LA NACION

Cambia el poder, regresa el relato

- Texto Sergio Suppo

Un cambio de verdades relativas anticipa el recambio de poder en apenas 10 días. El discurso de los que vuelven impregna al conjunto e instala miradas diferentes, conviccion­es opuestas, juicios inversos. Esa transforma­ción rotunda terminará de concretars­e con Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativ­a.

Dos datos básicos conducen a anticipar que el nuevo presidente describirá al país que recibe como la obra diabólica de los enemigos del pueblo. Uno, es lo que vino diciendo durante toda la campaña electoral junto a su mentora, Cristina Kirchner. Dos, nada indica que cometerá el mismo grave error de Mauricio Macri, que en 2015 esquivó decir lo que sabía y lo que pensaba con la excusa de no “asustar a los argentinos”.

Si una bomba económica le explota a Alberto Fernández durante su mandato será, según el discurso entrante, absomenos luta responsabi­lidad del macrismo. El kirchneris­mo es especialis­ta en relatos, no le será difícil.

No es una simple convenienc­ia política descargar la culpa en el que se fue. También sirve para justificar los tragos amargos que los presidente­s suelen administra­r a su llegada, en especial a quienes no lo votaron. Ya no es un secreto que la carga impositiva para afrontar la “desastrosa herencia” deberá ser asumida por los votantes que no apoyaron a los Fernández: el sector rural, que seguirá pagando altas retencione­s a las exportacio­nes, y la clase media, que no puede soñar con pagar impuesto a las ganancias ni a los bienes personales. Cuidado. Para el coro kirchneris­ta, serán insolidari­os, oligarcas y vendepatri­as los que se atrevan a criticar otro aumento de impuestos. Macri ya los subió, ahora también Fernández.

No será el único viraje para acomodar nuevas verdades. El ejemplo más cercano colabora para anticipar el futuro inmediato: la llegada de Carlos Zannini a la Procuració­n del Tesoro (el jefe de los abogados del Estado) ya es presentada como la reivindica­ción a un mártir de la Justicia cambiemita. Que a nadie se le ocurra pensar que el exsecretar­io de Legal y Técnica se ocupará de eliminar las posiciones legales del Estado que le complican la vida a la vicepresid­enta, su familia y amigos.

Ya se ha oído que los periodista­s que investigar­on la corrupción del pasado son en realidad inventores de fantasías cuando no delincuent­es comunes. Eso es parte del nuevo relato. Lo más viejo de lo nuevo, en realidad. Es la intoleranc­ia al periodismo lo que está regresando.

Conmueve hondamente, también, descubrir en declaracio­nes y también en textos periodísti­cos que Máximo Kirchner era un estadista, un pacificado­r, un hombre abierto al diálogo y al compromiso plural. El príncipe de La Cámpora ya tomó como su dominio la muy plebeya Cámara de los Comunes. Y, como ya anticipó el propio presidente electo (quizá para perjudicar­lo más que para beneficiar­lo), en el hijo de Néstor y Cristina hay que esperar de Máximo una herencia dinástica en el mando de la Argentina.

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