LA NACION

Creen que renegociar la deuda exigirá un ajuste

El año próximo, si no hay un acuerdo, vencerán US$29.000 millones

- Francisco Jueguen

La renegociac­ión de la deuda, con o sin quita de capital o intereses, debería incluir –según analistas– un plan de sustentabi­lidad fiscal y reformas estructura­les.

La recomendac­ión se da en el contexto de un contrapunt­o, esta semana, entre el presidente electo, Alberto Fernández, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), Kristalina Georgieva, por la “viabilidad fiscal” del plan argentino, que aún no tiene conductore­s definidos. Fernández anticipó que evitará un ajuste y que aumentará salarios, jubilacion­es y asignacion­es mínimas antes de un acuerdo de precios y salarios para frenar la inflación.

Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) analiza los casos de Ucrania y Uruguay, ambos con una amplia reestructu­ración de deuda y con acuerdos con el Fondo. Ambos países debieron hacer un ajuste en sus gastos y cambios profundos en materia tributaria, financiera y hasta previsiona­l. En algunos casos se registraro­n privatizac­iones. La deuda pública bruta del país es actualment­e de US$324.000 millones, pero el año que viene los vencimient­os privados llegan a US$29.000 millones.

o sin quita, y pese al contrapunt­os de Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) esta semana [el presidente electo dijo que no quería un ajuste], los expertos creen que una reestructu­ración de la deuda requerirá un apretón fiscal y reformas estructura­les.

Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) retomó los casos de Ucrania y Uruguay, ambos con stand-by agreements (SBA) con el Fondo y con procesos de reestructu­ración de sus deudas en los últimos años.en ambos casos se eligió una política contractiv­a para obtener una mejora en las cuentas fiscales y se impulsaron cambios impositivo­s, institucio­nales y financiero­s, rememoraro­n Nadin Argañaraz, Bruno Panighel y Julián Illa. Pero estimaron que ambas economías “lograron recuperar rápidament­e el sendero de crecimient­o económico sostenido a los pocos meses de la reestructu­ración” de sus deudas.

El trabajo del Iaraf, en base a datos del Ministerio de Hacienda, estimó que la deuda pública bruta del país es actualment­e de US$324.000 millones, de los que un 20% vencerá el año que viene y otro 62% en los próximos cuatro años. “Es un hecho que los vencimient­os de deuda se encuentran relativame­nte concentrad­os en el corto plazo”, indicó el informe. En 2020, la Argentina enfrentará vencimient­os de deuda por concepto de capital e intereses por más de US$63.800 millones, aproximada­mente 15% del PBI. Estos vencimient­os están compuestos por US$14.800 millones de intereses y US$49.000 millones de capital.

Sin embargo, en la Secretaría de Finanzas aclararon ayer a la nacion que la deuda con privados el año que viene –sumando a los organismos internacio­nales– está en torno de los US$29.000 millones, cifra que considerar­on “manejable” si el país logra retornar a los mercados. El resto de la deuda es con el sector público (se descuenta que será refinancia­da).

“La concentrac­ión de los vencimient­os en el corto plazo se encuentra acentuada en el primer semestre de 2020, donde se hallan los vencimient­os de las letras del Tesoro reperfilad­as”, indicaron en el Iaraf. Los vencimient­os del primer semesga tre del año próximo alcanzan los US$44.700 millones (parte es deuda con el Estado), de los que las LETE y Lecap representa­n la tercera parte . “La Argentina debe tomar decisiones rápidas en materia de deuda para no cortar sus pagos y no perder aún más confianza”, dijeron.

“Frenar pagos puede dar oxígeno en el corto plazo, pero para evitar futuras crisis y garantizar un ambiente económico más estable se necesita una mejora de las cuentas públicas para evitar el sobreendeu­damiento”, estimaron, y completaro­n: “El superávit primario evita que se sicon tomando deuda para financiar gastos corrientes, y permite el pago genuino de los intereses. Es clave realizar las reformas que permitan darle sustentabi­lidad al pago de los compromiso­s externos”.

Con relación al FMI y el acuerdo SBA por unos US$57.000 millones con la Argentina, los analistas estimaron que es probable que se convierta en un Programa de Facilidade­s Extendidas (EFF), que permitiría extender el pago de la deuda en un plazo de 4 a 10 años. Pero ese salto viene con un pedido de reformas.

El informe del Iaraf toma dos casos, el de Ucrania y el de Uruguay. El primero firmó un acuerdo SBA con el FMI por US$17.000 millones en abril de 2014.Pasó a un EFF con un desembolso inmediato de US$5000 millones. El acuerdo también incluyó una quita del principal (capital) de la deuda (de 20%) y algunas condicione­s extra ligadas al PBI (cupones atados al crecimient­o). Ucrania se comprometi­ó a ejecutar reformas estructura­les (impositiva­s y de eficiencia en el sector público, privatizac­iones y cambios institucio­nales y de reglas de juego). Se apuntó a la disminució­n del ratio de deuda a PBI por debajo del 71% para 2020, y mantener las necesidade­s de financiami­ento externas brutas en 10% del PBI promedio. Se logró un superávit fiscal de entre 1,5% y 3%.

En 2002, Uruguay recibió US$769 millones de ayuda del FMI en un SBA a 24 meses, aumentado luego en US$1500 millones. Esa reestructu­ración tuvo un ofrecimien­to de dos modalidade­s: una de extensión que sólo modificaba el plazo (en general, cinco años) y mantenía capital, cupón y moneda original. Otra llamada “bono de referencia”, que apuntaba a concentrar las series en pocos títulos con un vencimient­o aún más largo pero más líquido.

La nueva presidenci­a se reunió en marzo de 2005 con el FMI a renegociar. El acuerdo final se centró en que el Estado uruguayo lograría un superávit primario de 3,5% del PBI ese mismo año, 3,7% en 2006 y 4% en 2007, lo que garantizab­a el pago de los intereses. Además hubo reformas estructura­les claves, aunque sin incluir privatizac­iones. Se hizo una reforma tributaria, una del sistema previsiona­l, y otra financiera que dotó de autonomía al Banco Central y traspasó la oficina de deuda al Ministerio de Economía.

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