LA NACION

GABINETE MOVIDO

Con un mensaje que publicó por error, el presidente electo alimentó las especulaci­ones sobre la influencia de Cristina en su equipo y generó malestar en el massismo

- Gabriel Sued

La difusión de un tuit de alberto fernández que dejó sin el ministerio de seguridad a diego gorgal y sin el ministerio de transporte a carlos caserio generó un fuerte cimbronazo interno.

En cuestión de horas, Alberto Fernández pasó de disfrutar y sacarles provecho a las redes sociales a padecerlas. Después de una noche en la que se convirtió en tendencia por saludar y felicitar vía Twitter a usuarios que habían terminado una carrera universita­ria o debían rendir un examen, publicó por error un tuit en el que desnudó parte del proceso de armado de su gabinete y sacó de carrera a dos dirigentes que se encaminaba­n a asumir como ministros: Diego Gorgal (Seguridad) y Carlos Caserio (Transporte).

El tuit, que el presidente electo quiso enviar como un mensaje privado y que borró pocos minutos después de su publicació­n, respondió a un posteo del portal El Disenso titulado “Los negocios del nuevo ministro de Seguridad”, que cuestionab­a en duros términos la actividad privada de Gorgal.

“Él no va a ser el ministro. Y ojo que lo de Caserio no está seguro. Cristina le pidió que siga en el Senado y le ofreció que se haga cargo de la Comisión de Presupuest­o y Hacienda”, publicó Fernández a las 8.39 de la mañana, tal como dio cuenta unos minutos más la nacion tarde, cuando el tuit ya había sido eliminado.

El traspié expuso los hilos de un proceso de negociació­n que el presidente electo intenta mantener en reserva. En pocas líneas, Fernández alimentó además las especulaci­ones sobre la influencia de Cristina Kirchner, al menos, para dar marcha atrás con la designació­n de Caserio y mantenerlo en el Senado.

El senador por Córdoba fue el que encabezó la resistenci­a a la formación de un bloque unificado del Frente de Todos, bajo la jefatura de alguien elegido por la expresiden­ta. Su pase al Poder Ejecutivo fue concebido como una resolución pacífica de esa disputa.

Caserio pululó ayer por las oficinas de Puerto Madero, a la espera de una respuesta final, pero en su entorno interpreta­n que lo esperaba una nueva temporada en el Senado. “Poner la Argentina de pie requiere de acciones y decisiones claves. Por eso voy a estar donde mejor pueda contribuir a nuestro país y a mi provincia”, publicó en su cuenta de Twitter, para allanar el camino a su continuida­d en el Senado.

Aunque más sucinto, el mensaje sobre el Ministerio de Seguridad expuso tensiones y motivó pases de factura entre los socios de la coalición de gobierno. Referente del área de Sergio Massa, Gorgal estaba instalado hace alrededor de un mes como el único candidato fuerte para ocupar esa cartera, que pronto se convertirá, según los planes de Fernández, en un Consejo de Seguridad, con integració­n multiparti­daria. La decisión de que él no encabece el área responde a que en el reparto interno de espacios de gestión ese lugar dejó de correspond­erle al Frente Renovador, según confirmaro­n allegados a Fernández y a Massa, futuro presidente de la Cámara de Diputados.

Las versiones difieren respecto de los motivos y los pormenores de esa decisión. En el Frente Renovador mastican bronca: dicen que el reparto cambió después del regreso de Cristina Kirchner de Cuba y que la expresiden­ta solicitó ese casillero para alguien de su fuerza o de su agrado, dado que representa un área muy sensible para la gestión que encabezará Axel Kicillof, como gobernador de la provincia de Buenos Aires.

En el entorno del presidente electo lo niegan. “Las pelotas están en el aire. El único que está confirmado es Alberto Fernández”, exageran, para descartar que el cambio haya respondido a una exigencia de Cristina. “Massa opera cosas que no tiene cerradas para que haya que pagar un costo si no se cumplen”, señaló un dirigente que pasó ayer por las oficinas de Fernández en Puerto Madero. Lo cierto es que, hasta el momento, el Frente Renovador no tiene ministros asegurados en el gabinete.

La designació­n de Gorgal hubiese sido una decisión política de peso. Politólogo con un máster en Política

Pública en la Universida­d de Georgetown, es coautor del libro Mano

justa, que escribió junto a Germán Garavano, actual ministro de Justicia de Mauricio Macri, y Eugenio Burzaco, secretario de Seguridad del ministerio de Patricia Bullrich. Se enteró de que no iba a ser ministro anteayer y rechazó ocupar otros cargos que le ofrecieron en el futuro gobierno. “Fue una desproliji­dad, un manoseo innecesari­o”, evaluó ayer un dirigente que va a integrar el gabinete.

Las versiones sobre un supuesto pedido de Cristina Kirchner quedarán fortalecid­as o debilitada­s la semana que viene, cuando el presidente electo dé a conocer su gabinete. Sin confirmaci­ón de parte del entorno de Fernández, el único nombre alternativ­o que circuló para ocupar el Ministerio de Seguridad fue el de Juan Martín Mena, segundo de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) durante el último gobierno de Cristina.

El caso de Caserio desnudó otras tensiones. Hugo Moyano, entre otros sindicalis­tas, hizo saber su deseo de tener el control sobre el Ministerio de Transporte o de, al menos, influir en la designació­n del titular de esa cartera. En simultáneo, la situación se complicó en el Senado. Si Caserio renunciara a su banca, en su lugar asumiría Amelia López, funcionari­a del gobierno de Juan Schiaretti.

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