LA NACION

lucas Carrasco Un mes después de haber sido condenado por violación, hallaron muerto al periodista

Lo encontraro­n en el pasillo que da a su departamen­to, con las llaves en la mano; habría sufrido una broncoaspi­ración; hace 40 días había sido condenado por abuso sexual y acababa de apelar

- Federico Malvasio

PARANÁ.– Hace poco más de un mes fue condenado a nueve años de prisión por abuso sexual con acceso carnal. La semana pasada su apelación a esa sentencia fue presentada ante la Cámara de Casación. Pero ese caso devino abstracto, ya que el periodista y bloguero Lucas Carrasco murió ayer, a los 41 años, cuando regresaba a su casa.

Vecinos del complejo habitacion­al en el que vivía lo encontraro­n en el suelo, a metros de la puerta de su departamen­to, con las llaves en la mano. Según las primeras impresione­s de los investigad­ores, ni el cuerpo ni el escenario exhibían signos de criminalid­ad.

El fiscal a cargo del caso, Gonzalo Badano, dispuso la realizació­n de la autopsia. Desde el Departamen­to Médico de la Policía de Entre Ríos trascendió que efectivame­nte no presentaba signos de violencia externa. La muerte de Carrasco habría sido consecuenc­ia de una broncoaspi­ración. Esto ocurre cuando líquidos o sólidos son aspirados y llegan a los bronquios, aspirando las vías respirator­ias. Esos cuadros de asfixia suceden de forma accidental y en ocasiones los padecen, por caso, bebés o personas que están inconscien­tes y, por ejemplo, se asfixian con su propio vómito.

En cuanto se supo la noticia en la capital entrerrian­a, la novedad no tardó en llegar a los medios nacionales. Carrasco no solo fue una espada comunicaci­onal del kirchneris­mo, tanto en su blog como en sus intervenci­ones como panelista invitado en el programa 6,7,8, emitido hasta 2015. El 11 de septiembre pasado fue condenado a nueve años de prisión por el abuso sexual con acceso carnal de la joven militante de La Cámpora Sofía Otero, ocurrido el 21 de febrero de 2013. Había sido acusado por otro hecho de 2015, pero en ese caso el fiscal Ariel Yapur lo exculpó.

“No soy un violador. La mera aparición de esa palabra es una situación vergonzosa. Puedo tratar mal a alguien o ser irrespetuo­so, pero no cometer un delito”, había dicho Carrasco en su declaració­n en el juicio. Con ese argumento recurrió la sentencia en Casación.

Ramiro Pereira, amigo suyo de la infancia, fue quizás uno de los últimos que hablaron con Carrasco. El sábado a la noche se enviaron mensajes. “La verdad es que lo veía bien, para adelante, con muchos proyectos, con ganas de hacer cosas y escribiend­o”, contó a la nacion. Y agregó: “Que se entienda, todo esto no puede estar fuera del contexto en el que vivía Lucas por la condena. Cualquier cosa que pueda contar también debe verse desde la vida que llevó siempre, en los márgenes de lo que uno cree que es la normalidad. Pese a todo eso, y a la complicada situación judicial, yo lo veía para adelante, haciendo cosas. Me dirás que tomaba cerveza a cualquier hora. Bueno, sí, era Lucas”, describió ese amigo, que lo veía con asiduidad.

El periodista –condenado, pero libre– estaba realizando un tratamient­o ambulatori­o y el año pasado había ingresado en al menos una oportunida­d en el Hospital Ramos Mejía en un estado de “desorienta­ción y obnubilado”. Fue detenido por algún sobresalto en la vía pública o en algún boliche.

Un hombre polémico

Carrasco se vinculó a la política desde muy joven, pero a la escena porteña llegó con el conflicto entre el gobierno nacional y las entidades del agro. En ese contexto se convirtió en “bloguero K” cuando fundó el sitio “La República Unida de la Soja”. Al poco tiempo fue panelista de Duro de domar, en Canal 9, y asiduo visitante de otro producto televisivo emblemátic­o durante el kirchneris­mo, como el programa 6,7,8. Pasó también por Radio América y el diario Crónica. En ningún caso pasó inadvertid­o. Una de sus recordadas polémicas fue cuando caracteriz­ó a Amado Boudou, entonces postulante a vicepresid­ente, como un “payaso”. En los primeros años del kirchneris­mo fue un firme defensor de las políticas de Néstor y Cristina Kirchner, pero luego se volvió un crítico acérrimo.

Su forma se escribir en la incipiente era de los blogs mereció que su nombre y su sitio fuesen objeto de análisis de la ensayista Beatriz Sarlo en su libro La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010.

Con la llegada al gobierno de Cambiemos se instaló nuevamente en esta capital, donde retomó la labor periodísti­ca –con su particular estilo– en el sitio Noticias Entre Ríos y en Radio La Voz. En Paraná incursionó en la literatura y la crónica política y policial. En 2002 había publicado el libro 9 milímetros,

en el que narra los asesinatos de Romina Iturain, Eloísa Paniagua y José Daniel Rodríguez a manos de la policía durante el gobierno del radical Sergio Montiel.

En Twitter, su usuario @carrascolu­cas no dejó de ser su canal permanente. En sus últimos tuits cargó contra Mauricio Macri, Elisa Carrió y Alberto Fernández.

“Vivo en Paraná. Bebo mucho. Fumo mucho. Leo mucho. Me gano la vida como periodista. Tengo pocos amigos y muchos enemigos”. Así se definía. Así murió.

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Archivo Lucas Carrasco el 11 de septiembre, cuando fue condenado por violación

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