LA NACION

La última casa de Sarmiento

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Domingo Faustino Sarmiento murió hace 131 años en Asunción del Paraguay, en una sencillísi­ma casa de madera que hoy subsiste, envejecida pero intacta.

En 1887, el expresiden­te argentino, apodado el Padre del Aula, se había trasladado a Asunción. Ya anciano y con su salud deteriorad­a por una sordera y una insuficien­cia cardiovasc­ular y bronquial, regresó a Buenos Aires, pero los médicos le recomendar­on evitar el frío invierno de esta ciudad, por lo que, a comienzos de 1888, volvió a la capital paraguaya junto a su hija Faustina y sus nietos.

El 11 de septiembre de ese año, a los 77 años, Sarmiento falleció en aquella casona asunceña. Diez días después, sus restos fueron inhumados en el cementerio porteño de la Recoleta. Frente a su tumba, Carlos Pellegrini señaló que el Gran Sanjuanino

representó “el cerebro más poderoso que haya producido América”.

La semana pasada se realizó en la casa de Asunción en la que Sarmiento pasó sus últimos días un encuentro que coronó una serie de reuniones dirigidas a que, entre paraguayos y argentinos, se pusiera en marcha el proyecto de restauraci­ón y puesta en valor de este lugar histórico.

Se trata de un proyecto binacional tendiente a restaurar el inmueble y a poner en valor el entorno, que incluye el edificio de la Biblioteca Nacional de Paraguay y el Gran Hotel del Paraguay, una zona de valor histórico, urbano y ambiental vecina a la embajada argentina.

De los encuentros tomaron parte, por nuestro país, el embajador en Paraguay, Héctor Lostri, y el jefe de cancillerí­a, Fernando Vallina Padró, junto a la presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, Teresa Anchorena. Por el gobierno paraguayo, participar­on el ministro de Cultura, Rubén Capdevila; la directora de Patrimonio, Natalia Antola, y el director de Museos, Félix Toranzos. Del último encuentro participar­on, además, la historiado­ra Nilda Ferreira, asesora del diputado nacional sanjuanino José Luis Gioja, y el vocal de la Comisión Nacional de Monumentos, Fabio Grementier­i.

Se trata de una feliz iniciativa y un justo homenaje. Una vez restaurada, la casa servirá no solo para recordar a Sarmiento, incluyendo la reproducci­ón exacta del dormitorio donde falleció. También se transforma­rá en un centro cultural para tratar y difundir temas relacionad­os con la educación y la proyección latinoamer­icana pensada por nuestro prócer para iluminar educando a todo el continente.

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