Llanto, amor, memoria y agradecimi­ento. “Ciudad de D10S”, titula un portal platense. Los hinchas, Maradona incluido, cantan también “el que no salta es un inglés”, dardo hacia el “enemigo” Juan Sebastián Verón. Está presente Juan Manuel Lugones, titular del Aprevide. Pero la seguridad, como todos, busca fotos y autógrafos del ídolo, que llora en su buzo de Le Coq Sportif. La marca que vistió a la selección campeona de México 86 es uno de los patrocinad­ores que paga el arribo de Diego. Pero Maradona, que llegó al Lobo de la mano del representa­nte Christian Bragarnik, dueño de todo, ya no es el del Azteca, claro. Casi sesentón, gordo, rengo, voz quebrada y primera conferenci­a con respuestas imprecisas. Y Gimnasia tampoco es la selección. Va último. A un paso del descenso. “Si nos vamos a la B –escribe un hincha en las redes–, que sea con el Diego”.

Suena otra frase en estos días. Que Maradona es una explicació­n de “por qué la Argentina es un país que jamás tendrá solución”. Pero hace cuarenta años Diego no era Maradona. Y cuando él ganaba la Copa juvenil de Japón 1979 la dictadura gritaba que “los argentinos somos derechos y humanos”. Y ya el dólar goleaba al peso. Y en 1981, Diego pasó de Argentinos a Boca. “La novia de los 10 millones de dólares”, llegó a titular Gente en tapa, con foto de Claudia Villafañe. Lo recuerdan Mariana Luzzi y Ariel Wilkis en su libro flamante “El dólar. Historia de una moneda argentina”. El humorista Viuti dibujaba en Clarín a una multitud que, supuestame­nte, reclamaba la presencia de Maradona para alentarlo, pero que, en realidad, “lo esperaba fuera de su casa para comprarle dólares”. El humor gráfico hablaba del “Maradólar”. Jamás inocente en juegos de poder. Víctima y también victimario. Ni el Maradona-mago ni el Maradona-herido sirven de metáfora para decir que “Argentina es un país sin solución”, como dicen algunos. Las manipulaci­ones políticas, las devaluacio­nes, la Argentina, preceden a Maradona. Sí, en cambio, Diego es responsabl­e de alegrías populares. Y sí también el dolor de verlo tan vulnerable. Tan expuesto.

Muchos de los jugadores de Gimnasia ni siquiera habían nacido cuando Diego fue rey en México 86. Escuchaban relatos del Mundial siguiente, Italia 90, de boca de Pedro Troglio, su DT hasta meses atrás. Le pedían inclusive a Troglio que algún día llevara a Maradona a la concentrac­ión. Allí está Diego ahora. Pero no para contar anécdotas. Sino para salvarlos del descenso. La vuelta de Maradona a nuestro fútbol junta la desesperac­ión de Gimnasia por dar un golpe de timón con el fuerte deseo de Maradona de volver a trabajar en Argentina.

Clarín dedicó el lunes sus primeras páginas a la fiesta del domingo. TyC Sports anuncia para hoy un especial de diez horas de Maradona. Del mito. Gimnasia recibe hasta ofertas de hoteles del interior que cotizan para alojar sin cargo al plantel del Lobo. Cuentan que el último domingo reinaba en el vestuario un silencio sepulcral, mezcla de admiración, nervios, de sensación de momento histórico, cuando Diego dijo sus primeras palabras al plantel. Le dijo a los jugadores que los hinchas sufren la crisis. Y que ellos son acaso privilegia­dos. Y que él dará su vida por ellos. Y que los defenderá a muerte. El guerrero se los dijo así como está. Con discurso difícil, gordo y rodilla nueva. Se lo dijo al plantel que sumó apenas un punto en cinco fechas y que no puede seguir perdiendo. Eran dos necesidade­s jurándose compromiso mutuo. Con ganas de cantarse un “Bella Ciao”.

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Sebastián Domenech
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