LA NACION

Por qué Campazzo no juega aún en la NBA

- Juan Manuel Trenado

Facundo Campazzo tiene la jerarquía para jugar en cualquier equipo del mundo. No necesitaba demostrarl­o en el Mundial China 2019. Ya en Río 2016 había hecho lo suficiente para ser considerad­o en el Top 3 de los bases del básquet FIBA. Desde entonces, sólo creció. Le agregó facetas a su juego y es cada día mejor. La pregunta más común por estos días es… ¿por qué no está en la NBA?

Hay, en la NBA, varios bases que no son tan buenos como él y tienen su lugar por el desarrollo natural de su formación en EE.UU. Campazzo era muy bueno en la Liga Nacional, pero eso no le daba a las franquicia­s norteameri­canas garantías para creer que podía hacer lo mismo en ese nivel. Estuvo en el radar, pero su juego irreverent­e no despertaba confianza. Tampoco su altura (1,78m).

Cuando Real Madrid lo contrató en 2014 para la Liga ACB, el estilo de Campazzo era el de un revulsivo, uno de esos jugadores que revolucion­an los partidos por su ritmo e intensidad. Tenía demasiada competenci­a con los bases de la selección española (Sergio Llull y Chacho Rodríguez). Los españoles aceptaron la apuesta de llevarse al diamante en bruto, pero enseguida lo cedieron a Murcia a préstamo.

En esos dos años terminó de formarse en un puesto muy específico. Mejoró su condición atlética, le sumó control a su juego, paciencia, sabiduría para tomar decisiones, respeto para no reaccionar ante fallos adversos. Mejoró su defensa (es el mejor del mundo en ese puesto), eliminó los vicios que lo metían en peleas con los rivales, acrecentó los porcentaje­s de triples, amplió su capacidad para multiplica­r sus acciones de fantasía sin ser irresponsa­ble. Disminuyó los riesgos y las pérdidas. Y no dejó en el camino nada de lo que ya tenía. Se convirtió en un base casi perfecto. Porque todo lo combina con una mentalidad ganadora implacable.

Cuando ese combo se completó, tenía 26 años y un buen contrato en Real Madrid. Ahora tiene 28 y renovó por 5 temporadas (con cláusulas de salida por si surge una oferta). No es un jugador barato ni de relleno para la NBA. Hay rumores que lo vinculan con Dallas, donde juega su excompañer­o Luka Doncic. Para dar el salto, debe conseguir una franquicia que esté dispuesta a pagar lo que vale y un entrenador que le garantice 20 minutos por partido en la adaptación. Aceptar otra cosa sería perder dinero y jerarquía, un retroceso en su carrera. Y para que se entienda: no está en un lugar menor. Juega en el mejor equipo del mundo FIBA, con un plantel que podría ser NBA.

Si lo dejaran, Campazzo jugaría en el equipo del mundo que él eligiera: Golden State, San Antonio, Toronto o Peñarol de Mar del Plata. Y en todos sería figura. Porque puede adaptarse a cualquier estilo. Su único límite es el que él se proponga. Después de lo que se ha visto, ya ningún entrenador o manager de la NBA debería volver a esgrimir el prejuicio de la altura. Hoy el problema pasa por encontrar espacio salarial y un lugar en un equipo para una de las principale­s figuras de Europa. Y eso no es fácil.

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