LA NACION

Alentado por el tour “Sí se puede”, el Gobierno se ilusiona con un ballottage

En la Casa Rosada hicieron un balance positivo de los primeros días; hay dudas sobre la eficacia para sumar desencanta­dos

- Jaime Rosemberg

“Perdimos 3 a 0 en las PASO, no nos queda otra que tomar riesgos. Y eso que todavía no mandamos al arquero a cabecear”, se sincera, metáfora futbolísti­ca mediante, uno de los funcionari­os que comparten la cotidianei­dad de Mauricio Macri.

Al término de su primera semana, el Gobierno se muestra satisfecho con los resultados de la vertiginos­a marcha del “Sí se puede”, que empezó el sábado pasado y que llevó al Presidente a distintos rincones del país. Y tal como lo aseguraba el colaborado­r presidenci­al, poco importan en el comando de campaña algunas desproliji­dades en los anuncios de medidas, algún olvidocomo los nombres de algunas localidade­s de Santa Fe, donde Macri estuvo el miércoles, o la sensación de que el Presidente está “sin red” ante multitudes que, en su mayoría, lo reciben con los brazos abiertos, pero cuya cercanía abre la puerta para cualquier imprevisto.

“Nos está yendo bárbaro, la repercusió­n es mucho mejor de lo que esperábamo­s”, dicen en la planta baja de la Casa Rosada y cerca del jefe de Gabinete, Marcos Peña. “Empezamos con miles de personas en Belgrano; en Rafaela y Junín fue una locura, nos quedan chicos los lugares”, se enfervoriz­a otro funcionari­o, que recuerda que “a partir del 24 de agosto, cuando Mauricio sale al balcón en Plaza de Mayo, algo se empezó a mover en la gente”.

Menos entusiasta, un funcionari­o más alejado del círculo inmediato que rodea al Presidente propone una visión algo distinta. “Fue un éxito proponer esta marcha, no sé dónde estaríamos si no lo hubiésemos hecho. Macri se muestra menos aislado, más conectado y popular. Arriesgamo­s más, pero son las reglas del juego”, afirma el dirigente de uno de los partidos asociados al macrismo.

Cerca de Macri, y también de Peña, creen que las marchas no son solo para los “convencido­s”, y que más allá de lo mucho que ya se habla sobre el futuro del espacio –sobre todo con la hipótesis de una derrota el domingo 27–, el liderazgo del Presidente no está en discusión. “Más allá de quienes lo acompañan, la relación con la gente es de Mauricio, que con esta situación económica sacó el 33 por ciento de los votos”, lo defienden en un importante despacho de Balcarce 50. “María Eugenia [Vidal] y Horacio [Rodríguez Larreta] todavía no convocan tanto”, contestan cerca de Peña.

Las recorridas de Macri previstas para la semana que viene (Tucumán Neuquén, Río Cuarto en Córdoba, Entre Ríos y Salta) tendrán, según comentaron desde la organizaci­ón, el mismo formato que el de la semana que pasó: reuniones en plazas o espacios públicos, casi siempre después de una entrevista radial del Presidente a una radio local, y acompañada por una propuesta de campaña. Los voceros intentan que esas eventuales futuras medidas aparezcan en los medios, pero el Presidente no las menciona en sus entrevista­s radiales ni en sus aparicione­s en vivo, solo se conocen vía redes sociales. “Lo estamos debatiendo para ver cuál es la mejor manera de que lleguen a la gente”, contestan desde el equipo de comunicaci­ón que apoya las giras del Presidente.

Tampoco se prevé un cambio drástico en el discurso futuro de Macri, que habla de “todo lo BUEFIEL, no que se hizo” en el ámbito institucio­nal, la lucha contra el narcotráfi­co, la inserción de la Argentina en el mundo y la obra pública, y que termina de manera invariable con una invocación a “seguir haciendo historia” con tono épico y dramático. “Tres años y medio es muy poco para arreglar la economía”, insiste Macri ante los medios, que lo aguijonean sin piedad sobre el talón de Aquiles de su administra­ción.

Ni los más optimistas especulan con una eventual suba en los sondeos relacionad­a con el ajetreo presidenci­al, que culminará con las treinta recorridas previstas originalme­nte. “No hacemos más encuestas”, contestó un incondicio­nal del Presidente, que recordaba con indisimula­do enojo los pronóstico­s errados de la gran mayoría de las encuestado­ras antes de las PASO.

Eso sí: la esperanza en “dar vuelta la elección”, como plantea Macri en cada encuentro desde hace una semana, se sostiene en los mismos pilares: la asistencia de buena parte del 26 por ciento del padrón que no votó en las PASO, que le podría agregar hasta 2,5 puntos; una mejora en el trabajo de fiscalizac­ión de los comicios, que le podría sumar otros 2 puntos, según sus cálculos; el “voto aviso”, de quienes quisieron darle una advertenci­a al Gobierno, pero no a costa de que vuelva el kirchneris­mo, y el reacomodam­iento del voto que en las PASO locales optaron por listas opositoras que perdieron y no se identifica­n con quienes ganaron en esas internas, así como los que ahora están disconform­es con las definicion­es que va adoptando Alberto Fernández. “Apuntamos a retener lo que tenemos, pero también a quienes no nos votaron”, razona uno de los estrategas.

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