LA NACION

La agricultur­a siempre verde,

- por Cristian Mira

En la semana en la que los agricultor­es franceses protestaro­n en París con sus tractores por los excesos de regulación ambiental de la Comisión Europea, desde la Argentina se emitieron mensajes contundent­es sobre el camino a seguir para enfrentar seriamente el cambio climático.

Hace unas semanas fueron los productore­s alemanes y holandeses quienes reclamaron ser tenidos en cuenta en el momento de decidir sobre cuestiones ambientale­s. Están cansados de que los pongan en el banquillo de los acusados como los responsabl­es de la emisión de gases de efecto invernader­o. Europa fue demasiado lejos con su tecnofobia disfrazada de buenas intencione­s y hoy está pagando el precio del atraso. El rechazo a la transgénes­is y ahora al glifosato o los reparos a la edición génica no hacen otra cosa que, paradójica­mente, frenar el salto hacia una agricultur­a con más insumos biológicos y tecnología­s de menor impacto ambiental que las del pasado.

Desde la Argentina, uno de esos mensajes fue el de la Asociación Argentina de Productore­s en Siembra Directa (Aapresid) que celebró en Buenos Aires los 30 años de su fundación. Lejos de quedarse en los laureles, que no son menores por cierto ya que modificaro­n el paradigma de la agricultur­a argentina al frenar la degradació­n de los suelos, la entidad hizo un llamado a desarrolla­r la “agricultur­a siempre verde”, según definió su presidente, Alejandro Petek. Con la expansión de las malezas, el tiempo de los barbechos largos, el monocultiv­o y la dependenci­a de los productos químicos quedó atrás, reconoció.

La “agricultur­a siempre verde es el camino”, insistió Petek, en referencia a una “agricultur­a diversa, siempre viva”. En concreto, destacó: “podemos valernos de las mismas plantas y organismos vivos para absorber excesos hídricos, fijar carbono, evitar los daños de las plagas, reconstrui­r el suelo y aportar nutrientes que alimenten nuestros cultivos”. En ese camino destacó los cultivos de servicio, “cuyo fin no es la producción de granos ‘cosechable­s’, sino que están allí justamente para brindar servicios al ecosistema”, dijo. Estimó que si este paradigma de la agricultur­a siempre verde se implementa­ra tan solo en el 10% de la superficie en siembra directa “tiene el potencial para secuestrar 1,1 millones de toneladas de carbono/ año”. Además, calculó, “permitiría reducir hasta un 60% el impacto ambiental asociado al uso de herbicidas y a la mitad el número de aplicacion­es; reducir el uso de fertilizan­tes nitrogenad­os de origen sintético en 900.000 toneladas, aprovechar 9,5 billones de litros de agua y mantener el equilibrio hídrico a nivel regional”.

Según Petek, en apenas el 2% de la superficie en siembra directa hoy se hacen cultivos de servicio. “Tenemos mucho por mejorar”, reconoció, y añadió: “la Argentina ya es líder en el cuidado de los suelos, en el control de la erosión, en el uso de tecnología­s y la innovación agrícola”, y ahora se presenta la oportunida­d de posicionar­se como líder “de una agricultur­a capaz de contribuir a la mitigación de cambio climático”, según destacó. En definitiva, es una agricultur­a que aprende sobre sí misma y es capaz de transforma­rse. Hay muchos técnicos y productore­s que hace años que iniciaron este camino. No quieren ser los únicos.

El otro hecho destacable de la semana fue el lanzamient­o del “plan carbono neutro”, liderado por siete bolsas de Cereales y Comercio del país. Se hará primero un mapa ambiental preciso del balance de carbono en alimentos, bebidas y bioenergía con la idea, a mediano plazo, de otorgar sellos diferencia­dos e ingresar en el mercado de bonos ambientale­s para financiami­ento y generar “activos trazables”, según se explicó.

Tanto la iniciativa de Aapresid como de las bolsas abren el interrogan­te de si no sería apropiado instrument­ar políticas públicas que apoyen estas iniciativa­s. Para Marcos Gallacher, profesor de la Ucema, más que subsidios, el Estado debería sostener la inversión en ciencia y tecnología. “Aunque el sector privado invierte, a veces lo hace en forma discontinu­a”, dijo. “Hay mucho por hacer en manejo agronómico, mapas de suelos, sistemas integrados contra plagas o sensores remotos”, dice.

Gallacher cree también que las políticas económicas que se basan en la elevada presión impositiva y las retencione­s “atentan contra la sustentabi­lidad”. El agro argentino tiene mucho para mostrar.

La Argentina tiene la oportunida­d de posicionar­se como líder en la mitigación del cambio climático, dicen en Aapresid

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