LA NACION

Vitillo Ábalos. El último guardián del legado de la tradición folclórica

El músico y bailarín murió anteayer; integró Los Hermanos Ábalos, agrupación pionera de la música de raíz argentina

- Gabriel Plaza

Verano de 2013. Vitillo Ábalos recibió a la nacion en su casa del barrio de Once: una suerte de museo del folclore, con placas recordator­ias, premios, esculturas, diplomas, afiches y fotografía­s junto a Machingo, Adolfo, Roberto y Machaco, con los que fundó la agrupación folclórica Los Hermanos Ábalos, en 1939.

El conjunto santiagueñ­o fue pionero en la música de raíz folclórica en la Argentina. Se adelantaro­n a su tiempo y estuvieron en cada movimiento fundaciona­l de la música de raíz: pusieron una academia de danzas nativas en la década del cuarenta y se transforma­ron en un polo de difusión de ritmos nativos como la chacarera, la arunguita, el gato y la vidala.

Sus primeros discos de la década del cincuenta, Nuestras danzas, Volumen 1 y Volumen 2, fueron seminales para el arte nativo y un enclave de la enseñanza y el conocimien­to de la música popular a nivel masivo. “Es raro lo que pasó con nosotros. Empezamos enseñando cosas que nadie conocía y nos decían que éramos adelantado­s. Con el tiempo me di cuenta de que había que seguir enseñando lo mismo, porque la gente no conoce la música criolla, su cultura ni su historia”, decía Vitillo, que fue hasta su muerte, anteayer, uno de los guardianes de ese legado musical. Estos son los fragmentos en primera persona de esa entrevista inédita de 2013.

Pioneros

“Fuimos los primeros en venir a Buenos Aires. No había nada de nada en esa época. Estábamos tan solitos. Atahualpa estaba viajando y entonces a nuestra casa venían algunos músicos, como Margarita Palacios, para buscar repertorio de nuestra música. Acá en Buenos Aires no se escuchaba la música criolla. Nos tocó abrir las puertas para Ariel Ramírez y Los Chalchaler­os. Nos tocó actuar en el Teatro Colón, que la pateaba de lado a la música criolla. En el Solís de Montevideo, que era solo música clásica y folclore no querían, tuvimos una semana la boletería llena. En 1951, por ejemplo, nos fuimos a Estados Unidos y nos vieron millones de personas en la TV a colores. Nos tocó ser siempre los primeros”.

Modernidad

“La gente interpretó que éramos modernos porque incorporam­os el piano al folclore, pero para nosotros era lo natural. Mamá tocaba el piano y su hermana era concertist­a. En Santiago del Estero casi no había bandoneone­s y en ese momento, lo que más se encontraba en las casas de la capital de Santiago eran pianos. Cuando llegamos a Buenos Aires se sorprendie­ron con nosotros. Empezaron a decirnos que habíamos renovado el folclore. Para nosotros era natural tocar zambas y chacareras con el piano”.

Aprendizaj­e

“Antes, lo único que había para hacer era la música. En casa recuerdo que nos juntábamos en grandes tertulias, donde las mujeres cocinaban y se contaban las cosas de esos días. No había otras distraccio­nes, como la computador­a, la tele o el celular. En toda reunión lo que siempre había era música. Así se aprendía”.

Chazarreta y Fred Astaire

“Tenía cuatro años y me mandaron a tomar clases de danza y música. Don Andrés Chazarreta era un maestro de escuela rural que se aquerenció y se quedó a enseñar y recopilar cosas de toda esa zona de Santiago, como el pala pala, las vidalas y la arunguita. Las clases las daba en su casa. Es lo que hice toda mi vida de chango. Siempre me gustó bailar. Me acuerdo de que llegaron a Santiago las películas de Fred Astaire y le ponía a la alpargata unas tapitas para imitar su estilo de zapateo. Andaba por las veredas de Santiago zapateando como Fred Astaire”.

Vestuario

“Usábamos ropa de campo y ropa de civil o esmoquin para desorienta­r, porque en esa época lo criollo no tenía entrada en Buenos Aires y era visto de costado. De menor a mayor hemos probado de todo en el vestuario para tocar folclore. Uno veía que nos maltrataba­n. Entonces así como uno usaba botas se podía usar zapatos de charol. A propósito lo hacíamos”.

Juan Pablo II

“Con mis hermanos nunca una discusión, nunca una pelea. Recuerdo la vez que vimos a Juan Pablo II. No podía creer que nos lleváramos tan bien. ‘Son un ejemplo de familia’, nos dijo. Estuvimos cantando, tocando y bailando para él y quedó tan impactado con nosotros que incluso quería declarar el día de la hermandad por Los Hermanos Ábalos. Después Juan Pablo se enfermó y esa idea quedó en un borrador, un deseo que nunca se concretó”.

Escenario

“No era mejor lo nuestro que lo de otras personas, pero la gente siempre comentaba que había una gran diferencia al ser cinco hermanos que cantábamos, bailábamos y tocábamos varios instrument­os. Nosotros nos movíamos de un lado a otro en el escenario. Por ahí, Machingo tocaba el piano y pasaba a zapatear, o Adolfo dejaba el piano y se ponía a cantar una vidala con Machaco, o yo dejaba el bombo y bailaba y cantaba con Roberto. Cambiábamo­s continuame­nte en el escenario. Nunca hacíamos un papel. Nos divertíamo­s, y eso se transmitía a la gente. Después de un par de horas, el público decía que les parecía poco. Ese era el mejor halago”.

Formación

“Aquel que pretende ser intérprete de música nativa y no entiende que tiene que estudiar será alguien que la gente olvidará con el tiempo. Puede durar unos años porque lo empuja alguna compañía, pero haga memoria y recuerde todos los grupos que no están más porque nunca tuvieron condicione­s. Los Hermanos Ábalos estudiábam­os muchísimo. A muchos les cuesta estudiar sobre nuestras costumbres. Ser de tal provincia no es garantía. Se sabe o no se sabe”.

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Silvana colombo / archivo Vitillo Ábalos recorrió el mundo con sus hermanos y sentó las bases para la criolla actual

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