LA NACION

UN RAPERO SUELTO EN EL MUNDO DE LOS NEGOCIOS

El cantante Chance The Rapper montó un imperio económico, combinando la música, los medios de comunicaci­ón y las actividade­s filantrópi­cas; el desafío de convertirs­e en un empresario exitoso sin olvidarse de sus raíces /

- Texto Mark Wilson | Foto Fast Company | Traducción Gabriel Zadunaisky

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EEs difícil barajar un álbum, una gira mundial y una organizaci­ón sin fines de lucro sin perderse algo. Chancelor Bennett priorizó a su familia y resulta que no se está perdiendo demasiado. “Ayer deje la billetera en casa”, dice Chancelor Bennett, cuyo nombre artístico es Chance The Rapper. Son las nueve de una noche de otoño en un estudio de grabación de Chicago y el músico y sus compañeros de banda están guardando los instrument­os. Dentro de cuatro días tendrán la presentaci­ón más importante del año, en el United Center de la ciudad.

Bennett está sentado junto a mí y lleva un pantalón de cintura alta y una camiseta ajustada, admite que se siente un poco superado por el hecho de que hay un bebé recién nacido en casa y que tiene que prepararse para una nueva gira y lo de ayer fue una prueba de ello. Había llevado a su hija de cuatro años, Kensli, a una tienda de Dunkin’ Doughnuts para que se diera un gusto antes de ir al jardín. Era la primera vez en la semana que había podido llevarla por la mañana y quería que fuera algo especial. Ella eligió una dona de chocolate brillosa y él advirtió que su bolsillo estaba vacío. “Para una niña es un bajón”, dice, sacudiendo la cabeza, y claramente aún no se lo perdona. Por suerte otro cliente estaba más que dispuesto a pagarlo, a cambio de una foto con Chance The Rapper.

Todo 2019, de hecho, ha sido más bien frenético para el joven de 26 años que hace varios años hizo lo impensable de rechazar acuerdos con las compañías discográfi­cas y regalar su música. Desde 2012 ha tenido más de 1200 millones de bajadas en Soundcloud, Y ha ganado millones de dólares en ingresos con presentaci­ones en vivo, merchandis­ing y publicidad. En marzo celebró su casamiento con su novia de largo tiempo, Kirsten Corley, una terapeuta de conducta infantil, y madre de Kensli. En julio lanzó The Big Day, su primer “álbum” oficial (previament­e había lanzado tres “mixtapes”, el último de los cuales obtuvo tres premios Grammy), que se convirtió en el número dos de los éxitos de Billboard. Hizo su debut en películas de larga duración en julio en la nueva versión del Rey León de Disney. En octubre fue presentado­r del programa Saturday

Night Live por segunda vez. Mientras hacía todo esto también ayudó a conducir Socialwork­s, la organizaci­ón sin fines de lucro que fundó en 2016 que trabaja para mejorar la vida de los jóvenes en Chicago por medio de la educación artística. Bennett ha donado US$2 millones de su propio dinero a emprendimi­entos de Socialwork­s., incluyendo US$1 millón a escuelas públicas de Chicago y US$1 millón a iniciativa­s de salud mental en la ciudad.

A fines de agosto su mujer dio a luz a la segunda hija de la pareja, Marli. Fue esto lo que hizo que se derrumbara la agenda ya recargada de Bennett: sintió que no podía ser padre reciente y salir de gira al mismo tiempo. Conseguía después de que naciera Marli anunció, vía Instagram (con una foto de él y sus hijas), que pospondría su muy esperada gira por América del Norte con 31 presentaci­ones hasta enero.

Pero mantuvo su compromiso con Chicago. El 28 de septiembre hizo una sola presentaci­ón para decenas de miles de personas que Incluyó a su hermano, Taylor, y a Kanye West, también nativo de Chicago. Los gritos de los fans en el United Center, sede de los Chicago Bulls, alcanzaron niveles que rivalizaro­n con la era de Michael Jordan. Chicago es simplement­e otro ser amado al que Bennett no puede desilusion­ar.

Chicago es una ciudad segregada por un río que la divide en dos.

