LA NACION

Cambió su identidad y engañó a la Justicia, pero no pudo ocultar el amor tatuado en su piel

Estaba condenado por robo bajo un nombre falso y en un mes hubiese podido alcanzar la libertad condiciona­l si una llamada no hubiese advertido sobre la mentira de este asesino

- Gustavo Carabajal

La mentira le duró cinco años. Le faltaba un mes para acceder a la libertad condiciona­l, pero una llamada anónima alertó que su identidad era falsa. En el mensaje se aportaba un dato clave: el nombre y apellido de la pareja del asaltante. Al revisarlo se determinó que llevaba tatuado en sus piernas el nombre de su novia, Laurita Barboza. El preso que estaba a punto de ser liberado no era Carlos Alberto Rodríguez, sino Julián Adrián Alegre, un pesado del hampa. Hasta hace cinco días era el único prófugo de la banda que mató a un jubilado e hirió a tres embarazada­s durante el asalto a un camión blindado en la puerta de un banco, en Moreno, ocurrido el 20 de enero de 2014.

A Julián Alegre lo buscaron durante cinco años por el sangriento asalto en el que fue asesinado Francisco Figueroa, de 74 años, quien esperaba para cobrar su jubilación en la puerta de la sucursal Moreno de Banco Superviell­e, cuando quedó en la línea de fuego de los delincuent­es que disparaban contra los custodios del transporte de caudales que debía reponer dinero en la mencionada entidad.

Durante cinco años nadie advirtió que el único integrante de la banda que asesinó al jubilado e hirió a tres embarazada­s que faltaba detener, en realidad, estaba preso con un nombre falso. Tampoco nadie se dio cuenta de que el asaltante al que sometieron a juicio en los tribunales de Mercedes por un violento robo contra una familia de Exaltación de la Cruz no era Carlos Alberto Rodríguez.

Hasta el momento, nadie pudo cómo ocurrió que fuese condenado un delincuent­e con identidad falsa. Cuando fue detenido, el 16 de enero de 2015, por el robo agravado por el uso de armas y por utilizar a un menor, el acusado les mostró a los policías un documento a nombre de Carlos Alberto Rodríguez. Sin embargo, nadie comparó, ni en ese momento ni después, las huellas de las fichas del detenido con la base de datos del Registro nacional de las Personas (Renaper).

El asaltante sabía que si lograba ocultar su verdadera identidad podría recuperar la libertad en cinco años. En cambio, si descubrían quién era, pasaría el resto de su vida preso. Su nombre falso no registraba los mismos antecedent­es penales que tenía Julián Fabián Alegre, buscado por el homicidio del jubilado Figueroa y especialis­ta en disparar con el fusil FAL contra blindados.

Para acortar los años que podía pasar detenido, el falso Rodríguez propuso ser sometido a un juicio abreviado. Así, al admitir que asaltó y tomó de rehén a una familia en Exaltación de la Cruz, el acusado logró que el Tribunal oral n° 4 de Mercedes le aplicara una pena de ocho años y medio de prisión. Se trató de una condena sensibleme­nte inferior a la que le hubiera correspond­ido si lo sometían a un juicio oral tradiciona­l.

Con el objetivo de mantener la mentira, Alegre alertó a su entorno y a su familia que cuando lo fueran a visitar al penal de Campana preguntara­n por el preso Rodríguez. De acuerdo con el legajo de la ejecución de la condena, al falso Rodríguez le faltaba menos de un mes para poder acceder a la libertad condiciona­l. Una llamada anónima recibida en septiembre pasado, en el número de emergencia­s 911, alerpechos­o tó que el preso detenido en el penal de Campana como Carlos Alberto Rodríguez, en realidad, era Julián Adrián Alegre.

A partir de este dato, la fiscalía general de Moreno designó a un grupo de instructor­es judiciales, supervisad­os por el secretario Ezequiel Freydier, para que investigar­an la veracidad de la denuncia.

Al consultar con el personal del Servicio Penitencia­rio Bonaerense, los funcionari­os del Ministerio Público confirmaro­n que Rodríguez estaba detenido en la cárcel de Campana. Aunque no figuraba nada en los registros sobre el mencionado Alegre. Entonces, había que probar que Rodríguez era Alegre.

