Gustavo Papini
El plan del Correo Argentino para ganar cuando nadie manda cartas
Con un déficit operativo estimado en
$800 millones este año, el Correo Argentino sabe que debe reinventar su negocio. Con su principal actividad, la postal, en retroceso por el avance tecnológico y el cambio de hábito de los usuarios que abrazaron la comunicación digital, hoy la principal empresa del rubro en el país apuesta por el puerta a puerta, la distribución de paquetes comprados a través del e-commerce y el soporte para la realización de elecciones.
“El negocio postal está en caída abrupta. Hasta 2018 bajaba al 7,5% anual este año ya retrocede un 20%. Hoy las comunicaciones ya nos e dan más por las cartas”, afirma Gustavo Papini, director general ejecutivo de la empresa desde septiembre de
2017, quien durante su carrera trabajó como número uno de Oca, Disco y Musimundo. “Por suerte, a diferencia de otros rubros, acá tenemos reemplazos. Yo vengo del negocio de la música y cuando se dejaron de vender discos, casettes y CDS, el nuevo negocio pasó por otro lado. Para los correos, hay otras oportunidades”, se entusiasma el ejecutivo.
Según números de la empresa, el
65% de su facturación aún depende del rubro postal. “Dentro de ese segmento, un 30% es el sector minorista, de pymes que mandan cartas documento o usuarios que envían correspondencia, y el resto es el rubro corporativo. Son bancos, empresas del estado que contratan el servicio o grandes empresas. No es un negocio que vaya a desaparecer, porque hay muchas formalidades que aún se necesitan, pero que viene en declive”, afirma Papini, quien brinda números elocuentes. En
2014, el mercado postal representaba $1400 millones, y este año cayó a
$800 millones. El Correo Argentino, bajo gestión estatal desde noviembre de 2003, concentra entre el 35% y el 40% de ese volumen.
“Vemos que hacia adelante el negocio se va a concentrar. En la Argentina hay 35 correos, algunos grandes y competitivos y muchos chicos que se especializan geográficamente o con una actividad en particular. En los países desarrollados eso no ocurre. Hay menos jugadores y nosotros creemos que eso va a pasar acá, donde el mercado se va a concentrar y van a quedar menos jugadores en los operadores grandes”, afirma Papini.
En ese escenario, el Correo Argentino impulsa hace dos años una reestructuración de su negocio para invertir su ecuación y revertir el déficit crónico que arrastra hace años. En el último tiempo, el rojo operativo se había profundizado hasta llegar a los $7700 millones en 2017. El año pasado, ese monto se redujo a $2200 millones y este año apunta a cerrar en $800 millones.
“Iniciamos un proceso de reorganización muy fuerte, en varios aspectos. Logramos recomponer las tarifas que teníamos retrasadas con varios clientes, hicimos un ajuste en el gasto en personal con un plan de retiros voluntarios y avanzamos en nuevos tipos de negocios”, dice Papini. A su vez, la empresa modificó su gestión para la contratación de fletes, y así bajó $1500 millones sus gastos de transporte.
El avance del e-commerce y su creciente demanda logística para la distribución de paquetes es la principal apuesta de la empresa. Uno de sus nichos es el “puerta a puerta”, el sistema de compras que se expandió tras la eliminación de las restricciones impuestas durante el gobierno anterior. En 2017, el Correo Argentino repartía 200.000 paquetes al mes y hoy supera los 1,5 millones. “Es un negocio que se multiplica año tras año. Con la última gran devaluación se frenó un poco, pero está volviendo. Nos funciona muy bien, pero tenemos que bajar más los plazos”, afirma Papini, quien sostiene que en promedio el proceso desde que el envío arriba al país hasta que llega a manos del comprador es de siete días. En ese sentido, la apuesta de la empresa es la inversión en tecnología. “Tenemos que tecnificar la red de sucursales. Hoy el cartero todacosto
Hoy, el 65% de la facturación sigue dependiendo del negocio postal
Fuera del segmento comercial, el Correo también se enfoca en la logística de las elecciones
vía completa formularios a mano, y el objetivo es reducir el papelerío, y que incorporen tecnología para hacer seguimiento de los pedidos y que se pueda modificar en tiempo real el punto de entrega”, dice el ejecutivo, que proyecta tecnificar la operación del centro de distribución de la empresa en Monte Grande.
A su vez, otro espacio que crece es la distribución de paquetes de grandes empresas del comercio electrónico, para la cual el Correo Argentina se sirve de su red nacional de 1500 sucursales y otras 2500 unidades postales (quioscos y puestos de terceros que hacen operaciones de correo). “Lo postal va ir disminuyendo y estimamos que en cinco años va a ser menos del 30% de nuestro negocio, entonces es fundamental soportar el crecimiento del e-commerce. Hoy tenemos el 55% del share de Mercado Libre. La parte negativa es que nos dan la distribución más alejada, en el interior del país donde no hay tanta cobertura, y comparativamente con el negocio postal, el es más alto”, dice Papini.
Si bien el sector tiene potencial de crecimiento (en 2018 se vendieron online 25% más de productos que en 2017, según CACE), el ejecutivo advierte sobre los problemas pendientes del país en materia logística, como el deterioro en la red ferroviaria, los costos de transporte, el mal estado de las rutas o la falta de conexiones aéreas de cargas.
Fuera del segmento comercial, Correo Argentino también se enfoca en la logística vinculada a las elecciones. Este año, la empresa trabajó en 50 comicios, desde las presidenciales hasta sufragios provinciales y municipales. “Es un negocio importante. En las del 27 de octubre trabajaron más de 60.000 personas, cuando la planta del correo son solo 15.000 trabajadores, y se contrataron más de 3000 fletes”, describe el ejecutivo. El año que viene, luego de un 2019 cargado de elecciones, la agenda de la empresa tendrá como acontecimiento central la realización del censo.
Más allá de su negocio, el nombre Correo Argentino tiene presencia en la agenda cotidiana por el litigio por deudas entre el Estado y CASA, la empresa del grupo Macri que tuvo la concesión del servicio hasta la estatización. “Quizás nos toca a nivel imagen, pero en la operación no nos afecta para nada”, dice Papini, quien enfatiza en diferenciar al antiguo concesionario con Correo Argentino S.A., la empresa creada desde 2003 que opera de forma independiente a la anterior. Y concluye: “Es confuso, pero no tenemos nada que ver. Es un conflicto del pasado por una deuda y el impacto de la estatización, que deberá resolver la Justicia”.