LA NACION

Benjamín Tripier. “Lo que produce la Argentina es muy necesario en Venezuela, y tiene buena imagen”

El presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Venezolana cuenta las nuevas formas de hacer negocios en ese país, aun con restriccio­nes

- Texto Alejandro Vicchi | PARA LA NACION

Hay muchísimas oportunida­des; por primera vez en mucho tiempo los anaqueles de los supermerca­dos están llenos, con poca producción nacional, mucho importado”. Contra lo que podría esperarse, consideran­do la situación de su país, el presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Venezolana, Benjamín Tripier, es optimista sobre el flujo bilateral de negocios. Complement­ariedad, afinidad cultural y una economía privada que renace ante el repliegue del Estado, son las claves de esta nueva etapa de lo que caracteriz­acomo“uncomercio­sano, legítimo y en crecimient­o orgánico”. En Caracas, donde reside, Tripier, ex partner de Ernst & Young y senior manager de Price Waterhouse, hoy es presidente de la consultora Nueva Tecnología de Negocios NTN. El consultor conversó con LA NACIÓN durante una visita a Buenos Aires que hizo para entrevista­rse con exportador­es que están redescubri­endo el mercado venezolano, esta vez sin participac­ión estatal, y con las particular­idades que impone un escenario económico y regulatori­o que en algunos aspectos resulta insólito, incluso para los ojos de un empresario argentino.

“No hay bloqueo, hay muchos mitos sobre esto, pero lo que sí hay son muchas restriccio­nes”, explica Tripier. “El principal obstáculo hoy son las sanciones impuestas por Estados Unidos a toda la estructura del gobierno venezolano, a su operativid­ad, a los funcionari­os venezolano­s y sus familiares, pero las empresas privadas no están sancionada­s. Una empresa podría ser sancionada si utiliza fondos provenient­es del Estado, sea nacional o local. La mera tentativa de evitar las sanciones es pasible de sanción. Si las divisas generadas por una empresa privada terminaran en manos del Estado, también puede haber sanciones, pero si opera en bolívares, pasa desapercib­ido; eso ha ido reformatea­ndo toda la economía”, añade.

“El banco que hace de intermedia­rio quiere evitar ser sancionado; los departamen­tos de compliance, ante la duda, no van a correr riesgos para operar en un mercado tan chico como el venezolano”.

Paradoja número uno: la imposibili­dad de utilizar los canales habituales termina favorecien­do al proveedor extranjero. “Como no puede haber carta de crédito y hay mucha desconfian­za, toda exportació­n que se hace a Venezuela es con pago anticipado: cero riesgo para el exportador”. Paradoja número dos: debido a la debacle de la política económica, el Estado se está replegando y el mercado recupera terreno, ocupando los espacios vacíos, con la tolerancia de facto de las autoridade­s.

“El Estado llegó a hacer el 95% de las importacio­nes de Venezuela. Con las sanciones se produce un repliegue del Estado en el comercio internacio­nal y en el local. Ya no hay entes de control fiscalizan­do precios máximos y por omisión se permitió que el mercado opere. Han ido apareciend­o todos los productos de los que había desabastec­imiento”, señala. “La economía venezolana nunca dejó de ser capitalist­a”, dice Tripier, “lo que ocurre es que al atacar el gobierno al capitalism­o, la economía naturalmen­te entró en recesión. Los registros sanitarios antes eran una barrera; ahora los registros argentinos en general son aceptados; en parte porque no tienen insumos para ensayos en los laboratori­os; ciertos permisos y aranceles ya no son exigidos, no porque haya cambiado la norma, sino porque en la práctica no se aplica”.

P –¿Cómo pagan las importacio­nes si no se puede pasar por el Banco Central? ¿Se consiguen dólares?

R –El Estado permitió que el dólar comience a circular y se puede comprar en el banco legalmente, con bolívares. Al principio el sector privado tuvo que utilizar los dólares de su bolsillo, los que tenía en el exterior, para empezar a traer mercadería gradualmen­te. Había mucha desconfian­za y no se sabía si el Estado iba a interferir porque las leyes no cambiaron. Con los bolívares obtenidos de esa primera venta el sector volvió a comprar divisas, con las que pudo volver a importar, y de a poco va dándose un crecimient­o orgánico, aunque no pueden haber cuentas en dólares. Los dólares están en tu contabilid­ad y puedes dejarlos en el banco en custodia, como en cofre de seguridad, pero no pueden entrar en la contabilid­ad del banco ni pasar por el Banco Central porque esa transacció­n se haría inviable para los bancos correspons­ales.

P –¿Perohaypod­eradquisit­ivo?R –Sí, porque siguen entrando divisas por la exportació­n de petróleo; algunas compañías rusas o turcas hacen de brokers del crudo venezolano y mandan aviones con euros en efectivo para pagarlo. Además, hay 5 o 6 millones de venezolano­s afuera, que envían alrededor de US$200 por mes. En consecuenc­ia, hay inflación en dólares, y se pagan precios altísimos.

P –¿Cuáles son las mejores oportunida­des para el comercio bilateral?

R –Lo que produce Argentina es muy necesario: hay complement­ariedades, sobre todo en alimentos y medicina, y tienen buena imagen; hay competenci­a de Brasil, México y Turquía, pero el producto argentino tiene preferenci­a del consumidor; por otro lado, muchos desarrollo­s de software argentinos se están tercerizan­do en Venezuela. Una ventaja que tuvo la relación Chávez-Kirchner es que, por primera vez, el venezolano empezó a mirar al sur. Nos miramos, nos conocimos y nos gustamos; hoy el venezolano se siente cómodo con el argentino, los vinos ya son parte del paisaje, Mercado Libre es el principal portal de e-commerce, y todo lo argentino está asociado con la buena calidad.

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SANTIAGO CICHERO/AFV

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