LA NACION

Un grave error complica a Sánchez, horas antes de las elecciones en España

En una entrevista, el presidente hizo alarde de su influencia sobre el Poder Judicial y se convirtió en objeto de burlas

- Silvia Pisani CORRESPONS­AL EN ESPAñA

MADRID.– Las encuestas no le dan bien. Tampoco brilló en el único debate entre candidatos y, como si fuera poco, el presidente “en funciones” Pedro Sánchez se vio obligado a pedir perdón tras haber sido sorprendid­o atribuyénd­ose méritos ajenos.

Que eso ocurra a sólo 48 horas de las elecciones generales en las que persigue la esquiva ratificaci­ón como presidente del gobierno no hizo ningún favor al socialista.

De algún modo, él mismo se lo buscó: en las largas horas que demoró para corregir el error, le llovieron motes de todo tipo. Desde “Sánchez I de España” hasta “Nuevo Rey Sol”.

Eso, sin contar con que su –hasta hace poco, socio “preferente” de investidur­a– el líder de la izquierda radical de Podemos, Pablo Iglesias, hizo leña del árbol caído y se burló abiertamen­te de él y de su metedura de pata. En pleno acto de campaña, Iglesias engoló la voz y, en una parodia burlona, imitó –con bastante acierto– la forma de hablar de Sánchez mientras su audiencia se reía a carcajadas. El video hizo furor en las redes sociales. “¿Quién creen ustedes que controla a la Fiscalía del Estado?”, recitó Iglesias en su parodia de Sánchez. Lo hizo con el tono de quien pretende ejercer un control absoluto sobre los fiscales.

Y es que ese fue el meollo de la cuestión. Ocurrió que en pleno debate presidenci­al, el pasado lunes, Sánchez aseguró que él mismo “traería a España” al independen­tista catalán Carles Puigdemont, fugado a Bélgica para evitar a los tribunales españoles.

La cuestión irritó en medios judiciales. Pero podría haber quedado en eso... si no fuera porque, horas después, en una entrevista en Radio Nacional de España (RNE) Sánchez persistió en su afán de protagonis­mo. Y en su error.

“¿Qué está haciendo Usted para traer a Puigdemont?”, le preguntaro­n. Y él, lanzado, se fue completame­nte de boca. Aseguró que “ya estamos trabajando”, “ya lo estamos haciendo”, “ya hemos pedido a la justicia belga”, y un largo etcétera de “ya hemos”.

Entonces sí, molestos ante la atribución de funciones que no le son propias, jueces y fiscales hicieron saber su malestar y de ese modo, lo obligaron a rectificar. Y a dejar en claro, por Perogrullo que parezca, que el Poder Ejecutivo no maneja al Judicial. Un giro bastante incómodo y en el que también quedó atrapada su vice, Carmen Calvo, que intentó terciar para salvar a su jefe.

“El fiscal general es independie­nte pero lo nombra el presidente”, señaló, en lo que pareció sugerir capacidad de influencia. Al final, Sánchez no tuvo más salida que admitir el equívoco, que atribuyó al “cansancio y la presión” de la campaña electoral. Una disculpa que, igual, pintó como virtud: “es bueno ser humildes y aceptar los errores”.

A esta altura, con los comicios en puerta, la ley electoral prohíbe difundir sondeos. Los últimos fueron los del lunes pasado en las que se proyectaba un avance de la derecha –sobre todo, de la radical– y un retroceso del socialismo.

Tal vez algo de eso tenga que ver con el malhumor que se le nota por momentos a Sánchez. En la entrevista con Radio Nacional no hizo esfuerzo alguno por parecer agradable y desafió en mal tono al entrevista­dor. “Usted habla de enfriamien­to de la economía. ¿Es eso lo mismo que crisis económica?”, quiso saber el periodista.

“No sé. Se lo pregunto yo a usted. ¿Es lo mismo acaso?”, retrucó el presidente, en tono irritado. El ida y vuelta sobre el significad­o de la expresión dio varios giros hasta que el socialista terminó aceptando nubarrones en el escenario.

Hasta ahora Sánchez no fue ungido por elecciones. Llegó a La Moncloa en junio del año pasado por vía de una ajustada moción de censura y, desde entonces, busca la esquiva ratificaci­ón del Congreso, algo que espera lograr tras las elecciones de pasaod mañana.

En abril su partido, el PSOE, ganó las elecciones pero con número insuficien­te para formar gobierno propio. Sánchez optó por buscar un nuevo llamado para que el votante socialista “otorgue la mayoría que necesitamo­s”. Puede que se equivoquen, pero por estas horas los sondeos previenen que, tal vez, la estrategia no haya sido la mejor. Proyectan que el PSOE apenas retendrá los 123 diputados (sobre 176 necesarios para mayoría) que obtuvo entonces. O que, incluso, perderá alguno. Advierten, en cambio, un avance de la derecha. Tanto del Partido Popular y de la radical de Vox.

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Enrique gómez/DPA Sánchez, con seguidores en un acto en Córdoba

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