LA NACION

“Todo el mundo miente, y hay que tomar con pinzas lo que se lee en las redes sociales”

Lo recomienda Seth Stephen Davidowitz, autor de un best seller y excientífi­co de datos de Google

- Débora Slotnisky

Seth Stephen Davidowitz es filósofo y doctor en Economía. Además de haber trabajado como científico de datos en Google, escribió el best seller Todo el mundo miente, acerca de lo que Internet y los datos masivos (big data, en inglés) pueden decirnos sobre nosotros mismos.

Durante su visita al país para participar como invitado de la Federación de Docentes de las Universida­des (Fedun) en el XIII Congreso Internacio­nal de Economía y Gestión ECON 2019, de la Facultad de Ciencias Económicas, este profesiona­l de 37 años dialogó con la nacion acerca de cómo usamos las redes sociales.

—Usted predijo el triunfo de Donald Trump tras analizar las búsquedas en Google de términos racistas y otras palabras xenófobas. La clave de su estudio fue entender que en privado las personas revelan gran parte de sus verdaderos intereses y motivacion­es, mientras que difícilmen­te lo hacen en público.

—Es un tema universal. plataforma­s como pornhub evidencian que todos miramos pornografí­a, aunque nadie lo admite en público. —¿Eso significa que las encuestas tradiciona­les están quedando obsoletas?

—Las encuestas arrojan resultados erróneos por varios motivos. Entre ellos, que muy pocas personas están respondién­dolas, y encima, mienten. por caso, en el sondeo expresan que van a votar a un candidato, pero luego emiten su voto a favor de otro. otra contradicc­ión: si se les pregunta qué les importa, lo habitual es escuchar la economía, el calentamie­nto global y el trabajo, pero en Google una de las búsquedas más populares es “el hijo de Alberto Fernández es drag queen”. o sea que eso es lo que le interesa la gente.

—O quizás les da curiosidad el hijo de Fernández. Curiosidad e interés genuino no son sinónimos. ¿Tuvo la oportunida­d de analizar el comportami­ento de los argentinos en las redes sociales?

—Sí, en este país muchas personas hablan abiertamen­te de temas que son de índole privado, pero también pueden ser que estén mintiendo al expresarse.

—Si su hipótesis principal, la de que todos mentimos, es cierta, las compañías que trabajan en base a esos datos para hacer marketing personaliz­ado no van a llegar a resultados exitosos.

—Sí, ese es un gran problema para las empresas, porque como las redes sociales son aspiracion­ales, los consumidor­es fingen que creen en sus productos, pero en realidad no. Mi recomendac­ión para las marcas es que analicen qué sucede en las redes sociales, pero que también lo hagan en los buscadores, que son una suerte de confesiona­rio virtual. por ejemplo, todos sabemos que el sexo mueve el mundo, pero al momento de navegar por sitios de pornografí­a cada cual tiene sus preferenci­as. Es por eso que las marcas se equivocan al elegir siempre los mismos estereotip­os físicos, porque esto no atrae a todas las personas.

— Siguiendo su pensamient­o realicé un ejercicio muy impactante. Leí en mis redes sociales cómo mis amigas hablan de sus maridos. En todos los casos son “Mi esposo es el mejor del mundo”, “es el amor de mi vida”, y así. Luego puse en Google “Mi marido es…” y las cinco principale­s maneras de completar esa frase son: “un idiota”, “el mejor del mundo”, “un vago”, “aburrido” y “un inútil”. En base a esto, ¿qué consejo le puede dar a los lectores que leen las redes sociales?

—El peligro es cuando los usuarios leen las redes sociales y esto los lleva a sentirse mal respecto a sus propias vidas. porque, claramente, todas las parejas discuten. En resumen, mi consejo es recordar que todos mienten en las redes, y que nadie tiene una vida tan maravillos­a. De hecho, todos tenemos problemas similares. —Usted afirma que los algoritmos nos conocen mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. ¿Cómo deberíamos actuar teniendo en cuenta esto? —Deberíamos regular a las compañías como Facebook y Google porque nos pueden engañar. Además, a medida que la inteligenc­ia artificial (IA) se vuelva más poderosa, las empresas podrán obtener más ventajas de nosotros. Y estas tecnología­s, como la IA, también deberías ser reguladas. Hay que hacer con ellas lo mismo que se hizo con los fabricante­s de cigarrillo­s. En este sentido, ya está estipulado la cantidad de nicotina que puede contener cada cigarrillo y dónde pueden difundir su publicidad. Hoy, como no hay regulación, todos nosotros somos ratas de laboratori­os, y eso se pone de manifiesto en las pruebas de A/B, que son test que consisten en difundir dos versiones de un mismo contenido para medir cuál funciona mejor. —¿Deberíamos dejar de usar redes sociales?

—Se puede seguir usándolas, pero con cautela, sabiendo que todos las aprovechan para presumir.

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Victoria Gesualdi Seth Stephen Davidowitz

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