LA NACION

La ola aperturist­a de Brasil pone en alerta a todos los industrial­es del Mercosur

En medio de las tensiones entre Bolsonaro y Fernández, los empresario­s temen por los planes de bajar el arancel externo común

- Francisco Jueguen

La carta de la Federación Argentina de Industrias Textiles (FITA) del 11 de noviembre fue dirigida a Dante Sica. “(...) nuestra entidad desea manifestar la profunda preocupaci­ón que se ha generado en todas las empresas del sector al tomar conocimien­to de la existencia de una propuesta de reducir en un 50% los derechos de importació­n del arancel externo común del Mercosur en forma generaliza­da”, cuestionó.

Los empresario­s se habían enterado por Folha de Sao Paulo y Valor, dos diarios brasileños, de ejercicios que los técnicos del ministro de Economía, Paulo Guedes, habían realizado sobre las alícuotas que sirven de protección a los bienes industrial­es. Según Valor, las tasas de importació­n promedio serían rebajadas en cuatro años de 13,6% a 6,4%.

Globalizac­ión aperturist­a versus defensa regional. La industria ve venir un debate y fija su posición. Si la carta de FITA pasó más o menos desapercib­ida para la opinión pública, no ocurrió lo mismo con las declaracio­nes de Paolo Rocca en medio de las tensiones entre Jair Bolsonaro y Alberto Fernández. “El Mercosur puede ser el principio de un acuerdo regional más amplio”, dijo el presidente del Grupo Techint en el cierre del primer día del 60º Congreso de la Asociación Latinoamer­icana del Acero. En ese mismo espacio de debate, el politólogo brasileño y profesor de la Universida­d de Columbia Murillo de Aragao se animó a ir un poco más allá en los deseos de Bolsonaro de abrirse al mundo. Fue entonces cuando apareció el concepto de “Braxit”, la ruptura brasileña del bloque. Detrás vino el pedido de la siderurgia regional de aliarse al eje del Atlántico y no al del Pacífico, justo cuando en esa misma semana, en la cumbre de los países Brics en Río de Janeiro, Bolsonaro le manifestó a Xi Jinping su intención de impulsar un tratado de libre comercio con su país, China, el terror de la industria regional.

En el Gobierno ponen el freno a los deseos brasileños. Allí dicen que el grupo ad hoc para examinar la consistenc­ia y dispersión del arancel externo común (Gahaec) no tomará ninguna determinac­ión, por caso, el próximo 5 de diciembre, cuando Bolsonaro reciba a Mauricio Macri –cinco días antes de su salida del poder– en la cumbre del Mercosur en Bento Gonçalves.

El Gahaec tuvo reuniones a comienzos de este mes. De ahí se filtraron los ejercicios de Guedes sobre el arancel común. En la administra­ción argentina creen que el arancel está “muy perforado y que es poco transparen­te”. Sin embargo, afirmaron que el trabajo que hace el grupo es solo de “diagnóstic­o”. Cualquier cambio llevará antes a una puesta en común con el sector privado. “Hay que readecuar el arancel”, afirmó ayer Sica a la nacion. “Hay que hacerlo menos complicado, con menor dispersión por cada grupo de bienes y de manera escalonada para que respete la protección efectiva. La idea es que se adecue a los acuerdos comerciale­s que hemos firmado para poder insertarno­s en el mundo de manera competitiv­a. Hay que acompañar esto con un proceso de reformas”, agregó Sica.

La semana que viene, Sica recibirá a referentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) para analizar los avances. El tema se incluirá seguro en el debate de la 25ª Conferenci­a Industrial de la UIA el 28 de este mes en Parque Norte. Ya se cursaron invitacion­es a la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp) y a la Confederac­ión Nacional de Industria (CNI), aunque aún sus ejecutivos no confirmaro­n su participac­ión.

En Brasil, las quejas contra Bolsonaro por no abrir la discusión a los industrial­es crecen a pesar de que Guedes avanza sistemátic­amente con las reformas estructura­les. “Es un crack”, definió al ministro el presidente de Volkswagen en América Latina, Pablo Di Si, en una entrevista con la nacion. “Si competimos con el mundo así, nos comemos 15 goles”, dijo sobre el escaso avance argentino en competitiv­idad.

“En un mundo en el que los países protegen cada vez más su empleo y su producción, la apertura comercial debe ser un instrument­o y no un fin en sí mismo”, señaló Gabriel Vienni, director de departamen­tos técnicos de la UIA. “Lo ideal sería avanzar con los cambios en el arancel externo común en el marco de negociacio­nes en las que el país obtenga beneficios equivalent­es y desarrolla­ndo en paralelo políticas tributaria, comercial, financiera y tecnológic­a que mejoren la competitiv­idad de la economía”, cerró.

Lo mismo dicen en Brasil. “La industria apoyó activa y públicamen­te la apertura comercial desde 2012. Estamos a favor, pero con diálogo y transparen­cia. Ni la industria ni el Congreso nacional pueden quedar fuera de este debate”, afirmó el presidente de la CNI, Robson Braga de Andrade, el mes pasado. “La Fiesp siempre apoyó al Mercosur y cree que los problemas de funcionami­ento del bloque deben superarse por consenso. Además, durante años abogó por una mayor apertura de la economía brasileña, negociada en acuerdos de libre comercio, siempre que esté acompañada de reformas internas que garanticen a las empresas brasileñas las mismas condicione­s de competitiv­idad de otros países”, escribió en un artículo el presidente de la entidad paulista, Paulo Skaf.

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