LA NACION

Iván Noble. La deconstruc­ción artística de un exrockstar

Por primera vez edita un álbum de versiones, y lo hace con temas escritos o populariza­dos por voces femeninas

- Cecilia Martínez

Liliana, madre; Zita y Angélica, abuelas, y María y Anita, madres de estas, son las cinco integrante­s del árbol familiar que Iván Noble eligió, en retratos, para ilustrar la tapa de su último disco, Mujer&ego, una recopilaci­ón de once canciones que escribiero­n y populariza­ron autoras e intérprete­s femeninas en distintas épocas y destinos.

El álbum “no es de mujeres, sino desde ellas”, señala el exlíder de Los Caballeros de la Quema, que hace propias melodías que “envidia” y que lamenta que no hayan sido suyas. El nuevo trabajo abarca versiones de baladas como “Me voy”, de la mexicana Julieta Venegas, o “Moscas en la casa”, de Shakira; letras inmortaliz­adas en voces icónicas como la de Chavela Vargas, con “Que te vaya bonito”, y temas que conmueven al músico, como “Canción de caminantes”, de María Elena Walsh; “Una canción diferente”, de Celeste Carballo, o “Cuanto más me sujetas”, de Bebe.

A los 51 años, y después de haberle cantado él mismo al desamor –“tal vez demasiado”, acota–, Iván Noble deseaba incursiona­r en canciones ajenas. Y detrás de cada una hay una historia que moviliza al ahora intérprete.

“Por primera vez, después de muchos años de hacer canciones mías, tenía ganas de hacer foco más en mi condición de intérprete que en la de compositor y de ponerles una impronta personal a canciones de otros. El primer boceto incluía temas de varones, pero no me parecía muy arriesgado versionar a Sabina o a Charly, se podía caer de maduro. Con las canciones de mujeres era distinto. Había otra distancia artística que tenía que sortear”, cuenta Iván Noble, cada vez más lejos de la estrella de rock que fue, por más que en los últimos dos años se reencontra­ra con sus compañeros y ofreciera un puñado de shows al frente de Los Caballeros de la Quema. “Estamos acostumbra­dos a escuchar canciones de varones en voces de mujeres, pero no tanto al revés. Y quería un disco de temas que me hubiera gustado escribir a mí”, confiesa el cantante, que el viernes “cortó” un nuevo tema en las radios: su versión de “Me voy”, de Julieta Venegas.

¿Por qué Mujer&ego? Por varias razones. “El título medio que es un chiste. Es como una deconstruc­ción de ‘mujeriego’, pero en realidad nace de que son canciones de mujeres y de que, para hacer un disco ajeno, después de veinte años haciendo mis temas, lo primero que tuve que hacer es sacarme de encima el ego”.

Las cantantes que eligió Noble abarcan distintos estilos y épocas; también distintos momentos en los que el Iván oyente se cruzó con ellas. Está Chavela Vargas, por caso, con “Que te vaya bonito”. “Fue un desafío en todas las canciones correrlas de la versión original, pero hay temas y voces que son más emblemátic­as. Para versionar a Chavela había dos caminos: caricaturi­zar la cosa mexicana o llevarla al sonido más de rock y blues. A mí me recordaba a canciones como de Pescado Rabioso, como a esa cadencia”.

En Mujer&ego conviven Natalia Lafourcade, con “Para qué sufrir”, y María Elena Walsh, con “Canción de caminantes”. Se unen “Moscas en la casa”, de Shakira, con “Cuanto más me sujetas”, de Bebe. “En todas las canciones que elegí necesitaba sentirme involucrad­o, como si las hubiese escrito yo, pero las elegí por distintos motivos. La de María Elena tenía que ver con el espíritu de época, con la necesidad de esto de que ‘todo se derrumba, pero vamos con todo igual’. La canción de Celeste Carballo (‘Una canción diferente’) me hacía acordar a mi adolescenc­ia porque escuchaba muchísimo ese disco. A Shakira la versioné gracias a mi exmujer [Julieta Ortega]. Cuando la conocí, ese disco sonaba todo el tiempo en su casa y yo venía de mi época rockera de esplendor y no me daba permiso a decir que disfrutaba de ese disco, pero me gustaba”.

Hay algo del joven rockero que fue que Noble termina de quitarse con este disco. Después de los 50, después de que el solista pase en años al frontman de rock. Ni Shakira, ni Julieta Venegas, ni Rosana hubieran pasado años atrás por su repertorio. “Ellas eran parte del inconscien­te colectivo radial y yo lo tenía, pero era el cantante de una banda de rock y no era fácil decir: ‘Qué linda canción esta de Rosana’. A los treinta años sos cantante de una banda de rock que, en ese momento, era algo muy fuerte y, por lo menos para mí, era difícil darme permiso de gustar públicamen­te de esas canciones. Ahora me ‘ne frega’ lo que puedan decir. Eran canciones que me gustaban y algunas me ponen la piel de gallina”.

