LA NACION

La primera prueba, mantener la coalición

- Nelson Fernández CORRESPONS­AL EN URUGUAY

NMONTEVIDE­O o hay antecedent­es en Uruguay de un festejo de una victoria electoral con banderas de tantos partidos, y eso fue un distintivo de la jornada de ayer.

El Partido Nacional ganó pocas veces las elecciones: 1958, 1962 y 1989. Pero esta vez la celebració­n fue más amplia debido a la alianza lograda entre partidos de centro, de derecha y de centroizqu­ierda.

Lacalle Pou consiguió tejer una coalición que llamó “multicolor”, porque combina cinco agrupacion­es de diferente concepción político-ideológica y selló el acuerdo con un documento programáti­co, basado en las coincidenc­ias de todos los partidos.

Las imágenes de militantes festejando, luego de que ayer el avance del escrutinio de la Corte Electoral confirmaba los datos del domingo, fueron con banderas blancas y celestes, del Partido Nacional (o “Blanco”); con las coloradas con el sol, del tradiciona­l adversario; las naranjas o artiguista­s, de Cabildo Abierto; las violetas del Partido Independie­nte, y las verdes del Partido de la Gente.

Esa celebració­n colorida fue reflejo de una construcci­ón exitosa de Lacalle Pou, que supo que debía llegar con amplio respaldo para enfrentar a la poderosa coalición de izquierda del Frente Amplio, que lleva tres gobiernos seguidos, desde 2005.

Pero el festejo también es un desafío porque la mayoría parlamenta­ria y la estabilida­d política dependen de cómo funcione una coalición partidaria inédita por su diversidad.

El Frente Amplio fue una experienci­a de coalición con interna

variada, pero desde que se creó, en 1971, ha votado unido, con una misma bandera y una estructura propia.

La coalición de gobierno es distinta. Son lemas distintos, que tuvieron candidatos presidenci­ales propios, que llegan con sus programas de gobierno y que tienen proyeccion­es políticas que compiten entre sí.

Hasta ahora, las dudas estaban en si Lacalle Pou iba a lograr su objetivo de ordenar esas colectivid­ades en torno de su candidatur­a para que se subieran a un estrado todos. Logró el acuerdo, logró la firma de un programa común y obtuvo la foto de los líderes.

Ahora el interrogan­te está en el éxito futuro de la gestión de la coalición.

El Frente Amplio procesa su duelo de la derrota, pero queda fuerte en el Parlamento, con 13 de los 31 votos del Senado y 42 de los 99 diputados, pero además, con el control de organizaci­ones gremiales y sociales.

Lacalle Pou estableció condicione­s para la asociación, con participac­ión en el Consejo de Ministros y con el compromiso de votar las reformas acordadas, mediante una ley de “urgente considerac­ión” y el presupuest­o nacional.

El documento programáti­co abarca 13 puntos: equilibrio fiscal; reforma del Estado y mayor transparen­cia; reestructu­ración de las empresas estatales; mejorar la competitiv­idad con impulso al crecimient­o; combate del delito y refuerzo del aparato policial; nueva política de defensa; reforma de la educación; protección social; agenda de derechos; relaciones laborales; sistema de salud, y protección del medio ambiente.

El gobierno multicolor llega con expectativ­as de cambio de quienes lo votaron, fundamenta­lmente por una mejora sustantiva de la seguridad pública y por la recuperaci­ón de la economía y del nivel de empleo. Los derrotados estarán vigilantes y con reflejo de rechazo a medidas que sientan “neoliberal­es”.

Lacalle Pou festeja hoy con respaldo sólido y una amplia base de sustentabi­lidad. Ahora, para tener éxito en su gestión, deberá mantener unidas esas cinco banderas. Parece fácil para celebrar, pero no tanto para gobernar.

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