Un país decente
Meses atrás compré entradas para ir a ver a caetano Veloso cantar con sus hijos. Luego de transcurridos los primeros temas de la noche, sentí que estaba indudablemente ante el mejor recital del año. Pura poesía, emoción y talento. El público era el esperable. Mayores de 35-40 años que pudieron desembolsar, en promedio, más de 3000 pesos por entrada. no bien termina el recital, muchos de ellos entonan, con espíritu futbolero, cánticos contra Macri, así como el muy prosaico “vamos a volver.” Y, efectivamente, posiblemente vuelvan. Lo que nadie allí parecía tener conciencia es de que retornaría un gobierno que robó, intentó encubrir el peor atentado en nuestra historia, dilapidó la plata de la famosa soja a 600 dólares, quiso acallar las verdades estadísticas y de paso se dedicó a estigmatizar a la prensa. Saludablemente, alberto Fernández ya ni intenta negar todos estos datos de una realidad demasiado cercana. Entre mis recuerdos de juventud, están aquellas marchas posdictadura, cuando anhelábamos la reconstrucción de un país tras años de oscurantismo. Recuperar el diálogo, la convivencia democrática y soñar con un país decente. Esa decencia con la que muchos seguimos soñando y que faltó en el Gran Rex.decencia por los que no necesitábamos patoteadas futboleras a la salida de un momento de belleza y poesía, cualquiera que sea nuestra ideología. Decencia por el respeto a los bolsos revoleados con la plata del país. Decencia por llevar muchas décadas sin saber cómo construir una sociedad mejor, entre todos.
Daniel Helft Dni 14.391.445