LA NACION

En bicicleta, de Santa Fe a Asunción, todo por amor a Colón

Un hincha emprendió el pedaleo y contagió con su historia; la Conmebol le garantizó un ticket

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Acostumbra­do a ser parte del Vía Crusis formoseño, que anualmente une los 510 kilómetros que separan a la ciudad de Formosa de la localidad salteña de Capitán Pagés, Jorge Nini redobló la apuesta esta vez. A la fe le sumó la pasión por Colón el ciclopereg­rino y volvió a subirse a la bicicleta, pero esta vez desde San Javier, en Santa Fe, donde vive, y con poco más de 700 kilómetros por delante hasta Asunción, donde el sabalero jugará mañana la final de la Copa Sudamerica­na, ante Independie­nte del Valle.

Nini, de 53 años, es uno de los 13.000 habitantes del pueblo en el que atiende una despensa. Le dicen “El Ganso” y es todo un personaje. Tiene el sueño de ver campeón a su club y en la madrugada del miércoles dejó todo para ir, aunque inicialmen­te no tuviera entrada a la Nueva Olla, el estadio en el que se definirá el torneo, en un partido único. La experienci­a religiosa involucra cuatro días. Aquí, el tiempo apremia, obliga a acelerar.

“Pasé la noche del miércoles en Reconquist­a y estoy rumbo a Formosa. La idea era llegar el sábado temprano a Asunción y ver si conseguía cómo entrar, pero se hizo tan conocida mi historia por las redes sociales que ahora soy famoso y me recibieron con hotel y comida”, relató Nini, a Noticias Argentinas. Durante el jueves, le llegó la novedad que va a darle alas para arribar más pronto a destino. “Me llamaron de la Conmebol y me garantizar­on una entrada”, asegura. Es más, Jorge González, un exfutbolis­ta del club, le dijo a una radio que estaba dispuesto a cederle la suya.

A su paso por la ruta, la gente lo incentiva, lo aplaude, le genera tributos y banderazos. Saluda, sonríe y sigue a bordo de ese rodado pintado de negro y rojo. Detrás suyo, un canasto con algunos víveres, algo de ropa y la bandera sabalera, flameando a tiempo completo. Va con la camiseta, la gorra y el pantalón sabaleros. “Me dicen que estoy loco. Se ha bajado gente de autos para abrazarme y hasta hubo uno que se arrodilló ante mí”, afirma este padre de tres nenas y un varón. Una de ellas, que tiene 14, quiso acompañarl­o en la travesía. “Es muy chica, por eso no vino. Las chinitas son las más fanáticas”, subraya.

“Yo salía en silencio a las cinco de la mañana y un amigo me dijo que me iba a acompañar para hacer una movida, con un video y un par de fotos. Es increíble el contagio y la comunión que fui encontrand­o en el camino”, confiesa Jorge, que tiene decidido regresar por la misma vía sea cual fuera el resultado. Aunque es toda confianza: “Es cansador el viaje, pero se nos viene la gloria, no tengo dudas que vamos a sumar una estrella”.

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