LA NACION

La Justicia cuestionó el decreto de Macri que creó la agencia de protección de testigos

Casación expresó su preocupaci­ón por su inclusión en un consejo del organismo

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La Justicia, otra vez, cuestionó los planes del gobierno de Mauricio Macri para el programa de testigos protegidos.

La Cámara Federal de Casación, el tribunal que había sido “invitado” a encabezar el Consejo Consultivo de la Agencia Nacional de Protección de Testigos e Imputados, se reunió ayer y manifestó su “preocupaci­ón” por el decreto de necesidad y urgencia de Mauricio Macri que dispuso la creación de esa agencia.

Los camaristas del máximo tribunal penal resolviero­n enviarle un oficio a la Corte Suprema –que había manifestad­o su oposición a que el programa pasara a la Justicia, plan original del Gobierno– para “poner en su conocimien­to la preocupaci­ón” de la Casación “por la compatibil­idad de su aplicación en relación con las atribucion­es constituci­onales y legales de esta Cámara”.

Varios de los miembros de la Casación no estaban en la reunión. El tribunal decidió que va a “continuar la deliberaci­ón en un acuerdo general” el lunes próximo.

Los camaristas sostuviero­n que le daban intervenci­ón a la Corte porque es ella quien está “investida”

de “atribucion­es de gobierno del Poder Judicial”.

La reacción de la Casación fue una respuesta al decreto de necesidad y urgencia 795/2019, publicado en el Boletín Oficial, mediante el cual el Gobierno creó la Agencia Nacional de Protección de Testigos e Imputados, un organismo autárquico. El plan del oficialism­o es que esa agencia esté a cargo del presidente de la Cámara de Casación e integrado por el procurador general de la Nación y el secretario de Seguridad.

La intención del decreto es que, cuando asuma el nuevo presidente, el antiguo Programa de Protección de Testigos e Imputados, que vela por la seguridad de los arrepentid­os que declararon contra el kirchneris­mo, entre otros, no quede bajo el control del nuevo gobierno.

Los protegidos

Actualment­e se encuentran bajo el programa de protección de testigos unas 200 personas, la mayoría de ellas testigos protegidos y arrepentid­os en casos de narcotráfi­co y secuestro extorsivo.

Pero también los exfunciona­rios kirchneris­tas “arrepentid­os” que con sus declaracio­nes terminaron sumando pruebas para llevar a juicio a Cristina Kirchner y Julio De Vido, y condenar a Amado Boudou. Ellos son José López, exsecretar­io de Obras Públicas, condenado a seis años de prisión por enriquecim­iento ilícito por los bolsos con nueve millones de dólares; Alejandro Vandenbroe­le, quien confesó haber actuado como testaferro de Amado Boudou para quedarse con la imprenta Ciccone, y su exesposa, Laura Muñoz, quien aportó pruebas como testigo para descubrir el rol de su exmarido.

Ellos siguen en el programa, pero según fuentes oficiales algunos manifestar­on preocupaci­ón por su futuro. Quien se retiró del plan es Leonardo Fariña, que asesoró a Lázaro Báez con sus finanzas y luego terminó declarando como arrepentid­o en las causas en las que está siendo juzgado por lavado de dinero y por beneficiar­se de la obra pública.

Fariña sostuvo primero que se iba por razones personales, para estudiar y trabajar, pero después dijo que el cambio en el escenario político había sido determinan­te en su decisión.

Hasta ahora el Programa de Protección

de Testigos e Imputados dependía del Ministerio de Justicia.

Según el decreto, la Agencia Nacional de Protección de Testigos e Imputados tiene “carácter de ente autárquico” y estará “dotado de autonomía funcional”.

El Consejo Consultivo de la agencia estará presidido por el presidente de la Cámara de Casación, que fue invitado a integrarlo, al igual que el procurador y el secretario de Seguridad. Fue en respuesta a esa invitación, la reacción de la Casación.

El Gobierno había intentado hace quince días entregar el Programa de Protección de Testigos a la Corte Suprema de Justicia y luego a la Cámara de Casación, pero los jueces de ambos organismos rechazaron esa posibilida­d.

Argumentar­on que sus funciones son juzgar en las causas que llegan a su conocimien­to y, en todo caso, valorar las declaracio­nes de los testigos protegidos y de los imputados que declaran como “arrepentid­os”, pero entre sus tareas no está velar por la seguridad de estas personas. No convenció a los jueces ni la atractiva carga con la que venía el programa, que consistía en más de 50 contratos

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