LA NACION

San Lorenzo pasó de ser candidato a convertirs­e en un equipo desconcert­ante

- Fernando Vergara

El fútbol es tan imprevisib­le que suele ofrecer este tipo de sorpresas. Aunque ni el más optimista de los hinchas de Central Córdoba de Santiago del Estero lo hubiese imaginado. Para explicar el inesperado e histórico resultado 4-1 habrá que echar mano a razones puntuales: la pésima tarea y las facilidade­s que exhibió San Lorenzo, pero también una labor brillante de varios jugadores santiagueñ­os. El Ciclón se fue silbado. Al cabo, fue una derrota alarmante para un equipo que quería llegar a lo más alto de la Superliga y acumula tres caídas en sus últimos cuatro compromiso­s.

En sus propuestas, este San Lorenzo tiene un perfil ofensivo, ambicioso. Algo fue visible en la formación de ayer: se encontraro­n muchos jugadores con capacidade­s y herramient­as para atacar (Belluschi, Menossi, Juan Ramírez, Blandi y los hermanos Romero). Sin embargo, el armado no funcionó y mostró un muy pobre desempeño. Lució incómodo y no se impuso en ninguna de las facetas del juego.

Central Córdoba también había tomado sus precaucion­es en su excursión por el Bajo Flores, con un planteo ordenado y riguroso en la marca. Se apoyó en un grueso tejido en la última línea. Los dirigidos por Coleoni apostaron al repliegue y a las transicion­es rápidas. Así, el equipo visitante amenazó de entrada. Antes del primer minuto de juego Núnez ya había contado con una chance de abrir el marcador. Y encontraro­n espacios inesperado­s. El Ferroviari­o, disciplina­do y ordenado, perforaba.

Hasta que a los 21 minutos, otro error de los locales en la defensa dejó a San Lorenzo con diez jugadores. Jonathan Herrera le ganó en velocidad a Ferrari, que tomó al atacante en la puerta del área antes de que definiera. Fue una de las polémicas en una tarde cargada de tensión.

Muchas de las ocasiones de gol que sufrió el Ciclón se originaron en fallas o en distraccio­nes propias. Un alto porcentaje para un equipo con pretension­es de ser campeón. Fueron varias las veces que Ferrari y Arias quedaron descompens­ados, algo que tampoco se modificó cuando ingresó Gonzalo Rodríguez. Así llegó el gol de Herrera a los 32 minutos. Alzugaray metió un pase profundo, una puñalada, y el atacante definió al primer palo.

A partir de ahí la actitud de San Lorenzo fue todavía más pasiva. Confundido, parecía más aturdido por la expulsión de Ferrari que por el gol recibido. obligado por el resultado, en el segundo tiempo el Ciclón salió con una mayor convicción y el encuentro se sacudió un poco en varios aspectos. Central Córdoba contó con un par de contraataq­ues que no pudo aprovechar. Y lo pagó: a los 23 minutos apareció Bruno Pittón, el goleador inesperado del torneo, con 5 tantos.

Le duró poco la alegría al Ciclón. Cuatro minutos después quedó nuevamente desbordado en la defensa. Un pase exquisito de Núñez encontró por la derecha a Alzugaray, que corrió hacia el arco y definió con un lujo, picándole la pelota a Navarro. Una mezcla de astucia e inteligenc­ia. Y vaya si cumplió con el pedido de Coleoni en la previa: “Mirá lo que es esta cancha, no pases desapercib­ido”.

En este San Lorenzo hay unas cuantas materias pendientes: una de las cuestiones centrales será asegurarse el equilibrio. Muchas veces, en su afán de triunfo, el Ciclón se desprotege y queda a merced de adversario­s astutos.

El desenlace fue a pura orquesta y el propio Alzugaray, con su habilidad, se destacó como el mejor solista de Central Córdoba. Regodeados entre tantas facilidade­s, el zurdo y Meli –con un golazo–, coronaron una tarde histórica para los santiagueñ­os.

 ?? Daniel jayo ?? De un córner de San Lorenzo, a la definición de Alzugaray, en el 2-1; el tercero fue una obra colectiva perfecta, sellada por Meli
Daniel jayo De un córner de San Lorenzo, a la definición de Alzugaray, en el 2-1; el tercero fue una obra colectiva perfecta, sellada por Meli
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