LA NACION

Europa quería que Londres se quedara; ahora, ruega que se vaya

Muchos creen que el dramático proceso se convirtió en una farsa y, en un cambio de opinión, solo desean dar por concluido el divorcio y pasar a otra etapa

- Michael Birnbaum ThE WAShINGTON POST

BRUSELAS.– Antes, los europeos más nostálgico­s ansiaban que los británicos dieran marcha atrás con el Brexit y dejaran sin efecto su divorcio de la Unión Europea (UE) haciendo borrón y cuenta nueva.

Mientras los meses de negociació­n por la salida de Gran Bretaña se convertían en años, los anglófilos más fieles de Europa fantaseaba­n con un segundo referéndum que replantear­a y perdonara todo lo sucedido. Siguieron de cerca los altibajos de los liberales demócratas, el partido más abiertamen­te proeuropeo. Y celebraron que la aplastante mayoría de los militantes del Partido Laborista apoyara un segundo referéndum en el congreso anual del partido realizado en septiembre del año pasado.

Pero como este año el drama del Brexit se convirtió en farsa, con la primera ministra Theresa May y su sucesor Boris Johnson teniendo que enfrentar reveses históricos en el Parlamento, algunos de los que en cierto momento deseaban un cambio de opinión ahora solo quieren dar por concluido el divorcio y pasar a otra cosa.

Si Johnson lo solicita –tal como se lo exige una nueva ley aprobada por el Parlamento británico–, es casi seguro que los líderes europeos le concederán una postergaci­ón del Brexit más allá del 31 de octubre. A los europeos no les genera ningún entusiasmo la perspectiv­a de un Brexit duro y abrupto, desestabil­izador en términos económicos, y sin un entendimie­nto para gestionar la salida de Gran Bretaña y facilitar la transición hacia los nuevos términos comerciale­s.

Pero al mismo tiempo los negociador­es europeos están ansiosos por acompañar a los británicos hasta la puerta de salida. A los legislador­es de Bruselas y de las capitales europeas les preocupa la incertidum­bre constante, y algunos dicen que Gran Bretaña está tan envenenada con los asuntos europeos que sería más destructiv­a dentro que fuera de la UE.

“Inmediatam­ente después del referéndum, entre los proeuropeo­s de las institucio­nes europeas existía el anhelo de que con el paso del tiempo pudiera darse marcha atrás con el Brexit”, dice Alain Lamassoure, un exmiembro francés del Parlamento Europeo, que luego de estar muchos años allí se jubiló en junio. “Pero después de tres años, después de esas cosas espantosas, ridículas y dramáticas que ocurrieron en la Cámara de los Comunes, hay una sensación muy compartida de que ya basta. Ahora es demasiado tarde, y sería mejor ponerle punto final a este drama”.

Lamassoure dice que su cambio de actitud ocurrió en enero, mientras veía a los legislador­es británicos rechazar el acuerdo de Theresa May. “Fue un golpe para todos nosotros, porque sobrestima­mos el espíritu y la fortaleza del sistema parlamenta­rio británico”, dice Lamassoure.

Mientras no deje formalment­e la UE, Gran Bretaña mantiene el derecho de cancelar la notificaci­ón de divorcio. Legalmente, las relaciones volverían al statu quo. Así que a algunos legislador­es europeos les gusta imaginar el resultado que alguna vez soñaron: un segundo referéndum que retrotraig­a el curso del Brexit.

Pero lo que ven les genera cada vez más dolores de cabeza. Fracturada por el Brexit, y aunque los votantes finalmente decidan permanecer en la UE, Gran Bretaña está profundame­nte dividida. Si se organizara un nuevo referéndum, las encuestas sugieren que sería improbable que se conformara una mayoría de peso a favor de la salida o la permanenci­a. Comoen2016,cuandolosp­artidarios del Brexit ganaron por un margen estrecho con el 52% de los votos, es probable que cualquier nueva votación arroje un resultado ajustado.

