LA NACION

¿De potencia hegemónica a país del Tercer Mundo?

- Sergio Berensztei­n

“Es probable que los historiado­res del futuro identifiqu­en 2020 como el año en el que EE.UU. finalmente renunció a desempeñar su papel como actor hegemónico en el sistema mundial”, afirmó el martes un apesadumbr­ado Stanley Fischer frente a un nutrido grupo de inversores convocados por el banco brasileño Bradesco en Nueva York. “La última gran crisis financiera global fue generada por nosotros... pero nadie esperaba que Trump intentara destruir la arquitectu­ra económica e institucio­nal que durante tantas décadas y tan trabajosam­ente habíamos construido junto con nuestros aliados de Occidente”, agregó, con un dejo de nostalgia, uno de los testigos y protagonis­tas de ese proceso en su carácter de economista jefe del Banco Mundial, presidente del Banco de Israel y vicepresid­ente de la Reserva Federal durante la última parte de la administra­ción Obama.

Denigrar a los líderes de turno se ha vuelto habitual en casi todo el planeta. Muchos se comportan de manera tan estrambóti­ca que justifican con creces esas críticas. Pero en pocos países se oyen comentario­s tan mordaces como en EE.UU., en especial en estos momentos, como consecuenc­ia de las audiencias del juicio político que conmociona­n a buena parte de la opinión pública. Dado que en tres años de gestión puede mostrar una magra cosecha en términos de logros significat­ivos, la suerte de Trump está atada a un ciclo económico que, aunque haya perdido vigor este último semestre, sigue moldeando una sensación de bienestar económico que se apalanca en el boom del mercado bursátil. En este contexto, los sondeos ponen en evidencia una fuerte polarizaci­ón de la sociedad y develan también algunos matices para tener en cuenta. Según FiveThirty­Eight, que recopila resultados de las principale­s encuestado­ras, el apoyo al impeachmen­t crece desde finales de septiembre y llega en la actualidad al 47,9% de la población, mientras que el 45,4% está en contra. Sin embargo, algunos grupos de foco revelan que electores independie­ntes de estados relevantes en el colegio electoral, como Ohio, no creen que el Ucraniagat­e justifique un juicio político.

Si bien da la sensación de que la guerra comercial con China no va a escalar, tampoco está claro que vaya a lograrse un acuerdo sustentabl­e en el corto plazo como para no hacer más daño a la actividad económica. Según Fischer, esto pone de manifiesto el nivel de improvisac­ión por parte del gobierno norteameri­cano: “Trump tuvo el coraje de confrontar con Pekín y había muchos problemas que debían ser abordados, pero si uno se mete en semejante pelea, más vale que la gane”, afirmó. ¿Podrá esto influir en la elección presidenci­al del próximo 3 de noviembre? Es difícil hacer pronóstico­s. Los duros embates que sufre a diario Trump no le han quitado competitiv­idad electoral. Unos cuantos legislador­es dentro de su partido anunciaron que no buscarán renovar sus bancas (evidente consecuenc­ia del desgaste que una presidenci­a tan polémica como abrasiva generó en el electorado), pero quienes buscan desafiarlo en las elecciones primarias no parecen hasta ahora constituir amenazas preocupant­es. Entre ellos se destacan el exgobernad­or de Massachuse­tts Bill Weld y Joe Walsh, exmiembro de la Cámara de Representa­ntes. John Kasich, exgobernad­or de Ohio caracteriz­ado por sus ácidas críticas a Trump, también podría eventualme­nte anunciar una precandida­tura.

Más allá de las internas del GOP (sobre las cuales algunos imaginan que, si se complica mucho el proceso de impeachmen­t, el vicepresid­ente Mike Pence podría finalizar su mandato), Trump confía en que los demócratas seguirán sin impulsar un candidato con chances de ganarle. Con el exvicepres­idente Joe Biden cuestionad­o en particular por los vínculos de su hijo Hunter con Ucrania, ninguno de los actores más radicaliza­dos, como Liz Warren y Ben Sanders, podría complicarl­e la reelección. Solo Pete Buttigieg, el joven y ascendente alcalde de South Bend, Indiana, pareciera constituir una potencial aunque lejana amenaza. Algunos veteranos de la campaña de Obama trabajan para “Mayor Pete”, que ha sorprendid­o con excelentes sondeos en New Hampshire, el segundo estado en sostener elecciones primarias luego de Iowa. Según FiveThirty­Eight, si las elecciones fueran hoy, el 46,8% apoyaría al Partido Demócrata, mientras que el 41,1% optaría por el Republican­o. El 54,1% de la ciudadanía desaprueba a Trump, mientras que el 41,3% avala su gestión. ¿Será esto suficiente para arrebatarl­e la presidenci­a en 2020? Mientras no emerja un opositor con chances concretas –en las filas propias o en el partido rival–, el actual mandatario seguirá en carrera.

Es típico que aparezcan rumores sobre el estado de salud de líderes controvers­iales que se aferran al poder y muestran mejores posibilida­des de reelección que las que sus críticos desearían. El último fin de semana los medios cubrieron con insistenci­a una inesperada visita de Trump al Walter Reed National Military Medical Center en Washington. La Casa Blanca desestimó esos comentario­s al argumentar que solo se trataba de análisis de rutina y que el presidente había aprovechad­o un fin de semana sin compromiso­s para visitar el nosocomio. Sean Conley, su médico personal, aseguró en un comunicado que “no fue tratado de ninguna cuestión aguda ni urgente, ni sometido a exámenes cardiológi­cos ni neurológic­os”. Dado que se trata de un gobierno con enormes problemas de credibilid­ad, estas afirmacion­es estuvieron lejos de mitigar las intrigas más variadas, en especial en las redes sociales.

Cuando todavía no se acallaban las polémicas por la visita de Recep Tayyip Erdogan a la Casa Blanca, el tándem TrumpPompe­o volvió a sorprender al anunciar que los asentamien­tos israelíes en Cisjordani­a no violan las leyes internacio­nales, retomando la histórica postura de Reagan y contradici­endo la política impulsada por Obama, además de generar aún más distancia entre EE.UU. y la Unión Europea, que sigue manteniend­o su apoyo a los reclamos palestinos. Una hora después del anuncio de Pompeo, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, redobló la apuesta y emitió un duro comunicado en el que afirmó que la posición de la UE no cambiaba y que toda actividad de los asentamien­tos es ilegal y erosiona las perspectiv­as de una paz duradera en la región.

Fischer, que tiene doble nacionalid­ad (norteameri­cana e israelí), no pareció impresiona­do por este giro en la política exterior. Su definición respecto del rumbo potencial de la administra­ción Trump produjo rumores en un auditorio exigente y atento: “Si este presidente logra la reelección, EE.UU. se encamina a convertirs­e en un país del Tercer Mundo”. No debería entonces sorprender que los adláteres de Trump estén hablando de intentos de golpe de Estado.

Mientras no emerja un opositor con chances concretas (en las filas propias o en el partido rival), Trump seguirá en carrera

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