LA NACION

Fallo inédito por un secuestro

Un tribunal resolvió que los dos jefes del grupo criminal debían devolver el monto del rescate

- Leonardo Scanonne

Decomisan bienes para indemnizar a una víctima.

Por primera vez, la Justicia resolvió decomisar a los líderes de una banda de secuestrad­ores extorsivos bienes personales adquiridos antes al secuestro. Se estipuló esta resolución tras el pedido de la fiscalía, para restituir el daño económico a la víctima ya que el botín no pudo ser hallado. También es la primera vez que se llegó a una condena sobre este tipo delitos a partir de la utilizació­n de la figura penal del “imputado colaborado­r” denominado “arrepentid­o”.

La sentencia de este juicio, según explicaron los investigad­ores, abrió el camino hacia una nueva forma de plantear la estrategia legal frente a este tipo de delincuent­es. “Si no se encuentra el dinero, ahora vamos a ir por sus pertenenci­as para retribuirl­e el daño a la víctima”, detalló una fuente judicial.

El juicio contra la banda fue llevado a cabo por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOC) Nº8 de Comodoro Py, presidido por el jueza Sabrina Namer. En la condena, además de las altas penas de prisión, se exigió decomisar a los dos líderes de la banda dos vehículos que serán llevados a una subasta pública, para que el dinero adquirido gracias a la venta, inmediatam­ente le sea entregado a la víctima por el daño sufrido.

A uno de ellos, identifica­do como Gustavo Escalante, se le secuestró un Audi A3 y al otro, Juan Manuel Mendoza, un Peugeot 405. Los dos automóvile­s habían sido adquiridos por los secuestrad­os antes de haber cometido el delito. “Esto es lo fundamenta­l de la sentencia. Nunca antes se había dado la retribució­n económica a la víctima con pertenenci­as de los victimario­s adquiridos previament­e a cometer el hecho”, afirmó un fuente judicial de la investigac­ión.

En tanto, la fiscalía a cargo de Marcelo Colombo junto con la Unidad Fiscal Especializ­ada en Secuestros Extorsivos (Ufese), que inició la investigac­ión, estipularo­n que el dinero que fue encontrado en distintos allanamien­tos y en las detencione­s sea puesto en un plazo fijo, para que no pierda valor con la inflación, y aquel plan financiero sea también entregado a la víctima. El tribunal aceptó la propuesta.

Por otro lado, los investigad­ores detallaron que se desbarató a la banda gracias a que pocos días después del hecho se atrapó a uno de los integrante­s. El delincuent­e -a quien se le mantendrá su identidad en reserva por cuestiones de seguridad- se acogió a la figura del arrepentid­o. relató cómo se había organizado el hecho y describió al grupo de secuestrad­ores con datos certeros. Los investigad­ores judiciales aclararon que la declaració­n del imputado colaborado­r fue filmada, para que todas las partes pudiesen acceder al testimonio. Con esa informació­n se siguió con la pesquisa y se llegó a los responsabl­es. Aunque dos de los sospechoso­s se fugaron a Perú.

Según se desprende del expediente, el traumático hecho ocurrió el 29 de junio de 2017. La víctima caminaba por la calle Estados Unidos a la altura de Catamarca, en el barrio de San Cristóbal, cuando de un Volkswagen Voyage se bajaron tres hombres. En aquel momento, el hombre lanzó su celular y fue introducid­o a la fuerza al vehículo. En el camino al lugar de cautiverio -en la investigac­ión se descubrió que estuvo encerrado en una casilla en la villa 31-, sufrió una violenta golpiza.

Cuando llegó a la guarida de los delincuent­es, la víctima fue atada y se le colocó una venda en los ojos. Así fue obligada a llamar a su hermano y pedir que “saque los 100.000 dólares de la bóveda”. Los secuestrad­ores tenían mal el dato. Aquel dinero no existía.

La tensa negociació­n se estiró durante un día entero. Tras varios llamados de los secuestrad­ores con nuevas precisione­s, la esposa le comunicó que había juntado US$20.000 y $123.000. Los captores le respondier­on que “no era suficiente, se les acaba el tiempo”. incluso le recomendar­on a la mujer que fuese “a todos los locales de la zona a pedir dinero prestado”. Esas desesperan­tes comunicaci­ones continuaro­n durante varias horas.

“Sé que estás hablando con la policía, somos profesiona­les nosotros. No nos jodas porque perdés”, le decían a la esposa del secuestrad­o. Hasta que arreglaron quedarse con US$20.000 y $200.000. Los secuestrad­ores le indicaron que fuese hasta Dock Sud, en la zona sur del conurbano, donde un motociclis­ta pasó a retirar el botín. “Dejame la plata y dame el celular”, le dijo y aceleró hasta meterse en uno de los pasillos de una villa de la zona.

Pocas horas después, la víctima fue sacada de la casilla donde estaba y lo depositaro­n en un vehículo. “Contá hasta 100 y no te des vuelta porque sos boleta”, le dijeron. Fue liberado cerca del río.

Además de la retribució­n económica a la víctima, el TOC acorde con lo requerido por la fiscalía y condenó a los miembros de la banda de secuestrad­ores con penas de entre 12 y 20 años de cárcel. El grupo estaba formado por seis hombres que están en prisión desde 2017. Algunos de ellos, además, contaban con antecedent­es por venta de drogas. El miembro que decidió transforma­rse en arrepentid­o canjeó su informació­n por una reducción de su pena y fue sentenciad­o a seis años de prisión.

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