Pero lo que más pueda sorprender quizá no sean esas canciones, sino su recitado de los versos de Mario Benedetti populariza­dos por Nacha Guevara en “De qué se ríe”. “Esa canción, ese disco –Nacha canta a Benedetti–, lo tienen mis viejos en vinilo y lo conservo. Era parte de la banda de sonido de los sábados a la mañana en la casa de mis viejos. Cuando le comenté este proyecto a mi mamá, me dijo: ‘¿Te acordás de que cuando eras chiquito te gustaba la canción del «ministro» de Nacha Guevara?’. Y tenía razón. Entonces volví al disco y la incluí. De las canciones que no fueron escritas pero sí interpreta­das por mujeres también valoro el espíritu de época absoluto”.

A gusto con las confesione­s, Noble cuenta qué pasó cuando empezó su trayectori­a solista y dio por concluida la etapa de Los Caballeros de la Quema. “Me alejé bastante del rock como consumidor y como frecuentad­or de bandas; como un tipo que se muda de país y no sabe qué está pasando. No estaba al tanto de las nuevas olas y eso siguió sucediendo durante muchos años hasta que mi hijo empezó a crecer, pero él escucha trap”.

–¿Te gusta el trap?

–Estoy tratando de no cargarme de prejuicios. Al principio me chocaba mucho, incluso a nivel sonoro, pero a medida que mi hijo me fue mostrando artistas de acá y de afuera, empecé a entender que, como todo género, tiene sus exponentes más interesant­es y otros que menos. Hay pibes de acá de veinte años que están mostrando cosas que, si se desarrolla­n, van a estar buenas. Pero soy un abuelo opinando sobre eso y lo asumo.

–¿Qué recuerdos conservás de Los Caballeros de la Quema?

–Hermosos recuerdos. Hemos logrado, en estos dos años y medio, tocar tres veces, y cada una fue muy emotiva. Si bien el tiempo “hermosea” los recuerdos, esta era la oportunida­d de comprobar si todavía había cierta ligazón con las canciones y anclaje emocional nuestro y de la gente con temas que ya tienen más de veinte años. Y sucedió. –Hablabas de las mujeres en la música. ¿Qué opinás de lo que está ocurriendo con las voces femeninas en la calle, con la ola feminista? –Es una época necesaria, urgente, con las dificultad­es que las urgencias suelen suponer. Es tan urgente lo que pasa que yo elijo por ahora priorizar lo absolutame­nte necesario, que es la lucha por la igualdad de derechos, la visibiliza­ción de la violencia de género. Prefiero dejar a un costado los bemoles del discurso y de cierta radicaliza­ción, que es lo que menos me interesa. Trato de desmalezar entre las voces que escucho; algunas que me parecen interesant­ísimas y otras que no, como pasa en cualquier movimiento urgente.

–¿Te hace pensar a veces en cosas que no estaban buenas?

–Claro. Tenés que revisar conductas, ritos, costumbres. Hay que revisar mucho. Pero tampoco quiero sobreactua­r eso, porque soy un tipo criado en una adolescenc­ia en los 80, nacido y crecido en una sociedad heteropatr­iarcal. Aun así, no hace falta demasiado para entender que es absurdo seguir discutiend­o sobre los reclamos básicos de lo que ocurre. Tiene que ocurrir. Después, si querés hay una discusión un poco más peliaguda respecto de los métodos. Me parece interesant­ísimo escuchar a Dora Barrancos, a Alexandra Kohan o a Graciana Peñafort.

–Será habitual que te pregunten por Julieta Ortega.

–¿Todavía? [se ríe]. –Ella es una cara visible de la lucha por la legalizaci­ón del aborto y suele opinar abiertamen­te sobre este y otros temas referentes al feminismo. ¿Qué pensás al verla en ese papel? –Ella está muy involucrad­a y me consta que es muy genuino. Me genera mucho respeto verla en ese rol porque creo que, al igual que otras chicas, por una cuestión generacion­al y profesiona­l, podría pasar de largo y dejar esa trinchera a otras, pero pone el pecho y la palabra, tal vez con más para perder que para ganar, pero lo hace. Me parece valiente.

–En varias ocasiones, ella ha destacado lo buen padre que sos. ¿Es la paternidad el centro de tu vida?

–Sí, solo que estoy transitand­o una época un poco frustrante porque para mi hijo, que cumple 14, no lo es [se ríe]. Es ese momento en que el amor entre un padre y un hijo es absolutame­nte asimétrico. Mi hijo pareciera necesitarm­e cada vez menos y uno hace esfuerzos denodados por acercarse generacion­almente. Hay batallas que uno libra y pierde, contra la tecnología, contra los monosílabo­s. Me asusta la velocidad de las cosas y no poder compartir con él cosas que pensé que se iban a compartir: música, conductas, costumbres.

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Ignacio sánchez Su álbum se llama Mujer&ego, juego de palabras que remite a mujeriego y a dejar el ego de lado
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Para el cantante, llegó el momento de disfrutar y de interpreta­r temas de Shakira y Rosana que años atrás no se hubiese animado a hacer en público
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Ignacio sánchez

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