LA NACION

La odisea de cargar nafta en las estaciones

La palabra “servicio” no parece adecuada en la actualidad

- Editor Gabriel Tomich

Alas estaciones de servicio deberíamos dejar de llamarlas así. Más correcto sería algo como “estaciones o playa de carga”, porque la palabra “servicio” ha quedado olvidada en el tiempo. No importa la bandera de la estación o el lugar (en los grandes centros urbanos la atención es bastante peor que en la ruta), mejor que no se detenga con algún problema: ninguno de los empleados que despachan nafta (no pocas veces de mala gana) le prestarán la menor atención.

Ejemplos: ponerle aire a un neumático. Antes siempre había algún playero dispuesto a ayudar; hoy arreglate como puedas. No todos saben manejar las máquinas que cargan aire (tampoco hay mayores instructiv­os) e incluso hay personas que físicament­e no pueden hacerlo. ¿Tanto les cuesta a las empresas, a los concesiona­rios, al encargado del turno estar atentos a estas vicisitude­s y prestar ayuda? ¿Se acuerda cuando lavaban el parabrisas? Es más, hasta cargar combustibl­e hoy es un problema. Casi nunca los encargados y playeros se encargan de ordenar la fila de espera y distribuir los vehículos entre los surtidores, lo que hace que los ventajeros que nunca faltan hagan lo que quieran, como ingresar por el lado incorrecto, saltearse la fila, etcétera, transforma­do todo en un caos al que los usuarios también contribuim­os (parsimonia, no correr el vehículo tras la carga y otras mañas). Luego, pagar (en especial, con tarjetas de débito o crédito), obtener el ticket y cargar los puntos, resulta otra odisea. La broma llega con las tarjetas de fidelizaci­ón y las encuestas por mail sobre la calidad del “servicio” para mejorarlo. Parece algo inútil responderl­as, porque la atención es cada vez peor. •

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