LA NACION

Cómo es el primer jazz kissa porteño

Del 5 al 7 de diciembre, Black Forest será sede del encuentro Nordic Jazz Harvest en Buenos Aires

- Alejandro Rapetti

La idea seduce por la simplicida­d de su diseño. Un subsuelo dedicado al deep listening o escucha activa de selectos vinilos de jazz, mientras se bebe un whisky japonés, un café o una copa de vino y se disfruta del sonido analógico en equipos vintage de alta fidelidad. Inspirado en una arraigada tradición japonesa, Black Forest es el primer jazz kissa de Buenos Aires, donde la experienci­a de escuchar música se resignific­a en cada sesión envuelta en una atmósfera íntima y sofisticad­a. Inauguró hace un año en el sótano de la librería Falena (Charlone 201, Chacarita), y para festejar su primer aniversari­o, producirá el primer Nordic Jazz Harvest en Buenos Aires.

“La idea surgió de mi socio, Jali Wahlsten, que es finlandés. Me contó que en Japón existen uno lugares llamados Jazz Kissa, que son cafés donde se escucha jazz en equipos analógicos y de alta definición. Son espacios muy tradiciona­les que están más asociados al Japón intelectua­l y nerd, no tanto al Japón cool. Pequeños reductos donde toman whisky, café, y escuchan jazz en vinilos. Y me encantó. Se dio justo que yo heredé un equipo de audio que hizo despertar en mí el interés por los vinilos y por el jazz. Todo confluyó en ese momento cuando decidimos armar el sótano, que anteriorme­nte se utilizaba para la presentaci­ón de libros”, cuenta Marcela Giscafré, anfitriona del lugar que por el momento funciona todos los jueves, de 19 a 21, con la presencia de un selector diferente cada semana. Sólo se puede ir con reserva (vía blackfores­t. buenosaire­s@gmail.com).

“En algunos casos, los selectores se copan más dando un marco a la música y cuentan un poco lo que se escucha, de qué manera fue grabado, mientras otros prefieren no decir nada. Cada sesión es diferente”, agrega.

El espacio, con capacidad para unas 30 personas, está organizado en pequeños livings. En el centro se destaca una foto del bosque que inspiró su nombre, Black Forest, y un poco más allá se ubica el piano reservado para los ciclos de improvisac­ión que se realizan el tercer lunes de cada mes, todo iluminado con luz tenue de las velas y unas pocas lámparas japonesas. Las paredes forradas en madera y el piso cubierto de alfombras nórdicas redondean la acústica exquisita de los equipos analógicos. También hay una cava donde se sirve el whisky y los vinos para acompañar la escucha.

Escucha activa

“Tratamos de crear el concepto que viene de Japón aquí en Buenos Aires para centrarnos en la música y la escucha. A veces pasa más y a veces pasa menos. No estamos diciendo por favor hagamos silencio. Bueno, a veces les pido que el volumen de las voces no supere el de la música. Pero fluye, hay mucha gente interesada en la propuesta de escuchar activament­e, con mayor conciencia. Es eso, una experienci­a de escucha un poco más activa de lo que habitualme­nte hacemos en espacios públicos”, sigue Giscafré.

A un año de su apertura, del 5 al 7 de diciembre, Black Forest organiza el primer Nordic Jazz Harvest en Buenos Aires, con el apoyo del Consejo Nórdico de Ministros, una organizaci­ón de cooperació­n entre los parlamento­s de los cinco países nórdicos. Los dos primeros días transcurri­rán con el formato habitual de las sesiones de escucha de vinilos; el cierre será el sábado 7 con música en vivo, catering de comida nórdica, unos buenos vinos y el whisky… siempre.

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Ignacio Sánchez Vinilos y equipos de alta fidelidad en Black Forest

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