Eso significar­ía que si Gran Bretaseria­mente ña decidiera permanecer en la UE, contaría con un poderoso lobby antiUE deseoso de derribar a cualquier nuevo líder que juegue un rol constructi­vo o conciliato­rio en la toma de decisiones a nivel europeo, señalan quienes no quieren que vuelvan los británicos.

“Tendríamos a un nuevo premier británico en Bruselas explicándo­nos que es una victoria para nosotros, ‘una victoria para Gran Bretaña y la UE, pero la mitad de mi pueblo es bastantere­nuenteacon­tinuarsien­do miembro, así que necesitamo­s más cláusulas de exclusión voluntaria’”, o formas de evitar las reglas de la UE, dice Lamassoure. Eso llevaría a otros países a presentar sus propias cláusulas de exclusión voluntaria, debilitand­o la integridad de la UE.

Una marcha atrás del Brexit “conlleva la posibilida­d de impedir muy la toma de decisiones”, dice Fabian Zuleeg, director del Centro de Políticas Europeas, un comité de expertos con base en Bruselas. “Ya no es una propuesta atractiva. El Reino Unido quemó muchísimos puentes”.

Si bien la confianza de los europeos en Johnson se desvaneció rápidament­e, si llegara a perder su cargo, su reemplazan­te más probable sería el líder laborista Jeremy Corbyn, un militante de extrema izquierda que hace años que descree de la UE porque considera que favorece más a las corporacio­nes que a los pueblos.

Tampoco hay ninguna garantía de que un futuro líder no intente nuevamente salir de la UE, creando aún más incertidum­bre y caos.

“¿Qué confianza se puede tener en el Reino Unido?”, pregunta un diplomátic­o europeo que participa directamen­te en las negociacio­nes por el Brexit.

Mientras tanto, con las empresas europeas esforzándo­se por planificar un cambio en su modelo de negocios que podría ocurrir en cinco semanas, o en tres meses, o nunca, los costos de la planificac­ión aumentan, igual que la rabia de los europeos.

Las grandes empresas tienen equipos de trabajador­es que se encargan de lidiar con los problemas legales y logísticos que causará el Brexit, mientras que las más pequeñas están buscando la forma de obtener las licencias de exportació­n. Y los gobiernos están aumentando su personal para enfrentar la crisis fronteriza: Francia contratará 700 agentes de aduana nuevos, y los Países Bajos, 928.

Los legislador­es europeos hablan cada vez más de su deseo de patear el tablero, bancarse el dolor del Brexit y a otra cosa.

“La certeza de un deterioro puede ser mejor que la incertidum­bre constante sin perspectiv­as nuevas”, dijo el lunes la ministra de Comercio Exterior holandesa, Sigrid Kaag, al diario Financieel­e Dagblad.

La interminab­le incertidum­bre hizo que algunos diplomátic­os se alinearan, tardíament­e, con el escepticis­mo sobre una nueva postergaci­ón del Brexit manifestad­a por el presidente francés, Emmanuel Macron, durante una cumbre de emergencia en abril. Entonces, Macron prefería una postergaci­ón más corta que otros líderes, y arguyó que los legislador­es británicos estaban forzados a elegir entre el acuerdo de transición existente entre la UE y Gran Bretaña, y un Brexit caótico, sin acuerdo. Macron finalmente tuvo que ceder, y los europeos eligieron el 31 de octubre como fecha de salida.

En aquel entonces, a Macron le preocupaba que los problemas sin resolver del Brexit pudieran tener efectos nefastos en las elecciones de mayo para el Parlamento Europeo. Ahora que ese obstáculo quedó atrás, él y otros líderes europeos parecen dispuestos a ofrecer a Gran Bretaña otra postergaci­ón para celebrar unas probables elecciones generales en el Reino Unido.

 ?? Reuters ?? Johnson, en una visita a una escuela londinense
Reuters Johnson, en una visita a una escuela londinense

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina