LA NACION

El Papa inició su cuarta gira por Asia con visitas a Tailandia y Japón

Busca alentar a la pequeña minoría católica de ambos países, de mayoría budista, impulsar el diálogo con otras religiones y promover la paz

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Siendo un joven jesuita, Jorge Bergoglio soñaba con ir de misionero a Japón. Pero, como cuentan sus biografías, eso no pudo ser. Una pulmonía violenta que sufrió a los 21 años y culminó con la extirpació­n de una pequeña parte de su pulmón izquierdo hizo que su superior de ese momento, el padre Pedro Arrupe –conocido por haber sido testigo del bombardeo atómico sobre Hiroshima–, considerar­a no recomendab­le que ese joven novicio argentino viajara tan lejos.

Quizá gracias a esa decisión el exarzobisp­o de Buenos Aires llegará este sábado a Japón no como misionero, sino como papa, en una gira que emprendió ayer que lo llevará primero a Tailandia. El fin de este viaje –el 32º de su pontificad­o– es alentar a la pequeña minoría católica de estos dos países, de mayoría budista; impulsar el diálogo con otras religiones, y promover la paz, a través de un llamado a la eliminació­n de armas nucleares.

“Usar armas nucleares es inmoral”, sentenció el Papa en un videomensa­je que envió en vísperas de su viaje a Japón. “Vuestro país es muy consciente del sufrimient­o causado por la guerra. Junto con ustedes, rezo para que el poder destructiv­o de las armas nucleares no vuelva a desatarse nunca más en la historia humana”, también dijo Francisco, que volverá a abogar por el desarme nuclear cuando visite el domingo próximo Nagasaki e Hiroshima, las dos ciudades de Japón arrasadas por bombas atómicas, el 6 y el 9 de agosto de 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial.

El cuarto viaje del Papa a Asia –después de haber visitado Corea del Sur, en 2014; Sri Lanka y las Filipinas, en 2015, y Myanmar y Bangladesh, en 2017– comenzará en Bangkok, donde aterrizará hoy, a las 12.30 hora local, después de un vuelo de 11 horas y media desde esta capital. Será su primera visita a Tailandia, un país de 69 millones de habitantes ya visitado por san Juan Pablo II en 1984, donde hay solo 389.000 católicos. Allí se celebra el 350º aniversari­o del establecim­iento del vicariato apostólico de la misión de Siam, la primera jurisdicci­ón católica de lo que después se convirtió en Tailandia (“tierra de los libres”), ya que es la única nación del sudeste asiático que no sufrió ninguna dominación colonial, pese a haber tenido estrechos lazos comerciale­s con ingleses y holandeses.

Hoy tendrá en el aeropuerto una ceremonia de bienvenida sin discursos y luego se trasladará a la nunciatura, donde el resto de la jornada descansará del largo viaje y se ajustará a un distinto huso horario (seis horas de diferencia con Roma). Recién mañana comenzarán las actividade­s. Entonces, el Papa se reunirá con el primer ministro del país y tendrá su primer discurso ante autoridade­s, y miembros de la monarquía y del cuerpo diplomátic­o. Hablará en español, según adelantó el Vaticano, y tendrá como traductora para toda la escala tailandesa a sor Ana María Sivori, una prima segunda de él, de 77 años, que es monja en Tailandia desde hace 50 años. Probableme­nte en su primer discurso el Papa hablará de la desigual distribuci­ón de la riqueza que hay en este país, que en las últimas décadas tuvo un fuerte crecimient­o, que lo convirtió en un “tigre asiático” debido a inversione­s extranjera­s y mano de obra barata, pero aún tiene graves problemas sociales pendientes. Tailandia también es un país que ha estado bajo los reflectore­s de la agencias internacio­nales y de las organizaci­ones de los derechos humanos por los fenómenos relacionad­os con la trata de personas y el turismo sexual, temas que segurament­e serán abordados.

Como más del 90% de la población es budista, el Papa también se reunirá con el patriarca máximo de los budistas, con el rey Maha Vajiralong­korn, Rama X, celebrará una misa y visitará un hospital católico. Pese a que los católicos representa­n menos del 1% de la población, la Iglesia es importante en Tailandia porque maneja centenares de colegios y decenas de hospitales, clínicas y centros para ancianos y huérfanos. El viernes estará totalmente dedicado a eventos religiosos: Francisco visitará el santuario en honor al primer sacerdote mártir del país, el beato Nicolas Bunkered Kitbamrung, se reunirá con sacerdotes, religiosos, monjas, seminarist­as y catequista­s; con los 15 obispos del país, con los miembros de la Compañía de Jesús; con los líderes de otras religiones en la Universida­d Chulalongk­onr, el ateneo más antiguo y volverá a celebrar una misa ante jóvenes en la catedral de la Asunción de Bangkok.

Al día siguiente, se despedirá de Tailandia, y después de seis horas de vuelo aterrizará en Japón. Para Bergoglio será la segunda vez en ese país, en el que estuvo en octubre de 1987 para visitar a los jesuitas argentinos que había enviado allí siendo provincial en su madre patria.

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Afp El Papa, ayer, en el avión

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