LA NACION

El curioso furor por el teatro homeopátic­o

fenómeno. El espacio palermitan­o, que replica la movida que hay en Madrid o en Miami, es un boom que atrae a miles de espectador­es para ver obras de 15 minutos de duración

- Ricardo Marín

fenómeno. Los multicines nacieron en los Estados Unidos al calor de las máquinas para hacer pochoclo. Eso ocurrió en la década de 1990, pero 60 años antes, durante la Gran Depresión, en 1929, ya se había descubiert­o que el maridaje películas y palomitas de maíz es un gran negocio. En los 90, lo que se puso de manifiesto es que la multiplica­ción de la oferta de películas en un mismo lugar, en el que funcionen locales de comida rápida y se permita la entrada a la sala con pochoclos y gaseosas multiplica también la cantidad de público. En España, al finalizar la primera década del nuevo siglo se descubrió un fenómeno análogo, aunque sustancial­mente diferente, relacionad­o al teatro.

En 2009, en Madrid se armó una movida para recuperar lo que era por entonces el barrio de Malasaña, una especie de nuestro Puerto Madero cuando en los adoquines de sus muelles crecían a sus anchas los yuyos y en el interior de sus docks, la mugre y las ratas. En el rincón madrileño había varios edificios cuyo destino era ser demolidos. Entre ellos un antiguo prostíbulo en desuso. Un colectivo de dramaturgo­s, actores y directores utilizaron el lugar para poner en marcha una iniciativa novedosa. El proyecto consistía en montar una obra de teatro corta en cada habitación en las que antes atendían las prostituta­s y cobrar un euro para verla. La oferta venía acompañada de un sitio gastronómi­co donde el público podía comer o beber entre función y función. La propuesta anduvo mejor de lo esperado. Cada obra llegó a darse en un promedio de trece representa­ciones por noche. Frente a esto, los organizado­res alquilaron luego lo que había sido una carnicería y allí funciona hasta ahora la iniciativa que se llama Microteatr­o por dinero. Esta modalidad de funciones se replicó en España en cinco ciudades, luego se exportó a México, donde funciona en otras seis ciudades. La franquicia también se instaló en Lima, en Miami y, desde mediados de 2017, en Buenos Aires.

El desembarco en la capital argentina fue en Serrano 1139, a media cuadra de la avenida Córdoba. En ese lugar funciona Bar 15, un lugar en el que ofrecen variados combos de hamburgues­as y sándwiches, con papas fritas o rústicas, cervezas, vinos y tragos de diversos tipos. Pero además, entre martes y domingos, está la posibilida­d de disfrutar, a partir de las 20.30, de las obras de 15 minutos de duración que ofrece Microteatr­o, en seis pequeñas salas, para 15 personas cada una en el piso superior del lugar. “Al traer el formato al país usamos obras que se habían dado en España para arrancar, pero nos llevamos la sorpresa de que para el segundo mes ya teníamos material escrito por dramaturgo­s de aquí. Nunca más necesitamo­s usar obras de afuera”, recuerda Julieta Novarro, quien junto con Pablo Bossi trajo el formato de España y hoy dirige el proyecto. “Ahora estamos trabajando con productore­s chilenos que piensan llevar la franquicia a Chile, pero pidieron el asesoramie­nto de nuestra curaduría que resulta muy efectivo”, agrega Novarro, quien ejerce la curaduría junto con sus colegas Mey Scapola y María Figueras.

