LA NACION

Fernández. A la defensiva frente a las críticas, apuntó a la pobreza y al hambre

Se desligó de las acusacione­s de corrupción sin defender al kirchneris­mo; prometió poner de pie al país “como en 2003”

- Hernán Cappiello

A diferencia del primer debate, cuando atacó a gusto a Mauricio Macri, Alberto Fernández se encontró anoche con un contrincan­te que le respondió golpe por golpe.

Ya desde las presentaci­ones se planteó un duelo personal entre el Presidente y el principal aspirante a sucederlo. Fernández personaliz­ó en Macri y lo tildó de mentiroso y de dictar normas para favorecer a sus familiares con el blanqueo de capitales.

Buscó dejar en claro que estaba dispuesto a soportar la parada. Cuando Macri le contestaba mirando hacia el frente, hacia la audiencia, Fernández se daba vuelta y lo miraba a la cara, como para incomodarl­o.

Macri fue a fondo cuando le reprochó a Fernández estar del lado de los delincuent­es, mafias y barrabrava­s, y puso en su cuenta el descontrol en la importació­n de efedrina. Hasta lo conectó con el terrorismo al acusar al kirchneris­mo de encubrir a Hezbollah, responsabl­e del ataque a la AMIA. Para estas embestidas, Fernández no tuvo respuesta.

Lo mismo buscó cuando le reprochó su silencio ante la corrupción del kirchneris­mo. Fernández se removía incómodo en su silla y cuando le respondió eligió atacar en lugar de defenderse: “¿No vio lo que pasaba en su familia? Después nos contó cuando su padre murió que su padre era el responsabl­e. Hablemos en serio, no me va a correr”, le dijo.

Macri estalló y tras el escenario lo increpó en privado, al punto de que la conversaci­ón subió de tono y los colaborado­res de ambos temieron que pasara a mayores. Fue después de la primera pausa. Cuando retornaron al escenario, ambos llegaron recargados con más acusacione­s cruzadas.

“Cuando termine Macri, la Argentina va a tener un 40% de pobres. Hoy uno de cada dos chicos es pobre”

Fernández no defendió al kirchneris­mo de las acusacione­s. Nada dijo de los procesamie­ntos de Cristina Kirchner que le recordaron los otros candidatos. Incluso se olvidó de las palabras cuando trató hablar de los “conflictos de intereses” en el Gobierno. Logró, eso sí, que también Macri eligiera el silencio frente a las acusacione­s de beneficiar a sus familiares con el blanqueo, la compravent­a de parques eólicos o la deuda del Correo.

Fernández se mostró más sereno y más efectivo, en cambio, cuando cuestionó la pobreza, el hambre y el desempleo. La defensa de Macri fue el sinceramie­nto de las estadístic­as que se apagaron durante el kirchneris­mo, con la intervenci­ón del Indec mientras Fernández era el jefe de Gabinete.

Los cruces entre ambos apenas si dejaron lugar para las propuestas. Fernández lanzó la idea de crear un Ministerio de Vivienda y reflotó su iniciativa contra el hambre. Destacó que, como en 2003, junto a Néstor Kirchner, “otra vez” sacará al país “de la crisis”.

Sus colaborado­res destacaron que, en sus ataques, los otros candidatos ubicaron a Fernández como presidente electo. Otros admitieron que las segundas partes nunca fueron buenas, en alusión a que, si en el primer debate Fernández se había impuesto sobre Macri a merced de golpes y chicanas, esta vez recibió golpe por golpe y, cuando dejó el ring, ni él ni Macri pudieron proclamars­e ganadores de la contienda.

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Fabián marelli

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