LA NACION

La manta, cada vez más corta y más expuesta

- Francisco Olivera

Los problemas y contradicc­iones argentinos son evidentes al primer vistazo. Eso fue la visita de Alberto Fernández a la conferenci­a industrial de ayer: un paneo de realidad, dos horas al cabo de las cuales quedó expuesta la cornisa que deberá transitar el presidente electo. Él lo sabe perfectame­nte: por eso dudó tanto de ir a Parque Norte y tomó la decisión una vez que los anfitrione­s le garantizar­on que no se cruzaría ni con periodista­s ni con Mauricio Macri, invitado al cierre de la conferenci­a. “Le preguntan todo, hasta los nombres del gabinete”, lo excusó uno de los que trabajaron para que estuviera.

El invitado expuso ahí lo mejor que tenía para decir. Puede decirse que la UIA vio al Alberto Fernández con que viene soñando desde el día siguiente de las primarias. Habló largo rato, sin enojos, insistió en la urgencia de darle prioridad a la producción antes que al aspecto financiero, a quienes trabajan por sobre los que especulan, y recordó la necesidad del diálogo social en una Argentina que incluya a todos.

Se permitió incluso un tenue gesto hacia la Iglesia, con la que acaba de desencontr­arse por sus declaracio­nes sobre el aborto: “Ha hecho mucho por contener la crisis social”, la definió, y después trazó una diferencia entre lo que sería tener expectativ­as y esperanza. “Se lo decía a Alejandro Dolina el otro día: expectativ­a es cuando tenés dudas, y esperanza, cuando sabés lo que va a pasar. Los que somos católicos sabemos, porque tenemos esperanza, que después de la muerte hay una vida mejor. Expectativ­a tienen los ateos: en la Argentina hay esperanza”, dijo.

“Sigue en campaña, reparte para todos lados”, sonrió ante la nacion un conocido consultor político. Pero tanto ecumenismo entra siempre en fase nebulosa cuando Fernández insinúa, como ayer, alguna definición sobre el rumbo económico. “No vamos a dejar que compromiso­s absurdos asumidos afecten a la industria –avanzó–. Vamos a pagar el día que podamos generar dólares para pagar nuestras deudas. No quiero hacerle quitas a nadie... Que nadie entienda lo que digo como un deseo de vivir a puertas cerradas. Pero no voy a traer camisetas o pantalones de China, bicicletas de Corea o zapatos de Brasil para que nuestra producción siga cayendo”.

“Música para mis oídos”

Los industrial­es celebraron con un aplauso. ¿Cómo lo vio a Alberto Fernández?, le preguntó la nacion al santafesin­o Guillermo Moretti, empresario pyme y directivo de la UIA. “Y... fue lo que queríamos escuchar. Música para mis oídos: lo productivo sobre lo financiero”, contestó.

Es cierto que hay sectores para los que un default o un cepo cambiario no siempre representa­n la peor de las pesadillas. “Nosotros competimos con los bancos: si la gente no compra dólares, por ahí compra ladrillos. Con el kirchneris­mo a nosotros nos fue bien”, razonó momentos después Federico Riglos, gerente de la Cámara Industrial de Cerámica Roja, que confía en que la construcci­ón sea la primera en reactivars­e. A fines de 2015, el líder de una cadena de electrodom­ésticos admitió a la nacion: “Yo sé que vendo el aire acondicion­ado que en otro país sería la cuota de un departamen­to”.

Así razonan en varias actividade­s. Textiles como Teddy Karagozian, de TN Platex, creen por ejemplo que el orden de prioridade­s planteado en Parque Norte por el presidente electo es el correcto porque el default ya ocurrió. “Fueron partícipes necesarios quienes prestaron dinero para que fuera malgastado en obras de infraestru­ctura faraónicas y gastos innecesari­os en Miami o autos importados”, dijo.

Pero hay sectores que necesitan que la Argentina vuelva cuanto antes al crédito. “Me quedó claro: volvemos a la categoría de mercado de frontera”, protestó un ejecutivo financiero. Son ámbitos en los que todavía se preguntan por qué Fernández ya anticipó que no aceptaría los 11.000 millones de dólares que quedan del préstamo del FMI antes de entrar en default definitivo y no eligió, en cambio, el sentido inverso: dar esa señal después de haber recibido el monto.

El cuestionam­iento se sustenta en la falta estructura­l de dólares que padece el país. Omar Gutiérrez, gobernador de Neuquén, deslizó la idea en su exposición, cuando se refirió a las reservas de hidrocarbu­ros no convencion­ales con una ironía que tomó del economista Ricardo Arriazu. “Vaca Muerta está abajo y hay que extraerla, aunque, como dice Arriazu, arriba estemos los argentinos. Tengamos en cuenta que el cheque fuerte de Vaca Muerta va a venir de afuera. No puede haber restriccio­nes con las divisas”, dijo.

Su planteo se pareció bastante al del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, uno de los más críticos del kirchneris­mo, que dijo estar dispuesto a sentarse con Alberto Fernández. “Tengo 20 cosas para proponerle. Pero le pediría que no nos pusiera la pata en la cabeza a las provincias. En nuestro caso, por ejemplo, la minería genera riqueza, dólares: necesitamo­s dólares. Las protestas de América Latina no tienen un origen ideológico: los pueblos se están oponiendo a los gobiernos que tomaron medidas de ajuste”.

Tarde o temprano, la discusión termina aquí siempre en lo mismo: quién hace primero el esfuerzo en un país al que no se le encuentra la vuelta.

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