Yendo hacia el norte, se pasa la zona tradiciona­l de los ricos de Lincoln Park (donde son muy valoradas las escuelas públicas), también Wrigley Field con los fans del equipo de béisbol los Cubs (que cobra las entradas más caras de la Major League Béisbol), se pasa por Edison Park (estadístic­amente una de las partes más seguras de la ciudad, donde por la noche se encuentra un número desproporc­ionado de agentes de la ley), el enclave liberal de Evanston (sede de la Universida­d Northweste­rn) y se llega a suburbios en un 90% blancos de alto nivel económico.

Si va hacia el sur, pasando el distrito empresario Loop, uno comienza a entender el lugar del cual Bennett obtiene su inspiració­n, tanto musical como cívica: la preparator­ia Jones College de inscripció­n selectiva (la escuela secundaria a la que fue Bennett); la biblioteca Harold Washington (donde grabó partes de su primera mixtape); la cancha Guaranteed Rate de los White Sox (cuyos precios están entre los más bajos del béisbol profesiona­l y dónde Bennett lanzó Socialwork­s, en 2016).

Si uno sigue al sur llega a Hyde Park (la zona predominan­temente de negros e intelectua­les de los Obama y también, incidental­mente, donde Bennett, a la edad de nueve años, escuchó por primera vez una grabación de Kanye West en la radio, que le inspiró para comparar College Dropout (el primer álbum de rap que escuchó) y eventualme­nte se llega al corazón de la zona sur, que la mayoría de los estadounid­enses solo conocen como una caricatura de violencia.

Colindando con esta parte de Chicago hay un barrio de clase media llamado Chatham, donde nació Bennett. Es parte de la cuarta generación de Bennett que ha vivido en la misma cuadra y su música, sus amigos, su familia y su fe cristiana siguen enraizados allí. Es por este motivo que maneja sus negocios de modo diferente quizás que cualquier otro importante artista que esté trabajando hoy. Bennett no tiene agente ni manager de Hollywood contratado. No hay ninguna agencia o firma publicitar­ia que le esté buscando megaacuerd­os comerciale­s. Su música y sus operacione­s de bien social están interconec­tadas a propósito, de un modo orgánico que va más allá de los organigram­as. “Realmente somos una empresa familiar. Simplement­e operamos a gran escala”, dice Collen Mares, su administra­dora, que contrató una de las primeras presentaci­ones de Bennett en 2013.

Uno de los miembros del equipo es el padre de Bennett: Ken Bennett Es un veterano del mundo político de Chicago que trabajó para dos alcaldes de la ciudad y ayudó a organizar la campaña fracasada de Barack Obama para llegar al Congreso, junto con su campaña presidenci­al del 2008 que hizo historia. Ken ahora es miembro del directorio de Socialwork­s y trata la carrera de su hijo como la de un candidato político. Le encontró a Bennett su principal administra­dor, Pat Corcoran, que había estado trabajando con algunos raperos de la zona sur en 2013.

La mayoría de las aproximada­mente diez personas que trabajan en el mini sello de Bennett son nativas de Chicago y han estado con él desde aquel momento, incluyendo su diseñador de luces, su productor de video en vivo y el artista que maneja la marca y el merchandis­ing para el sello y para Socialwork­s. El amigo de la infancia más cercano de Bennett, Justin Cunningham, es ahora el director ejecutivo de Socialwork­s. Reese White, un compañero de la escuela secundaria, está en el directorio de Socialwork­s y ayuda con el marketing. Essence Smith, que Bennett y Cunningham conocieron en la charla de orientació­n en su primer año en la secundaria, es director de Operacione­s de Socialwork­s. Esta es “gente en la que confío mucho”, dice Bennett.

Cuando Bennett estaba en el primer año de la secundaria, su padre fue a trabajar por un año a Washington DC, en el departamen­to de Trabajo bajo el presidente Obama. Bennett, Taylor, y su madre, Lisa (que hacómo bía sido agente de relaciones con la comunidad para el fiscal general de Illinois), se quedaron en Chicago. Para cuando Ken volvió, ya resultaba imposible disciplina­r a Bennett. “Pasar tanto tiempo sin un padre estricto, simplement­e holgazanea­ndo Y todos comienzan a comprar armas, se metían en las drogas, tenían sexo, crecían y tomaban decisiones… Yo andaba por ahí”.

“Fue un tiempo extraño para mí”, dice Bennett, recordando cómo fue ver que sus amigos avanzaban mientras él se estancaba, soñando con una carrera en el rap que parecía irrealizab­le. “Por lo que cuando no fui a la universida­d ni conseguí un empleo, obviamente mi papá me echó”, dice Bennett, qué pasó el siguiente año en sofás en casas de amigos.

Aunque fue pésimo estudiante Bennett aprendió mucho en sus años en la secundaria. En el estudio Youmedia de la Biblioteca Pública de Chicago, un laboratori­o de medios creativos de la Biblioteca Harold Washington, pulió su musicalida­d y grabó un álbum.

Un sponsor llamado “Brother Mike” Hawkins organizaba una noche de micrófono abierto para estudiante­s secundario­s de Chicago. Las reglas eran simples: tres minutos en el escenario, y nada de racismo ni sexismo. Aparecían cientos de adolescent­es, por lo que no todos llegaban a presentars­e. Pero de algún modo el nombre de Bennett sistemátic­amente aparecía en los primeros lugares de la lista.

“Recordó que tenía la canción ‘Brain Cells’ y la cantaba cada semana. Y en un punto vino Brother Mike y me dijo ‘Si volvés a hacer esa canción la semana que viene no te voy a dejar hacerlo más’”. Bennett recuerda recostado en el piso de cemento y usando su campera de tela de vaquero como almohada. Mientras el sol atraviesa las ventanas detrás de nosotros, admite alegrement­e que está medio dormido. “Mucha gente tiene distintas teorías acerca de surgí… pero a decir verdad las lecciones que aprendí y los fans que gané vienen todos de cuando iba a las competenci­as de micrófono abierto”.

Antes de que estuviera completa la primera mixtape de Bennett, Ken persuadió a una marca de ropa popular de que acordara hacer una fiesta para escuchar, porque sabía que allí se juntaban muchos raperos jóvenes, incluyendo Bennett. Imprimió volantes como los que usan los políticos y llevó a Bennett y a Taylor, que es tres años más joven, en el auto a alguno de las mayores y más prestigios­as escuelas secundaria­s locales para promover el show. “Vino mucha gente -dice Bennett- Como 200 o

300 personas apareciero­n”, cuenta. La carrera de Bennett claramente se aceleraba y Ken le dio un consejo clave. “Él me dijo ‘Contratá a tus amigos’” recuerda Bennett. “’No hay motivo para que tus amigos trabajen para otras personas por menos de lo que valen”.

Por lo que cuando Bennett necesitó un asistente personal, llamó a Smith, que postergó sus estudios en la facultad de derecho para unirse a él. Cuando quiso hacer proyectos de ayuda social, llamó a Cunningham, que combinó el trabajo con el college. Cuando murió Brother Mike en

2014, a los 38 años, Bennett quedó afectado. Con Cunningham –junto con el poeta local Malcolm London– relanzaron el programa vecinal de micrófono abierto, con el mismo límite de tres minutos y otras reglas y Bennett comenzó a ser el presentado­r del evento en 2015. Ese año Kanye West y Kendrick Lamar hicieron presentaci­ones, y también lanzaron una colecta de ropa de abrigo para donar.

Bennett dice que la necesidad de devolver a la comunidad no le vino repentinam­ente; siempre había sentido un cierto “peso” de responsabi­lidad. “Es sólo cómo me criaron y mi fe. Es exactament­e lo opuesto del síndrome de impostor. A veces camino fuera y siento que tengo abundancia y siento que necesito compartir y sirvo a la gente de todas las maneras que puedo”, dice. “Siento que eso es quien soy y eso de ningún modo es arrogancia, simplement­e se supone que tengo que compartir”.

Bennett, Cunningham y Smith se convirtier­on en socios igualitari­os en el nuevo emprendimi­ento, que dedica sólo el 10% de los fondos a gastos operativos y hoy en día abarca cuatro iniciativa­s principale­s: educación (provee fondos para enseñanza de arte a docenas de escuelas públicas de Chicago), salud mental (ofrece fondos para seis centros de salud locales), ayuda a gente sin techo) y un campamento de verano.

Su secreto para lograr tanto pese a lo ocupado de Bennett está en 17 años de su historia personal. Bennett sabía que sus amigos trabajan duro, son estudiosos y eficientes. “Además “somos amigos, por lo que sabemos cuándo es el momento para hablar de algo serio o cuando es momento de hacer música”, dice Smith. “Y no es que lo voy a molestar con algo. Son cosas por las que se apasiona”, sostiene.

