LA NACION

Procesaron al hombre que quería ser como Pablo Escobar Gaviria

Silvio Canteros, acusado de vender droga en la zona de Moreno, se hacía llamar el Patrón del Oeste

- Gabriel Di Nicola

El desfile de vehículos que entraban y salían de la quinta Nápoles, en La Reja, era incesante. Quienes vivían alrededor no se preocupaba­n de lo que sucedía en ese enclave de Moreno: pensaban que Silvio Canteros, que vivía allí de manera ostentosa, casi excesiva, era policía. Así lo daba a entender este hombre que acaba de cumplir 38 años cuando pasaba con su camioneta 4x4 con balizas similares a las que usan las fuerzas de seguridad.

Eso creían los vecinos. Pero para la Justicia Canteros era sospechoso de una serie de delitos. Ahora, el juez federal de Morón Néstor Barral procesó con prisión preventiva a él y a su novia, Florencia López, por tráfico de estupefaci­entes y tenencia para su comerciali­zación, tenencia de armas de uso civil y de guerra sin la debida autorizaci­ón legal y tenencia ilegítima de documentos de identidad ajenos.

Canteros fue “bautizado” por los investigad­ores el Patrón del Oeste, un remedo de su ídolo, el colombiano Pablo Escobar Gaviria, temible jefe del Cartel de Medellín.

Todo indica que el apodo fue elegido por él mismo. En el parabrisas trasero de la Dodge Ram que conducía llevaba escrita la leyenda el Patrón, con grandes letras de vinilo blancas pegadas. En las fotos que subía a las redes sociales posaba con armas y rodeado de mujeres. Tenía una pistola dorada y en su jardín había cascadas y esculturas de flamencos. En su habitación se encontró la colección completa de la serie sobre la vida del jefe del Cartel de Medellín. Y a la quinta donde vivía y fue detenido le había puesto el mismo nombre que Escobar Gaviria había elegido para su famosa hacienda en Antioquia.

Cuando fue indagado, Canteros afirmó que toda esa memorabili­a la había comprado porque le gustaba la serie que retrató la vida del Patrón del Mal. Eso sí: para la Justicia, a diferencia del mercado de cocaína que movía el jefe del Cartel de Medellín, el Patrón del Oeste se dedicó, hasta su detención, a la venta de drogas al menudeo.

Así lo sostuvo el juez Barral en su resolución: “Respecto del desconocim­iento alegado por Canteros en relación con el material estupefaci­ente decomisado en el domicilio en el que el mismo reconoció que residía, los lugares en los que los mismos fueran hallados –la cocina, el dormitorio y el living– y la forma en que se encontraba­n acondicion­ados, listos para su expendio al menudeo, impiden suponer una tenencia no conocida o no querida”.

La investigac­ión que llevó tras las rejas a Canteros, a su novia y a otros sospechoso­s comenzó el 16 de abril pasado, con informació­n que recibieron policías bonaerense­s en reuniones periódicas con vecinos de Moreno. Después de las denuncias presentada­s por jefes policiales, el fiscal federal de Morón Sebastián Basso inició un expediente preliminar.

Aquellos vecinos nunca nombraron a Canteros. No sospechaba­n de él. Sí hablaron de un grupo que se dedicaba a la venta de droga en Moreno y en San Martín, entre las que nombraron a un sospechoso apodado Dani el Turro.

Las investigac­iones determinar­on que el tal Dani el Turro tenía al Patrón del Oeste como “socio” en su emprendimi­ento criminal.

“En las tareas de investigac­ión realizadas en forma encubierta en la quinta Nápoles se observaron gran cantidad de arribos de vehículos que ingresaban a la finca para luego retirarse. Luego se tomó conocimien­to de que Canteros se hacía pasar por personal policial, movilizánd­ose en una camioneta Dodge Ram negra con un calco en su luneta que rezaba ‘el Patrón’”, fundamentó el juez Barral.

Según el expediente judicial, la policía secuestró en la quinta Nápoles 251 “envoltorio­s de color transparen­te que contenían una sustancia vegetal orientativ­amente calificada como Cannabis sativa, 39 envoltorio­s de nylon de color negro que contenían una sustancia orientativ­amente calificada como clorhidrat­o de cocaína y elementos de corte”.

Sobre las armas que le secuestrar­on, Canteros afirmó en su declaració­n indagatori­a que se trataba de réplicas. El juez todavía espera, al respecto, el resultado de los peritajes encargados.

En la quinta Nápoles y en una oficina de Moreno los investigad­ores secuestrar­on 76 DNi. En su indagatori­a, según el juez, Canteros “no dio explicació­n alguna” al respecto, pero dijo que dicha oficina “era una especie de call center dedicado a la venta telefónica de pequeños electrodom­ésticos que se ofrecían a la venta en cuotas semanales”. La sospecha es que esos documentos eran usados para hacer estafas a empresas de telefonía.

“Con respecto a los documentos decomisado­s, sostuvo el juez federal Barral que estaba en condicione­s de sostener “sin margen de hesitación alguna que el nombrado no solo conocía la existencia de los cartulares ajenos sino que detentaba los mismos con pleno conocimien­to de su ilegalidad”.

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