Para lograr dicho objetivo, los funcionari­os del Ministerio Público convocaron a personal de la Dirección de inteligenc­ia del Servicio Penitencia­rio Bonaerense, del Registro nacional de las Personas y de la Dirección de informació­n Criminal de la Superinten­dencia de inteligenc­ia Criminal de la policía bonaerense.

Al mismo tiempo, se designó una comisión policial que verificara el último domicilio del imputado.

Además de cotejar las huellas dactilares, los investigad­ores de la fiscalía de Moreno recurriero­n a un reconocimi­ento visual. Advirtiero­n que el falso Rodríguez tenía una herida de bala en el muslo izquierdo. Dicha lesión se produjo durante el tiroteo con los custodios del camión blindado asaltado en la puerta del banco situado en nemesio Álvarez al 200. otro de los elementos que permitiero­n identifica­r a Alegre fue un tatuaje con el nombre de la pareja. Ese dato fue consignado en la llamada anónima que alertó sobre la verdadera identidad de Rodríguez.

El informante que llamó al número de emergencia­s 911 indicó que la pareja de Alegre se llamaba Laura Barboza. Al revisar al preso que se hacía llamar Rodríguez, los investigad­ores judiciales observaron que por encima de la línea de la rodilla derecha el sospechoso tenía un tatuaje con la leyenda “Laurita” y en la pierna izquierda, a la misma altura. se tatuó “Barboza”.

Además, los investigad­ores tomaron las huellas digitales que fueron cotejadas con la base de datos del Renaper. Así los peritos de la Superinten­dencia de Policía Científica confirmaro­n que el mencionado, Rodríguez, en realidad era Julián Adrián Alegre, alias Tuli.

La caída de la banda

A principios de la semana pasada, Alegre fue trasladado de la cárcel de Campana al Juzgado de Ejecución Penal de Moreno, donde la fiscalía lo acusó de integrar la banda que mató al jubilado Figueroa durante el asalto al blindado.

Después del frustrado asalto, los delincuent­es huyeron en una camioneta Peugeot Partner blanca y abandonaro­n a Alegre en una casa del barrio Zarza, en Moreno. Allí fue atendido en una clínica tumbera.

Luego del frustrado asalto, el resto de la banda se dispersó.

Walter Bagnera fue el primer sosexplica­r detenido por la policía. En el momento del asalto, su hermano Mario Enrique era buscado por la policía. En agosto de 2013 protagoniz­ó una cinematogr­áfica fuga del penal de Ezeiza junto a otros doce peligrosos delincuent­es.

A partir de la investigac­ión encarada por el fiscal Gabriel Lorenzo, fueron identifica­dos los otros integrante­s de la banda, Miguel oliva, Abel Sánchez y Fernando Farías. Los tres sospechoso­s fueron apresados en el transcurso de 2015. En tanto que el jefe del grupo delictivo, Mario Enrique Bagnera Paiva, fue detenido en Montevideo. Una llamada anónima alertó a los policías de ese país que el asaltante se había instalado en un inmueble del barrio La Teja y se movilizaba con una identidad falsa, a nombre de Richard Edinson Rivero.

“Bagnera Paiva ya tenía memorizado el nombre falso, número de cédula, fecha de nacimiento y los nombres de su padre y su madre”, dijo una fuente policial de Uruguay.

Actualment­e, los hermanos Bagnera, Farías, Sánchez y oliva están detenidos en cárceles de máxima seguridad bonaerense­s, y en marzo próximo serán sometidos a juicio oral por su presunta responsabi­lidad en el asalto contra el camión blindado. Todavía no esta confirmado si Alegre acompañará a sus cómplices en el mismo juicio o deberá esperar que se termine el proceso en su contra para afrontar el debate que, en caso de ser condenado, podría dejarlo de por vida en prisión.

Con respecto a las irregulari­dades en su identifica­ción que provocaron que lo juzguen y condenen con un nombre falso, se iniciará una investigac­ión en el Departamen­to Judicial Mercedes para establecer las responsabi­lidades.

 ?? Archivo ?? mortal asalto a un blindado, en enero de 2014
Archivo mortal asalto a un blindado, en enero de 2014

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina