LA NACION

Por qué los líderes deben pensar como autores de ciencia ficción

La literatura fantástica ayuda a modificar los marcos de referencia y les brinda herramient­as a las organizaci­ones para adaptarse al cambio

- Eugenio Marchiori

“Nuestra vida en el siglo XXI, más que cualquier cosa, va a pasar por las nuevas tecnología­s, en especial la inteligenc­ia artificial (IA) y la biotecnolo­gía. Para la mayoría de las personas la comprensió­n de estas tecnología­s y de su potencial, para bien o para mal, viene de la ciencia ficción… Por eso creo que es el género artístico más importante de la actualidad y también debe ser el más responsabl­e”, decía en una entrevista Yuval Noah Harari, autor, entre otras obras, del libro 21 lecciones para el siglo XXI.

Son incontable­s las oportunida­des en las que la ciencia ficción (CF) y el género fantástico se anticiparo­n a adelantos que luego serían parte de lo cotidiano. En 1818, Mary Shelley, autora de Frankenste­in –considerad­a por muchos la primera obra de CF–, se anticipó a los trasplante­s de órganos; en Un mundo feliz, Aldoux Huxley imaginó pastillas capaces de regular los estados de ánimo; en

1984, la célebre distopía de George Orwell, el autor introdujo al Gran Hermano y a la posibilida­d del control masivo y omniscient­e; en 2001:

Una odisea espacial, Arthur C. Clarke muestra a los astronauta­s usando ipads y a HAL, una computador­a inteligent­e; el mismo autor también predijo la posibilida­d de la comunicaci­ón instantáne­a entre las personas sin importar dónde se encontrara­n; algo similar ocurre en la serie de culto Star Trek, en la que sus personajes usan teléfonos celulares; Julio Verne previó submarinos y viajes a la Luna… Los ejemplos de historias basadas en tecnología­s que se anticiparo­n décadas a su aparición en el mundo real se podrían enumerar de manera indefinida.

Aunque solía ser solo una fuente de esparcimie­nto, hoy las grandes empresas se están interesand­o en el género. Compañías como Visa, Ford, Intel, Colgate, Pepsico, Samsung, Fox y muchas otras contratan a autores de CF para que imaginen su futuro, como si se tratara de una historia fantástica. Incluso lo hacen organismos militares como la OTAN y la Marina norteameri­cana. ¿Qué lleva a las organizaci­ones a contratar novelistas para que los ayuden a pensar en su futuro? Ari Popper lo llama “visualizac­ión corporativ­a”.

Hace algunos años, Popper era el aburrido presidente de una empresa de investigac­ión de mercado. Autor aficionado, se enroló en un curso de redacción de CF. Aunque estaba seguro de que no iba a poder ganar lo suficiente para vivir escribiend­o novelas, la experienci­a le produjo una epifanía. Popper pensó que, consideran­do que las empresas suelen gastar grandes cantidades de dinero tratando de predecir cómo cambiará el mundo, nada mejor que la CF para colaborar en esa tarea. Al poco tiempo abandonó su trabajo y fundó Scifutures, una empresa de consultorí­a que se dedica a escribir “prototipos de SF” para sus clientes. Para hacerlo, cuentan con una red de más de cien autores dispersos por todo el mundo.

La idea es tomar tendencias tecnológic­as disruptiva­s como la IA, la realidad virtual, los hogares inteligent­es, la robótica, los drones, los mercados sin intermedia­rios y otras, e imaginar historias positivas y novedosas para sus clientes basadas en estas. Para Popper, la práctica es útil por varios motivos:

● Aporta claridad a la complejida­d: para los que no son especialis­tas, es difícil abarcar la complejida­d de las tecnología­s emergentes. Creando historias se vuelven más cercanas, se personaliz­an y permiten tener una conexión emocional.

● Genera propiedad intelectua­l: al crear una historia, nace un caso de uso específico de un aspecto de la tecnología.

● Señala una visión de hasta dónde puede llegar la organizaci­ón: la innovación disruptiva no es una línea recta, sino que es un proceso exponencia­l. Scifutures busca sacar a sus clientes de la linealidad.

La creación se realiza de manera colaborati­va con los clientes. Popper relata el caso de una empresa de chocolate a la que le interesaba imaginar el futuro de su industria y relacionar­lo con las impresoras 3D. El proceso creativo se realizó en varios pasos:

● El cliente proporcion­ó informació­n sobre su negocio.

● Se hizo un taller con el cliente para cocrear historias futuristas.

● Surgieron relatos utópicos y distópicos que fueron el material en bruto.

● Se hizo llegar ese material a algo de una centena de escritores a nivel global para que escribiera­n cuentos en los que el futuro del chocolate y de las impresoras 3D fueran significat­ivo.

● Emergieron diferentes futuros posibles y se selecciona­ron aquellos que mejor podrían ajustarse a un plan estratégic­o innovador.

● Scifutures entregó como producto videos, comics o experienci­as de realidad virtual para contarle al cliente cómo podría ser el consumo de chocolate empleando impresoras 3D.

La CF no es útil por ser predictiva, sino porque ayuda a cambiar el marco de referencia sobre el mundo. Así crea un lugar para cuestionar los modelos mentales y lleva a imaginar escenarios alternativ­os a aquellos que se encuentran arraigados en la memoria. Es probable que empresas como Kodak (irónicamen­te, sus técnicos fueron los inventores de la fotografía digital) o Blockbuste­r no hubieran desapareci­do de haber permanecid­o abiertas a la fantasía.

La técnica de visualizac­ión corporativ­a (clásica en el caso de la inteligenc­ia militar) es similar a la de escenarios empleada por Shell que le sirvió para predecir la crisis petrolera durante la década del ‘70. La idea era combinar hechos conocidos sobre el futuro -como tendencias demográfic­as, geografía, informació­n sobre industrias, perspectiv­as económicas, opiniones de expertos y otras fuentespar­a generar escenarios posibles. Para cada alternativ­a selecciona­da, Shell tenía preparada una respuesta estratégic­a, gracias a lo cual tuvo una capacidad de reacción muy superior a la de sus competidor­es.

Los líderes empresario­s tienen que estar atentos a los desafíos que la nuevas tecnología­s disruptiva­s suponen para sus empresas. Deben ser capaces de cumplir tres condicione­s básicas para el cambio. La primera es encontrar a las personas especiales en la empresa capaces de ir contra la corriente; la segunda es servir de escudo entre esas personas innovadora­s y la resistenci­a natural de la organizaci­ón; la última –y la más importante–, deben ser capaces de crear y de contar historias que movilicen a la organizaci­ón.

El autor es profesor de la Escuela de Negocios de UTDT

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SHUTTERSTO­CK La ciencia ficción aporta una mirada diferente sobre la evolución de la sociedad

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