Naoya Inoue, hacia arriba; las reglas, hacia abajo
El japonés Naoya Inoue, de 26 años, ganador de sus 19 peleas, con 16 KO y poseedor de tres coronas mundiales en pesos diferentes, revitalizó anteayer en Saitoma la credibilidad y expectativas que las “Superpeleas” de boxeo profesional deben tener tras el anodino y desilusionante combate en el cual Saúl “Canelo” Alvarez, de México, noqueó al ruso Sergei Kovalev, el sábado pasado en Las Vegas. El pugilismo de alto consumo necesitaba en modo inmediato de un suceso. Y la irrupción de una figura íntegra y cautivante como la de Inoue lo justificó.
Inoue, a quien conocimos muy bien cuando terminó con la carrera de Omar Narváez, noqueándolo en diciembre de 2014, tuvo tres complementos ideales que cooperaron en su eyección. Ellos fueron: un rival ideal como el filipino Nonito Donaire, un veterano jerarquizado y dispuesto a ganar en todo en momento; un despliegue periodístico masivo y de consumo universal pese a ser un duelo entre dos asiáticos, y el mantenimiento de pasajes excitantes y dramáticos en cada una de sus últimas defensas. Su victoria por puntos sobre Donaire no sólo determinó la retención de su corona gallo (AMB-FIB), sino también su inclusión en un lugar excluyente en la bolsa de valores boxísticos.
Acopió en su pelea más popular todo aquello que “Canelo” Alvarez desactivó en su cotejo más promocionado y comercial. Y esto marca las grandes diferencias entre un boxeador sanguíneo y ascendente con un divo del ring extremadamente materialista calculador. Inoue reactivó las emociones que “Canelo” estancó la última semana. Japón está preparando un muy buen campeón, simple y de 19 victorias consecutivas (16 KO), que todavía no tocó su techo.
Otro tema. La Asociación Mundial de Boxeo (AMB) le propondrá al Comité Olímpico Internacional (COI) la inclusión de boxeadores profesionales en los próximos Juegos de Tokio 2020. Este tema fue tratado en la Convención Anual en China y es opuesto y contradictorio al principio que el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), otra de las entidades rectoras, fijó en Cancún, analizando suspender a los pugilistas rentados que compitan contra atletas amateurs.
Esta puja de intereses y lógicas no le aporta absolutamente nada al COI en derredor a la próxima cita de Tokio 2020. Todo sigue igual, tan opaco y mediocre como cuando la AIBA, ente excluido de la fiscalización de estas competencias por sospechas de corrupción, formaba parte de todo esto.
En cuanto a la imposibilidad de aplicar sus propias reglas en Las Vegas en los campeonatos mundiales femeninos, el venezolano Gilberto Mendoza (h.), presidente de la AMB, declaró a la nacion: “La pelea entre las estaounidenses Seniesa Estrada y Marlen Esparza se hizo con rounds de 3 minutos porque las boxeadoras aceptaron las condiciones impuestas por Comisión Atlética de Nevada. Las reglas de la AMB indican que una mujer combate 2 minutos por asalto, pero ese acuerdo particular fue aceptado por nuestro Comité. Las peleas titulares de las damas siguen siendo a 10 rounds de 2 minutos. Esto es oficial”.
El sentido común invitaba a hacer todo lo contrario. A no sancionar como oficial este cotejo que Estrada ganó por puntos por el mundial interino de los moscas. La pregunta final es: ¿tiene fuerza una organización internacional para frenar los intereses representados por los capitales del espectáculo, tal el caso de Las Vegas? No, definitivamente no.