LA NACION

La expulsión que fue el principio del fin para la Argentina en el Mundial

Un tempranero tackle alto de Lavanini a Farrell cambió el panorama de los Pumas frente a Inglaterra; antecedent­es del segunda línea

- Alejo Miranda

TOKIO.– “Game over”.

Game over para la Argentina. Eso entendiero­n varios usuarios de Twitter ni bien supieron de la tarjeta roja de Nigel Owens para Tomás Lavanini, a los 17 minutos del primer tiempo. Jugar contra Inglaterra con la necesidad de ganar ya era dificilísi­mo. Hacerlo durante 63 minutos con un rugbier menos, prácticame­nte imposible.

Y más decepciona­nte se volvió la expulsión toda vez que hasta entonces los Pumas presentaba­n batalla, que Inglaterra no era el cuco que se avizoraba y que hasta entonces la desventaja era de dos puntos (5-3). Pero Lavanini hizo lo prohibido.

Un hombrazo a la cara de Owen Farrell, inadvertid­o en general en primera instancia pero que despertó un “¡uuuhhh!” de asombro y de reprobació­n cuando fue repetido en las pantallas gigantes del Estadio Tokio, cambió el partido. El capitán inglés corría con la pelota y se topó con el intento de tackle del monstruoso segunda línea argentino, que con sus 2 metros de estatura está obligado a bajar el cuerpo para tacklear prudenteme­nte. El abrazo de oso a Farrell nunca se completó: el impacto volteó al pateador británico. Y para el árbitro, aunque repasó varias veces la acción, no hubo dudas: expulsión, sin más.

Lavanini la aceptó sin emitir palabra. Los rugbiers saben que no pueden hacer eso y el topetazo ilegal fue más que evidente. “Lengua” se quitó el casco, salió abatido y se sentó entre los suplentes. Dejar a sus compañeros con uno menos era casi la sentencia de eliminació­n para los Pumas en el Mundial de Japón.

Existieron también algunas acciones peligrosas de los ingleses, como tackles sin las manos (Kyle Sinckler) y a destiempo (a Emiliano Boffelli en la recepción aérea de una patada), pero no fueron sancionada­s con amonestaci­ones. Tampoco hubo muchos cuestionam­ientos, ciertament­e. La de Lavanini es la quinta tarjeta roja en un Mundial en que se está castigando severament­e lo que conlleva alto riesgo físico, y la segunda que “logró” Farrell: en el debut, al back británico lo frenó en seco el estadounid­ense John Quill, con un golpe de hombro muy similar al del argentino.

La ausencia de su número 5 dio dos alternativ­as a los Pumas en situacione­s de scrum: formar con siete jugadores para no quedar con hombres por fuera, y alinear a ocho para no perder en el empuje, a costa de dejarle más campo descubiert­o al rival. El conjunto argentino eligió la primera, y tuvo problemas ante un pack inglés que, más que ganarle metros, le extrajo unas cuantas infraccion­es en el scrum.

La dificultad de jugar con un rugbier de menos se potenció con el correr del tiempo, cuando fue menguando la energía de los 14 que quedaron en la cancha y debían correr más. Si bien ingresaron todos los suplentes de los Pumas (ocho), seis titulares permanecie­ron durante los 80 minutos sobre el césped.

Todo, derivado de una nueva tarjeta roja a Lavanini en el selecciona­do. En el Rugby Championsh­ip de 2017 había sido expulsado en Salta frente a Sudáfrica, una de las penas más salientes de una carrera atestada de suspension­es que llevó a destacar a un medio inglés que el exforward de Hindú es “el jugador más sancionado en la historia de los Pumas”. Un par de ejemplos. En septiembre de 2014, por el Championsh­ip, aplicó en Napier un empujón antirregla­mentario en un ruck consolidad­o a Richie Mccaw, el capitán de Nueva Zelanda; la transgresi­ón le costó una semana de ausencia y Lavanini no pudo jugar contra Australia en Gold Coast. En 2016, por el Súper Rugby, fue castigado de veces en poco tiempo: la suspensión por una carga en marzo contra un jugador de Cheetahs antecedió una otra por dos partidos a raíz de una acción ante Kings, que le impidió enfrentars­e en junio con Italia y Francia.

Ahora no podrá estar contra Estados Unidos, este miércoles, en el que sería el último compromiso de la Argentina en Japón 2019 (podía definirse en la madrugada de hoy, según el resultado de Francia vs. Tonga). Su castigo dependerá de la audiencia a la que debe comparecer mañana frente a un comité judicial independie­nte de World Rugby, compuesto por el australian­o Adam Casselden, el exentrenad­or escocés Frank Hadden y el exreferí irlandés Donal Courtney. Se espera una pena de entre tres y seis semanas, aunque hay quien habla de tres partidos.

Lavanini es un rugbier importante en el selecciona­do, infaltable si no es por sanciones. Debutó en

2013, a los 20 años, y ahora, a los 26, acumula 47 presencias. Su carrera quedará marcada por esta expulsión, la segunda de la Argentina en los mundiales (el antecesor es Pedro Sporleder, por un incidente con Mata’afa Keenan en una derrota a manos de Samoa en Inglaterra

1991). Tras su paso por Racing 92, de Francia, pronto volverá a Europa: se incorporar­á a Leicester Tigers, club de la Premiershi­p de... Inglaterra. Será su game over en el equipo argentino. En Jaguares, claro.

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AFP Lavanini aplica un hombrazo a la cabeza de Owen Farrell, a los 17 minutos de un partido crucial para el selecciona­do en el Mundial

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