La odisea de cargar nafta en las estaciones
La palabra “servicio” no parece adecuada en la actualidad
Alas estaciones de servicio deberíamos dejar de llamarlas así. Más correcto sería algo como “estaciones o playa de carga”, porque la palabra “servicio” ha quedado olvidada en el tiempo. No importa la bandera de la estación o el lugar (en los grandes centros urbanos la atención es bastante peor que en la ruta), mejor que no se detenga con algún problema: ninguno de los empleados que despachan nafta (no pocas veces de mala gana) le prestarán la menor atención.
Ejemplos: ponerle aire a un neumático. Antes siempre había algún playero dispuesto a ayudar; hoy arreglate como puedas. No todos saben manejar las máquinas que cargan aire (tampoco hay mayores instructivos) e incluso hay personas que físicamente no pueden hacerlo. ¿Tanto les cuesta a las empresas, a los concesionarios, al encargado del turno estar atentos a estas vicisitudes y prestar ayuda? ¿Se acuerda cuando lavaban el parabrisas? Es más, hasta cargar combustible hoy es un problema. Casi nunca los encargados y playeros se encargan de ordenar la fila de espera y distribuir los vehículos entre los surtidores, lo que hace que los ventajeros que nunca faltan hagan lo que quieran, como ingresar por el lado incorrecto, saltearse la fila, etcétera, transformado todo en un caos al que los usuarios también contribuimos (parsimonia, no correr el vehículo tras la carga y otras mañas). Luego, pagar (en especial, con tarjetas de débito o crédito), obtener el ticket y cargar los puntos, resulta otra odisea. La broma llega con las tarjetas de fidelización y las encuestas por mail sobre la calidad del “servicio” para mejorarlo. Parece algo inútil responderlas, porque la atención es cada vez peor. •