Cerca de las 20, el local gastronómi­co está ocupado en menos de un cuarto de su capacidad, con gente que se ubica en lugares cerca de la barra, en otros rincones de la superficie techada o en las mesas comunes del patio cervecero que tienta al fondo del terreno con su sobria ambientaci­ón de plantas. En la boletería, ubicada cerca de la entrada, ya se percibe una pequeña fila de interesado­s en adquirir entradas para las obras que se darán en media hora más. La cartelera que exhibe los afiches de lo que que se ofrecen es consultada también por varios interesado­s. A las 20.25, con la puntualida­d del aviso en un aeropuerto de la inminente partida de un vuelo, se enciende la cartelera luminosa que indica la obra que abrirá la sesión, el horario y la sala en que tendrá lugar. Quienes adquiriero­n las entradas para ese espectácul­o se amontonan junto a la escalera de acceso al primer piso. El panorama arriba es muy diferente. En una salita de espera rodeada de cortinas verdes el público aguarda el permiso para ingresar a la salita. Allí, de acuerdo a la obra elegida, se encontrará­n con una propuesta que observaran sentados o quizá la dinámica de la obra los mantendrá parados alrededor de la escena y, en una de esas, cabe la posibilida­d de que el desarrollo dramático los haga partícipes del juego actoral.

Luego de que larga la primera obra, el ritual de acceso a las salas se repite cada quince minutos. Mientras tanto, la concurrenc­ia al lugar crece aceleradam­ente y el pico se produce cerca de las 22, cuando se hace el cambio de obras entre la Sesión Central y la Golfa. En ambas hay seis obras para elegir. La diferencia es que mientras las piezas de la Central son las mismas todos los días, en la Golfa, se alternan seis que se dan miércoles y viernes y otras seis que se representa­n jueves y sábados. Las funciones de martes y domingos tienen un régimen particular con obras que se repiten por su convocator­ia o por alguna particular­idad por el estilo. Actualment­e se puede elegir entre 30 obras y las que ya se dieron desde que funciona el formato de Buenos Aires, supera las 500

Cada mes cambia la temática en la que coinciden las piezas que se ofrecen. Este mes lo que convoca es “Por el amor” y el mes pasado “Por la muerte”. En ambos casos más allá del tema en común, los géneros ofrecidos varían desde comedias muy hilarantes hasta propuestas cercanas a la tragedia. “Algo que buscamos con mis compañeras es que la paleta que se ofrezca sea muy ecléctica, más allá de la temática en común. La idea es que el espectador entre a una aventura diferente en cada propuesta”, explica Figueras. La variedad que pueden ofertar surge también de la cantidad de obras que reciben mensualmen­te para integrar la programaci­ón de la cartelera. Las propuestas de los autores las reciben por internet y el número es muy importante. “Me sorprende la cantidad de autores que enseguida entendiero­n las pautas que debe cumplir una obra para funcionar en este formato. Al principio recibíamos unas 40 obras al mes, pero hoy ese número ya ronda los 300”, cuenta Scapola. En cuanto a la efectivida­d que tiene un tema en su convocator­ia, Novarro dice: “Hay un público cautivo que viene a Microteatr­o sin importar la temática. Pero hay temáticas como ‘Por el sexo’ y ‘Por el amor’, que atraen más gente. Pero, por otro lado, una temática como ‘Por los muertos’ genera que recibamos más cantidad de obras propuestas. Hay cosas que inspiran más a los dramaturgo­s y otras que atraen más al público”.

Parte de la aventura que propone el formato es también cruzarse con algún famoso en el local de comidas. Puede ser Gustavo Yankelevic­h, que el mes pasado iba a ver a su nieto, Franco Yan, protagonis­ta de Venus, o este mes a Candela Vetrano, Ana en Argentina, tierra de amor y venganza, que hace de Yoko Ono en La encamada, una parodia de lo que hicieron John Lennon y su mujer en los años 60, para protestar por la guerra en Vietnam. Lo mismo puede ocurrir con Gustavo Garzón, Daniel Hendler y Pedro Saborido, que proponen Número de reclamo o con Sofi Morandi que protagoniz­a 10 minutos con Yeyé. Toda una lista de atractivos que, como los tratamient­os homeopátic­os, consta de muchas dosis pequeñas, pero efectivas.

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Santiago Filipuzzi El público estudia la oferta de obras que se ofrecen cada semana, antes de sacar sus entradas

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