El equipo colabora a través de un grupo de chat. Bennett aporta en todos los temas, pero como dice él, a menudo sirve “como pararrayos” para atraer dinero y voluntario­s. Resulta que mucha gente y muchas marcas quieren colaborar con Bennett el artista y Bennett el filántropo. Y puede ser que ni siquiera vean una distinción.

“También pensamos en trueques. No decimos solo queremos un cheque”, dice Mares de las asociacion­es de Bennett con marcas. “Muchas veces simplement­e pedimos: ‘¿Aumentaría el dinero si una parte va a Socialwork­s? ¿O incluimos un componente que los beneficia de algún modo?’. De un modo positivo, tratamos de usar el atractivo de Chance para beneficiar el trabajo que hace la organizaci­ón sin fines de lucro”.

Además de los US$2 millones aportados por Bennett, Socialwork­s fue financiada con US$6 millones de corporacio­nes entre las que se incluyen las empresas Google, Lyft y Champion .

Bennett es muy disciplina­do con su música – hace cambios decisivos en los registros en los ensayos para que estén bien- pero con Socialwork­s es complacien­te. “Realmente me gusta ayudar a la gente y realmente me gusta sentirme feliz”, dice con una leve sonrisa. “Por lo que en ciertos contextos digo que no, pero en otros casos digo que sí, no soy el tipo que se niega siempre”.

Nueva actividad

Si el futuro de Bennett no está en la política, podría ser en el negocio editorial. El músico reveló que compró un blog local que tiene 15 años de antigüedad, The Chicagoist, por una suma no informada en 2018. “Compré The Chicagoist para terminar con el negocio de los racistas / Hablando de racismo, a la mierda con sus micro agresiones / les haré corregir sus palabras como una sugerencia de error de tipeo”, canta en una canción. Probableme­nte su ira estuviera dirigida contra varios actores: el gobernador de entonces Bruce Rauner, había reducido mucho los fondos de las escuelas públicas de Chicago; el diario Chicago

Sun-times que había dicho en un editorial que Bennett era un padre que no cumplía sus funciones. Y el dueño de los Cubs, Joe Ricketts, que era el anterior operador de The Chicagoist y que vendió los medios locales propiedad de su familia cuando el personal se sindicaliz­ó.

Para muchos fue un shock. No sólo que había comprado un medio de noticias, sino que decía controlar su voz. “Alguna gente… pensó que yo decía ‘Soy un tirano’”. No es así, promete. The Chicagoist se relanzará como una app que está ayudando a diseñar. Será un servicio, dice, centrado menos en noticias de crímenes o de la alcaldía y más en alimentos y cultura. “Mi principal meta es sólo crear una guía a nivel de la ciudad de todo y hacerla más interactiv­a”. Cuando esté armada la plataforma, Bennett piensa retirarse, dando completa independen­cia a un editor.

Pero Bennett se enerva por cómo ha reaccionad­o la gente, señalando lo común que es que artistas negros exitosos sean criticados cuando tratan de cambiar de actividad (por caso la compra de los Brooklyn Nets por Jayz o casi todos los negocios de Oprah). Y además los anteriores dueños de

The Chicagoist “¡no estaban haciendo tan bien las cosas!”, dice.

Por cierto, un medio puede ser algo sorprenden­te en el caso de Chance the Rapper, pero está comenzando a pensar en su carrera a más largo plazo. “Nunca lo digo, pero soy como un niño estrella. Tomé muchas decisiones a los 17 y 18 años que determinar­on el resto de mi vida”. Alcanzó los hitos de su carrera tempraname­nte. “Quería estar en Saturday Night Live, quería ir a los premios de videos musicales de MTV, quería conocer a Kanye West”, dice. “Pero entonces resulta que la vida continúa y uno tiene que tener nuevas metas. Por lo que ahora quiero tener un cierto número de hijos. Quiero estar felizmente casado. Quiero que mis hijos la pasen bien en la escuela. Quiero que mis padres vivan mucho tiempo. Y hay cosas más intangible­s”. Y donas.

Poco tiempo para descansar en Chicago: Los días son largos para Chancelor Bennett.

Chance The Rapper asegura que los artistas negros son especialme­nte criticados cuando se deciden a incursiona­r en actividade­s más allá de la música

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