Empezá un nuevo año con el cuerpo y el espíritu equilibrados
Cuidar tu salud no solo es hacerte chequeos periódicos y visitar a tus médicos. También es ocuparte de tu bienestar y alcanzar un verdadero equilibrio entre tu cuerpo, mente, emociones y espíritu. Te contamos cuáles son las herramientas prácticas para log
Ll 2019 ya cursa su recta final. Con la llegada del último mes del calendario, es indefectible no realizar un balance y repaso de los acontecimientos en nuestra vida durante este año. ¿Fue relativamente bueno o malo? Hay quienes ya cuentan los días para la llegada de esas anheladas vacaciones, y otros, en cambio, ya compraron la agenda 2020 para planificar el año entrante: empezar un nuevo trabajo; irse de viaje; probar una actividad física o recreativa diferente; volver a estudiar.
Sean cuales sean tus planes, desde lo físico y emocional, sentimos que el cierre de un año amerita, además de un balance, nuevas metas y proyectos por planear. Es una nueva página que pasamos de nuestro capítulo de vida y que queremos completar con nuevas aventuras, mejorar aquellas fallidas, probar otros caminos y fijarnos objetivos.
Lo cierto es que las experiencias quenossatisfacensonlasquehacen que nuestra vida sea amena, feliz y estemos más sólidos y sostenidos a la hora de recibir el impacto de cualquier adversidad.
Felicidad 360
Cuando tomamos ese planner nuevo, es importante completarlo con cuestiones que nos generen un bienestar genuino; lógicamente los compromisos formales son impostergables, pero el foco de una vida plena es la felicidad. Por eso, preguntate ¿qué cuestiones te generan felicidad? Palabra amplia, compleja y versátil. La licenciada Martha Bocconi profundiza sobre el concepto: “Las personas felices son conscientes de sus actitudes, de las decisiones que toman, de los vínculos que forman y se hacen cargo de ellos. Otra cuestión es construir vínculos sanos; la realización personal y las relaciones positivas son elementos centrales para el bienestar. De hecho, los vínculos sanos impactan directamente en funciones fisiológicas, psicológicas y de comportamiento”, destaca.
Ser feliz no depende de logros o victorias, tampoco está relacionado con la inteligencia o el nivel educativo, ni con la edad. Los estudios dicen que hay circunstancias sobre las que no tenemos control directo y que facilitan los estados de bienestar, pero es importante destacar que podemos hacer mucho para contribuir con él: • Mejorar la forma en que pensamos y expresamos nuestros sentimientos
• Ver de qué manera establecemos metas e intentamos lograrlas
• Reflexionar sobre cómo evaluamos nuestros resultados
• Establecer vínculos positivos y desechar los tóxicos
• Reducir los pensamientos negativos
• Tomar conciencia de los momentos prestando atención al presente y disfrutándolo
• Trabajar la autoaceptación y el registro emocional
• Tener hábitos saludables (dormir y comer bien, hacer actividad física) • Conectar con el optimismo, el humor, la sensibilidad y poder ir más allá de uno mismo usando las fortalezas personales para contribuir a un bien mayor
Nada más placentero que realizar actividades que nos satisfacen. Desde la importancia de disfrutar de la compañía de amigos o de una buena comida, compartir momentos agradables con seres queridos, pareja, hijos o nietos; viajar, leer libros que nos interesen, escuchar música, amar o tener sexo.
Estado de flow para la buena salud
La vivencia de experiencias que generen el “estado de flow” (fluir), es decir, aquellas en las que suspendemos todo tipo de presión, casi como si perdiéramos la noción del tiempo son las que iluminan nuestra vida. Pintar, escribir, bailar, cantar, tocar instrumentos, meditar o practicar yoga -atención plena- son actividades que disminuyen sensiblemente los niveles de ansiedad, los estados de alerta y mejoran la salud. Y por último pero no menos importante: la práctica de actividad física.
Lo cierto es que las claves de una vida saludable y placentera son integrales y se articulan entre sí. La actividad física merece un capítulo propio ya que tiene gran impacto en la salud. Por ejemplo, la actividad física intensa modifica el perfil lipídico, lo cual genera un mecanismo de mejora del riesgo cardiovascular. Diversos estudios permiten afirmar que las personas activas tienen concentraciones de colesterol total más bajas que las sedentarias. Además, se observa una reducción de un 50% en los niveles de presión arterial y de más de un 50% en el uso de medicación hipotensora e hipolipemiantes y, con ello, también del riesgo de enfermedad coronaria estimado.
A su vez, aquellos que mantienen actividad física en forma regular sostienen que experimentan una sensación de bienestar relacionada con su práctica. Lo mismo afirman personas con una enfermedad cardiovascular, a quienes esta sensación les ayuda, además, a superar la depresión y la ansiedad que en algunos casos puede presentarse.