Trump apoya las protestas en Hong Kong y enfurece a Pekín
Promulgó una ley que respalda a los manifestantes que desafían al régimen; China amenazó con tomar represalias
PEKÍN.– El enfrentamiento que mantienen Estados Unidos y China no cede. En esta oportunidad, el presidente estadounidense, Donald Trump, promulgó una ley para apoyar a los manifestantes a favor de la democracia en Hong Kong, lo que despertó la ira del régimen de Xi Jinping.
“Hoy he promulgado (...) la ley de 2019 sobre los derechos humanos y la democracia en Hong Kong”, informó Trump a través de un comunicado difundido por la Casa Blanca. “He firmado esa resolución por respeto por el presidente Xi Jinping, China y el pueblo de Hong Kong”, expresó en el documento, a la vez que destacó que esperaba que “los líderes y representantes de China y Hong Kong sepan solucionar de forma amistosa sus diferencias”.
El mandatario ratificó una resolución que fue adoptada días atrás por una amplia mayoría en el Congreso, aunque anteriormente había manifestado sus dudas sobre la ley, ante la posibilidad de que pusiera en riesgo el vínculo económico.
La ley establece el apoyo formal a las protestas y amenaza con suspender el estatuto económico especial concedido por Washington a Hong Kong en caso de que no se respeten los derechos de los manifestantes.
El intercambio con Hong Kong dio a Estados Unidos el mayor superávit entre sus socios globales en la última década, equivalente a 33.000 millones de dólares solo en 2018.
La legislación fue celebrada tanto por senadores del Partido Republicano como por miembros de la oposición demócrata. “Estados Unidos ahora tiene herramientas nuevas y significativas para disuadir una mayor influencia e interferencia de Pekín en los asuntos internos de Hong Kong”, expresaron en conjunto un grupo de senadores republicanos y demócratas. “Después de las elecciones históricas del pasado fin de semana en Hong Kong, que incluyeron una participación récord, esta nueva ley no podría ser más oportuna para mostrar un fuerte apoyo de Estados Unidos a las libertades” de los habitantes de la isla, agregaron.
Hace una semana, el canciller chino, Wang Yi, había condenado el proyecto de ley, al considerarlo “una interferencia explícita en los asuntos internos de China”. La cancillería china había advertido a Estados Unidos que “sufriría todas las consecuencias” si se aprobara el proyecto de ley.
Después de que se promulgó el apoyo a los manifestantes en Hong Kong, China reaccionó, calificó la ley de “abominación absoluta” y amenazó con tomar represalias. Por eso, se convocó al embajador de Estados Unidos en Pekín, Terry Branstad, por segunda vez en cuatro días.
Oposición
El viceministro de Relaciones Exteriores chino, Le Yucheng, expresó a Branstad la “firme oposición” de su país y le pidió a Estados Unidos “corregir su error” y “no aplicar” la ley, para no “perjudicar más las relaciones y la cooperación sino estadounidense ”. Para el canciller, la resolución de Estados Unidos “oculta intenciones siniestras”.
El principal foco de conflicto tiene que ver con el vínculo comercial entre ambos países y el impacto que esta medida pueda tener sobre la posibilidad de resolver la guerra comercial entre las dos principales economías mundiales.
En tanto, una vez conocida la decisión de Trump, más de 100.000 personas se autoconvocaron en Hong Kong para festejar la firma de la ley.
En el mitin, celebrado ayer en Edinburgh Place, muchos ondearon la bandera estadounidense entre consignas como “lucha por la libertad, alineada con Hong Kong”. La foto de Trump representado como el púgil Rocky Balboa, que hizo famoso Hollywood, publicada por el magnate en Twitter anteayer, acompañó las manifestaciones masivas.
Un delegado estudiantil advirtió en un discurso que las leyes estadounidenses no representaban un “final de juego’’ porque no se han satisfecho los reclamos de democracia plena y una investigación independiente de la represión policial. “Ahora es el momento de que el mundo occidental se alce con Hong Kong”, agregó el dirigente.
Hong Kong vive desde junio manifestaciones sin precedente contra la injerencia de Pekín y en favor de una mayor democracia, en este territorio semiautónomo de 7,5 millones de habitantes, que sufre su mayor crisis política desde que, en 1997, volviera a la soberanía china.