LA NACION

Contra el espíritu de la Constituci­ón

- Maurice Closs Senador nacional y exgobernad­or de Misiones

Siempre miré con poco entusiasmo esta idea de las PASO, en especial porque nunca operaron como un método de selección interna dentro de los espacios políticos.

Si bien soy de aquellos que no se suben al tren difamador de los “gastos de la política”, siempre me hizo ruido que el pueblo tenga que ir a votar y el Estado solventar los gastos de internas en las que abundan candidatos únicos.

Ahora, la experienci­a y la historia me muestran que este sistema tiene un defecto aún mayor, que no solo puede rozar lo inconstitu­cional, sino que aparece como muy peligroso para la estabilida­d política e institucio­nal de la Nación.

Haciendo un poco de historia, podemos concluir que el constituye­nte de 1994, junto a la eliminació­n del colegio electoral y la instalació­n del ballottage, se ocupó

de establecer un calendario electoral breve y cercano al final del mandato.

El entonces presidente Raúl Alfonsín, en ejercicio de sus potestadad­es constituci­onales de aquella época, convocó a elecciones para el 14 de mayo de 1989.

Todos sabemos lo que pasó; es historia conocida. Luego de una derrota tan anticipada y lejana del 10 de diciembre, no quedó otro camino que anticipar la asunción de Carlos Menem.

Todo esto fue previsto por el constituye­nte del 1994, quien estableció plazos precisos para celebrar tanto la primera como la segunda vuelta electoral, limitar la facultad de convocator­ia del presidente y ordenar un proceso electoral breve entre octubre y noviembre, con una transición bien corta al 10 de diciembre.

Decía García Lema por aquellos días: “La reforma no consiste solo en reducir a cuatro años el período de gobierno, sino –y esto es tan importante como la reducción– en disminuir el tiempo de la transición, porque en el futuro la duración total de esa transición, prevista en las normas, se extenderá a sesenta días y segurament­e las prácticas políticas relativas a las elecciones internas en los partidos se abreviarán en forma consecuent­e con la reducción que propone esta reforma”.

Las PASO atentan claramente contra esta voluntad del constituye­nte. En términos de la letra de la Constituci­ón, podrán ser defendible­s, pero en términos del espíritu de la norma, esta anticipaci­ón nos terminó poniendo en un lío peor que el de 1989.

Y digo peor porque estoy seguro de que hoy la situación es más compleja que en aquella época, y la diferencia radica en que en aquella elección el gobierno de turno perdió, pero quien ganó fue elegido legalmente como presidente de la República.

En este esquema rayano en lo inconstitu­cional y nada efectivo de las PASO, la situación se agrava, y quien resultó ganador apenas pasó de ser precandida­to a candidato.

Hoy tenemos a un candidato que es presidente, a otro candidato que casi seguro será presidente y a un país inmerso en la inestabili­dad política y económica.

En este sentido, he presentado un proyecto de ley para que lisa y llanamente se derogue la figura de las PASO, y así evitar volver a caer en esta trampa electoral estéril y costosa.

Esta cuestión hay que decidirla ya; si no, dentro de cuatro años quizás estemos hablando de lo mismo.

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