“Mi amigo Evo Morales cometió un error al buscar un cuarto mandato”
Lula da silva
LA PAZ.– En una movida del gobierno provisional que podría encender aún más los ánimos y complicar la solución a la violenta crisis que atraviesa Bolivia, el expresidente Evo Morales, asilado en México, comenzó ayer a ser investigado por “sedición y terrorismo”.
La Fiscalía abrió el proceso contra Evo a partir de una denuncia presentada por el ministro de Gobierno (Interior), Arturo Murillo.
El funcionario acudió a la Justicia con un audio como prueba. En la grabación revelada el miércoles se escucha supuestamente a Evo dando instrucciones a un partidario cocalero para cercar a las ciudades e interrumpir el suministro de comida, mediante el bloqueo de rutas.
“Estamos pidiendo la máxima pena por sedición y terrorismo”, afirmó Murillo.
El exgobernante de 60 años había enviado un tuit el día anterior en el que denunciaba los planes del gobierno provisional de Jeanine Áñez para enredarlo en un “juicio internacional” con base en un “montaje”.
El fiscal general, Juan Lanchipa, dijo que le pedirá a la cancillería que “ponga en conocimiento de las autoridades de México el inicio de investigación” contra Evo, que en principio sería investigado sin fuero especial, en su condición de expresidente.
Si prospera un juicio en su contra, podría enfrentar una pena de hasta 30 años de cárcel.
El ministro Murillo denunció también al exministro Juan Ramón Quintana, exhombre fuerte en el gobierno saliente, por los mismos cargos contra Morales, pero su paradero es desconocido.
El nuevo giro que podría dar la crisis boliviana coincide con la expectativa frente a una convocatoria a elecciones y la anulación del proceso electoral del 20 de octubre.
Con mayoría en el Congreso bicameral, el partido de Evo, el Movimiento al Socialismo (MAS), busca un acuerdo con las antiguas fuerzas de oposición para renovar el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y dar paso a nuevos comicios, tras la renuncia del exmandatario el 10 de noviembre.
El gobierno provisional y el MAS presentaron sendas propuestas para un calendario electoral. Dentro del partido de Evo hay voces a favor y en contra de que se le permita una nueva postulación del exjefe de Estado. Pero las negociaciones parecían progresar ayer.
“Hemos avanzado un 95% del acuerdo y estamos haciendo un gran esfuerzo por avanzar lo más rápido posible con todas las fuerzas políticas para llamar a elecciones’’, dijo ayer el senador Omar Aguilar (MAS).
El primer presidente indígena de Bolivia dejó el poder que ejerció por 13 años a raíz del estallido social que siguió a las denuncias de fraude durante el proceso electoral. Los militares y la policía le retiraron el apoyo, tras lo cual Morales pidió asilo a México y denunció un golpe de Estado en su contra.
Sin embargo, la sucesión no trajo la esperada calma.
Presionada por las protestas de los seguidores de su adversario político, con su decisión de procesar a Evo, la exsenadora Áñez podría incluso avivar las llamas del descontento de un sector indígena y campesino que apoya al expresidente y que en los últimos días libró fuertes choques con la policía y los militares.
En un mes de crisis ya son 32 los bolivianos que murieron en las calles, por lo menos 17 de ellos por bala en los enfrentamientos con fuerzas oficiales. Las protestas generaron desabastecimiento en La Paz, donde se dispararon los precios y se multiplicaron las filas para conseguir comida y combustible.
Anteayer, una multitud que descendió desde la vecina ciudad de El Alto hasta La Paz, con los féretros de algunas de las víctimas, fue disuelta con gases lacrimógenos en inmediaciones de la sede de gobierno.
Desde el exilio, Evo criticó severamente al nuevo gobierno por la represión de las protestas y en varias ocasiones dijo a los medios que está dispuesto a retornar a Bolivia para culminar su mandato que vence el 22 de enero.
Incluso abrió la opción de no ser candidato para contribuir a la pacificación de su país, fracturado entre los “leales a Evo” –en su mayoría indígenas y campesinos– y las clases media y alta urbanas que rechazan su intento de aferrarse al poder. ▪