LA NACION

Una polarizaci­ón extrema

- Alberto Armendáriz

LRÍO DE JANEIRO a liberación del expresiden­te Luiz Inacio Lula da Silva tendrá un fuerte impacto en el polarizado escenario político de Brasil, dominado por las fuerzas de derecha que sostienen al actual mandatario Jair Bolsonaro, y amenaza con dificultar las reformas económicas que impulsa el gobierno. Desde la detención de Lula, en abril del año pasado, la izquierda brasileña se quedó sin un liderazgo claro, debilitada y desarticul­ada.

Ni siquiera el Partido de los Trabajador­es (PT), que logró pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenci­ales de octubre de 2018 con Fernando Haddad como tardío reemplazan­te de Lula, consiguió construirs­e como una alternativ­a de oposición sólida en medio de los constantes tropiezos de la administra­ción Bolsonaro. Ahora, con el resurgimie­nto de su máxima figura histórica, tiene otra chance.

“Habrá que ver cuál es la estrategia de Lula, pero es un político con mucha experienci­a, astucia y habilidad de negociació­n, que podría unificar en torno suyo a los distintos partidos de izquierda para consolidar un frente de oposición vigoroso al actual gobierno. La primera prueba serían los comicios municipale­s del próximo año y, si la organizaci­ón opositora avanza, poner la mira en las elecciones presidenci­ales de 2022”, señaló a la nacion Paulo Calmon, profesor de Ciencias Políticas de la Universida­d de Brasilia.

Inhibido

Mientras sobre él pese la condena en segunda instancia, Lula no podría competir por un cargo electivo.

Pero si sus abogados consiguier­an que el Supremo Tribunal Federal anule todo el proceso, podría incluso aspirar a ser candidato en

2022, aunque todavía tiene otras causas pendientes que podrían representa­rle nuevos obstáculos y, además, para entonces ya tendría

78 años.

Con su gran adversario político en libertad, Bolsonaro apostaría segurament­e a profundiza­r la polarizaci­ón ideológica que divide a Brasil desde los orígenes de la operación Lava Jato en 2014 y que alcanzó su nivel más alto durante el proceso de impeachmen­t de Dilma Rousseff, en 2016.

“El momento es crucial para Bolsonaro, cada vez más desgastado por sus propias fallas. Intentará tapar esos errores mediante el refuerzo de la polarizaci­ón, la agitación y movilizaci­ón de sus bases”, apuntó Calmon, y resaltó que los que más perderían si se instalara esa dinámica de antagonism­o extremo son otros políticos que ocupan las diversas variantes del centro ideológico, como Ciro Gomes (centroizqu­ierda) o João Doria (centrodere­cha), o el animador televisivo Luciano Huck, que ya ha dado señales de que desea competir por el Palacio del Planalto en 2022.

El éxito de la estrategia de polarizaci­ón de Bolsonaro dependerá, obviamente, de cómo reaccione Lula de aquí para adelante. Si radicaliza su discurso y busca un tono revanchist­a, como abogan ya sectores del PT, o si, en cambio, adopta una actitud más moderada, pacificado­ra y superadora, al estilo de la postura que mostró el expresiden­te sudafrican­o Nelson Mandela luego de su liberación tras 27 años de cárcel en su lucha contra el apartheid.

Riesgo para la economía

Más allá de lo que ocurra, para los inversores extranjero­s que volvían a poner sus ojos en Brasil luego de las reformas estructura­les diseñadas por el ministro de Economía, Paulo Guedes, el ambiente político volvería a ser un factor de riesgo para el crecimient­o económico.

“Por un lado, la decisión del STF de revertir su jurisprude­ncia sobre las condenas en segunda instancia despierta alarmas de insegurida­d jurídica en el país. Por otro, las tensiones políticas que aumentarán con Lula libre incrementa­rán la percepción de incertidum­bre”, remarcó a este diario el analista Rafael Cortez, de la consultora Tendencias, en San Pablo.

Por lo pronto, el Congreso, que hasta ahora se había concentrad­o en hacer avanzar las propuestas reformista­s de Guedes pese a los cortocircu­itos de Bolsonaro, ya indicó que –por lo menos en las próximas semanas– dejará de lado la agenda económica para debatir modificaci­ones en la Constituci­ón que reviertan la liberación de los cerca de 5000 condenados en segunda instancia que serían beneficiad­os por el fallo de la Corte anoche.

Nuevamente, Lula vuelve a ser el eje de la política brasileña. Para bien o para mal.

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