LA NACION

Aunque trataron de convencerl­o, el DT dejó Gimnasia en el momento más delicado

La ausencia de unidad política y la imposibili­dad de continuida­d del presidente Pellegrino, el camino que descubrió el entrenador para renunciar al cargo; una aventura que dejó postales en cada partido, una escasa cosecha de puntos y corazones dolidos en

- M. Randrup y A. Cantore

comenzó en invierno y finalizó en primavera, pero tuvo caracterís­ticas de un amor de verano; de aquellos que empiezan con promesas de continuida­d, aunque no se sostienen en el tiempo. Diego Maradona y Gimnasia y Esgrima La Plata conformaro­n una pareja pasional, ardorosa, pero carecieron de organizaci­ón y de seriedad para perdurar. La relación terminó de manera intempesti­va, con terceros involucrad­os. El idilio, que pudo ser eterno, quedó maltrecho. El desarrollo de los acontecimi­entos dejó expuesta la grieta política que divide al Lobo, y en ese terreno fangoso el director técnico descubrió el espacio para marcharse, escudándos­e en los códigos a los que se aferró en el pasado.

El club no articuló argumentos para retener a Maradona, que tampoco se esforzó en completar el proyecto futbolísti­co.

El regreso del año surgió de una noticia falsa que se hizo viral. Porque la comisión directiva no pensaba en Maradona y el propio Diego tampoco imaginó cruzarse con el Lobo, ya que se recuperaba de una operación en el tobillo derecho. Volvió a dirigir en el fútbol argentino después de nueve años, cumplía ese deseo que expresaba a gritos cuando estaba en el exterior, aunque duró un suspiro. Oficializó la llegada mediante un comunicado y por la misma vía se despidió. “Tomo esta decisión con todo el dolor del alma, porque el presidente Gabriel Pellegrino no va a presentars­e en las próximas elecciones. Sinceramen­te, me sorprendió que no lo haga. conversé con él, y luego de escucharlo, tengo que dar un paso al costado. Yo sentí que todos juntos, los empleados del club, mi cuerpo técnico, los médicos, utileros, dirigentes, la gente, y sobre todo estos jugadores, que dejaron la piel en cada partido, estábamos encontrand­o el camino para que Gimnasia se quede en Primera. Este era el momento de continuar con el proyecto, de buscar los refuerzos necesarios. Por eso mantuvimos la ilusión hasta el último momento, porque en cada charla que teníamos con el presi, coincidíam­os en que hubiese unidad, para buscar todos juntos el objetivo soñado. Pero lamentable­mente no pudo ser. […] Sepan que nunca voy a olvidar ese primer entrenamie­nto, cuando volví a entrar a una cancha de fútbol argentino. Les deseo lo mejor, de corazón. ¡Vamos Lobo!”, fue el texto que publicó Maradona, en instagram. El artículo estuvo acompañado por una imagen de una bandera de Gimnasia y Esgrima La Plata con la frase “somos el pueblo” y el Nº 22, que identifica a la hinchada del club.

Entre el instante de su presentaci­ón y la salida, Gimnasia y Esgrima La Plata fue una montaña rusa de emociones, un club vivió en un estado de excitación permanente. Las 20 mil personas que asistieron al estreno de las prácticas en el estadio; la fila interminab­le de simpatizan­tes para hacerse socios en la sede que en la primera jornada estuvo abierta hasta la medianoche; la venta de una camiseta edición limitada, los hinchas llorando, tatuándose fechas, frases emblemátic­as y rostros de Maradona… cada presentaci­ón del Lobo en el interior resultó un ho

menaje: en Córdoba, con Talleres; en Mendoza, ante Godoy Cruz; en Rosario, frente a Newell’s, donde tuvo un fugaz pero volcánico paso como futbolista... Los divertidos bailes en el vestuario, el sufrimient­o de cada juego que se retrató en el rostro, el trono que le pusieron en el banco de suplentes en la visita a Newell’s, perlas que dejó fuera de la cancha la aventura de Maradona. Ocho partidos en los que no hubo grises: tres victorias –todas en calidad de visitantes– y cinco derrotas en el Bosque, entre ellas el clásico.

Las vivencias, las emociones, más allá de los resultados que no cumplieron las expectativ­as, aunque dejaron algunos sellos, fueron arrastrada­s por la política. Porque con Maradona, Gimnasia volvió a ganar en la Superliga, como visitante, luego de un año, y salió del último escalón de la tabla de posiciones. El esfuerzo no alcanzó para escalar en los promedios, donde el equipo está prácticame­nte condenado a descender –11 puntos lo separan de Rosario Central, el último en conservar la categoría– y tampoco para lograr un porcentaje de puntos (37%) mayor al de sus antecesore­s: Pedro Troglio (40%) y Darío Ortiz (44%). Pero los datos, los que favorecier­on su gestión y los que no pudo revertir, rebotaron contra las diferencia­s insalvable­s que se apreciaron desde el momento en que se cerraron las listas para las elecciones del sábado y de las que Pellegrino y el oficialism­o no tomarán parte. El presidente jugó su partido y aunque desea aislarse, poco sumó para alcanzar la unidad que protegiera a Maradona. El domingo pasado, lanzó un comunicado en el que no incluyó cómo repercutir­ía su decisión de no ser parte de ninguna lista en el futuro del entrenador y ayer, con los hechos consumados, apunto responsabi­lidad a los candidatos Salvador Robustelli y Mariano Cowen. “La unidad fracasó y Maradona decidió irse. Él dijo que está para sumar, no para dividir. Contra Arsenal dirige Mariano Messera”, anunció Pellegrino, al que se le ofreció un cargo en el departamen­to de fútbol. Los dos espacios políticos que pelearán por la presidenci­a firmaron un acta en el que se compromete­n a sumar al grupo perdedor, aunque el actual presidente del Lobo quedó fuera de ese acuerdo.

Sin la presencia de la persona que gestionó su contrataci­ón, ayudado por el representa­nte Christian Bragarnik, Diego desempolvó la lealtad que lo empujó a salir de Racing y de Newell’s. Maradona se marcha después de provocar una revolución y de encender una ilusión que ahora languidece por errores de quienes conducen y pretenden liderara Gimnasia y Esgrima La Plata, pero también porque ubicó a una persona por arriba de una multitud y hasta de quienes hasta ayer fueron sus jugadores. Los hinchas que lo ovacionaro­n, se esperanzar­on y vibraron con cada paso que dio su equipo, están sumidos en la desesperan­za. El caos del Lobo y el oportunism­o de Maradona, elementos que finalizaro­n una aventura insospecha­da.

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FotobAirEs Hubo marchas, se buscó la unidad y el plantel le rogó que se quedara, pero Maradona solo fue leal al hombre que lo contrató: Gabriel Pellegrino
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AFp Maradona y una imagen que se repitió en cada derrota en el Bosque; el simpatizan­te esperaba un cambio de rumbo que no llegó

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