el activismo en tiempos de redes sociales
Con 25 años y más de 470.000 seguidores en Instagram, Connie Isla se convirtió en una de las referentes del activismo argentino. “A mí no me gusta mucho salir con el dedo acusador, pero también entiendo que no estamos en un momento en el que podemos darnos el lujo de utilizar eufemismos o ir en puntitas de pie”, dijo en diálogo con José Del Rio, secretario general de Redacción de la nacion.
Sobre su forma de comunicar, destacó que ella no deja de decir lo que piensa, pero, también entiende que vivimos en una sociedad en la que culturalmente, tradicionalmente, fuimos criados de cierta forma. “Yo consumía carne, usaba plástico todos los días y si me daban una pajita o un sorbete en un restaurante lo usaba. Así que entiendo que haya personas que lo sigan haciendo, porque es lo impuesto, lo natural. Mi activismo trato de hacerlo desde un lugar del no juzgar”, explicó.
Isla es cantante, actriz, vegana y activista. Todas condiciones en las que fue madurando con el paso de los años. “Soy vegana hace dos años y fui vegetariana durante ocho años, pero la verdad es que el vegetarianismo no me llevó a cuestionarme muchas cosas. Pero, cuando me hice vegana, lo describo como un despertar; mucha gente que se hizo vegana dice lo mismo. Parece medio secta, pero la realidad es que no es así”, explicó, y continuó: “A mucha gente le pasa, cuando se hacen veganos se cuestionan cosas no solo relacionadas al activismo animal, sino a todo lo que es sustentabilidad, ambiente, activismo social y un montón de cuestiones”.
En esa línea, Isla redujo su consumo de plásticos al mínimo. “Te empezás a cuestionar cosas sobre el medio ambiente y la sustentabilidad: qué tengo puesto, quién lo hizo, cómo, cuánto va a tardar en biodegradarse una botella... y así fue que dejé de usar bolsas de plástico, hice cambios en mi cosmética e higiene femenina”, describió. Por ejemplo, hoy fabrica su propia pasta de dientes con aceite de coco virgen y aceite esencial de menta. También la intercala con una pasta de arcilla. “Son cambios que al principio parecen una locura y complicadísimos, pero la realidad es que, cuando los empezás a llevar a cabo, no lo son”, destacó.
Igualmente, reconoció que no es algo que se hace “todo de una”, sino que se trata de un proceso de meses. Incluso muchas veces resulta imposible evitar el uso de plásticos. “Por ejemplo, el papel higiénico solo se comercializa envuelto en plástico, ahí no hay opciones. Como consumidores hay que exigir que las cosas cambien. Son cambios paulatinos pero no por eso hay que desestimarlos, es la demanda o la no demanda la que va a indicar a los productores por dónde queremos ir”, cerró.