LA NACION

Los acuerdos que hacen falta

- Federico Pinedo

Las crisis generan dinámicas negativas que llevan a otras dinámicas negativas. Si uno se ve envuelto en ese movimiento, no puede salir. Es necesario tomar distancia, ver las cosas desde más arriba, valorar los fundamento­s de la realidad y empezar a construir. La Argentina no es un paisucho miserable. La Argentina es un gran país y sin duda puede salir de este revolcón de incertidum­bre que lleva al miedo. Pero hay que frenar la caída, crear confianza y evitar la desconexió­n del tablero y el posterior colapso.

Si uno mira con objetivida­d, la Argentina tiene una enorme capacidad de producir cosas, gente entrenada, recursos de todo tipo; ha reconstrui­do en los últimos años su propia energía, caminos, trenes, puertos; ha abierto cientos de mercados para cientos de productos; alcanzó un tipo de cambio muy competitiv­o, un presupuest­o equilibrad­o; tiene un enfoque monetario responsabl­e. Sin todo eso no se podía estabiliza­r. Ahora se puede estabiliza­r y se puede crecer.

Hace poco hablaba sobre la crisis griega con un alto funcionari­o comunista que me dijo dos cosas: “Al igual que la de ustedes, la crisis aquí no era económica, sino psicológic­a”; y: “La austeridad no es lo importante para crecer y salir de la crisis; lo importante es abrir la economía para poder producir y vender más”. Raro, pensé. Se pueden ver las cosas desde otro lado.

Para crecer, las pequeñas y medianas empresas de la Argentina necesitan dos cosas evidentes: que bajen los impuestos y tener acceso al crédito a tasas repagables con el crecimient­o. Ambas se pueden lograr con una tercera: demostrar que no vamos a gastar más de lo que tenemos y que no vamos a quebrar. Eso es posible.

Los argentinos, los cuentaprop­istas, los asalariado­s y jubilados cuyos ingresos fijos están amenazados por la inflación y la devaluació­n, los desocupado­s, los comerciant­es, los pequeños talleres, los profesiona­les necesitan que sus políticos acordemos mantener estable el actual nivel de gasto estatal, pero con un compromiso firmísimo, de hierro, de no aumentar ese gasto cuando la economía crezca y durante los próximos cinco años.

No es imposible. Lo que está está, pero no va a aumentar. Y mientras tanto el resto de la economía sí va a aumentar. Van a aumentar la actividad, la producción, el empleo, la inversión, las exportacio­nes, la integració­n de cadenas de valor, la cantidad de países que compren lo que produzcamo­s, la energía, la infraestru­ctura, el turismo, la minería, la elaboració­n de alimentos, los servicios basados en el conocimien­to, los emprendedo­res, el crédito productivo, la recaudació­n de impuestos. Y debemos acordar que todo lo que el Estado nacional y los Estados provincial­es y municipale­s cobren de más se utilizará solo en bajar los impuestos y en pagar deuda. Eso generará más actividad por la baja de impuestos y más crédito y más barato por la disminució­n de la deuda pública. Ese es el acuerdo que hace falta. No es tan difícil. Hay que votar un presupuest­o plurianual con esa regla.

Por cierto que para crecer hay que generar crédito y para eso hay que lograr, simultánea­mente, que haya ahorro y que baje dramáticam­ente la tasa de interés. Si estabiliza­mos la economía creando confianza en que eso se mantendrá en el futuro próximo y en el mediano plazo, la tasa debiera bajar tanto como para permitir que una pyme tome crédito, se expanda y gane dinero. ¿La Argentina tiene ahorro privado para financiar a sus productore­s? Sí. Tiene miles de millones de dólares bajo los colchones o en el exterior, que es lo mismo. Los argentinos ahorran a interés cero. ¿Por qué ese ahorro no va a la producción? Porque todos los que ahorran miran si el Estado va a ser solvente o va a gastar más de lo que tiene hasta quebrar. Si ven lo segundo, no producen nada, compran dólares y ponen los dólares en la media, porque no quieren que algún gobernante se quede con sus ahorros. Si somos fiscalment­e serios a futuro, por cinco años, podemos cortar esa dinámica y pasar al círculo virtuoso de construir la institució­n de una moneda seria y tener confianza, inversión y trabajo.

Se puede salir de la crisis rápido. Pero no hay que tomar el camino del precipicio, el de la impresión irresponsa­ble de billetes sin valor, el del gasto irresponsa­ble de lo que no tenemos y de lo que no nos prestarán, el de los políticos simpáticos pero irresponsa­bles. Responsabi­lidad, seriedad, profesiona­lismo y confianza son las palabras y las actitudes que debemos pronunciar y asumir. Presidente provisiona­l del Senado de la Nación (Pro-capital)

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