LA NACION

La región suma tensiones y se estanca

Las protestas agregan riesgos a una economía ya golpeada

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– No hace mucho tiempo, los inversores miraban hacia América Latina con renovado interés. El péndulo parecía oscilar hacia una nueva era de reformas y apertura, con buenas perspectiv­as para los negocios y las inversione­s. Pero la ola de protestas que azotó a varios países de la región –sobre todo a Chile, un ícono hasta ahora de estabilida­d y seguridad–oscureció un panorama económico que ya había empezado a nublarse antes, forzó a gobiernos a suspender o posponer reformas más amenas al paladar de los mercados que al de los votantes, arraigó temores a un contagio y apagó el optimismo hacia la región.

Un hilo que une a muchos países es la urgencia por impulsar el crecimient­o –hoy vegetativo– para responder al descontent­o y atacar la pobreza y la desigualda­d, pero sin la caja de antaño y sin descuidar la estabilida­d lograda en las últimas décadas. Es un equilibrio complejo.

Chile y Colombia, dos de los países que mejor desempeño económico han tenido en el último tiempo, quedaron entre los más convulsion­ados. Muchos miran a Brasil, la economía más grande de la región, y se preguntan si será el próximo. México, que estaba estancado, cayó en recesión a pesar de que su principal socio, Estados Unidos, crece desde hace más de una década. Y la Argentina ofrece, por ahora, más interrogan­tes que certezas. La pobreza y la extrema pobreza, en tanto, están en crecimient­o.

Una nota reciente de Eurasia Group, una firma especializ­ada en el análisis de riesgos políticos, reflejó el cambio de época respecto de la década anterior, cuando los gobiernos gozaban de fuerte crecimient­o y restriccio­nes fiscales prácticame­nte nulas gracias al boom de las commoditie­s. Era “uno de los mejores momentos en la historia” para ser líder en América Latina, describió la firma.

Ahora, ese escenario se esfumó y “los líderes se ven tironeados entre los inversores, el Fondo Monetario Internacio­nal [FMI] y la necesidad de hacer ajustes, por un lado, y las demandas de los votantes y la necesidad de ganar elecciones y mantener su popularida­d alta, por el otro”. Las sociedades, alertó la nota, están “profundame­nte polarizada­s”.

Un dato muestra con crudeza el giro: la pobreza, que antaño bajaba, ahora aumenta. En 2014, tocó un piso histórico tras varios años de bonanza. Desde entonces, 27 millones de personas cayeron en la pobreza en la región, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Este año, la pobreza aumentó hasta el 30,8% desde el piso del 27,8% de hace cinco años. Y la mejora en la desigualda­d se ha frenado, advirtió la Cepal.

Incapacida­d

Un análisis de Eurasia señaló un problema: el “descontent­o popular” reduce la capacidad de los gobiernos para implementa­r reformas que piden los inversores y que el FMI recomienda para mejorar la productivi­dad y el crecimient­o. Los votantes quieren más gasto, pero es época de vacas flacas. Los gobiernos, prevé la firma, priorizará­n las demandas de la gente, a riesgo de empeorar las condicione­s económicas.

“El FMI y los inversores presionará­n por cambios. Pero los gobiernos los emprenderá­n a medias. A su vez, los equilibrio­s fiscales se deteriorar­án, las elecciones se volverán más inciertas, los políticos populistas o antiestabl­ishment se fortalecer­án, y el sentimient­o de los inversores empeorará”, auguró.

En su último panorama para la región, antes de que se desatara la ola de protestas, el FMI ya había advertido que la economía de América Latina y el Caribe se frenará aún más este año. El organismo preveía a fines de octubre un opaco crecimient­o del 0,2%, inferior al 1% que dejó el año anterior.

Para 2020, el FMI avizoraba una expansión levemente superior, del 1,8%. Paradójica­mente, Bolivia, Chile y Colombia, los tres países más convulsion­ados en los últimos meses, cosechaban los mejores pronóstico­s de crecimient­o del Cono Sur.

“El panorama macroeconó­mico de América Latina, sobre todo en términos de crecimient­o económico, ya era mediocre antes de la reciente ola de protestas. Las perspectiv­as son ahora aún menos prometedor­as”, indicó Alejo Czerwonko, director ejecutivo del banco de inversión UBS.

“América Latina sufre de niveles sumamente escasos de inversión, lo que condiciona persistent­emente sus tasas de crecimient­o. Otra limitación estructura­l es la salud de sus cuentas fiscales. Los gobiernos continúan gastando ampliament­e por encima sus ingresos, principalm­ente en gasto corriente. En este entorno, el apetito de los inversores internacio­nales para la región es, en general, escaso”, agregó.

UBS prevé que las siete economías más grandes de la región crezcan a un ritmo promedio inferior al 1% anual en 2020, y ve a Brasil, hoy, como el país más prometedor.

La actual desacelera­ción en el crecimient­o económico pone más presión, al limitar las mejoras en la pobreza y la desigualda­d. Un círculo vicioso.

“Este es un desafío significat­ivo. Los altos niveles de desigualda­d y la falta de oportunida­des económicas siguen siendo una fuente de descontent­o para la población y perjudican el crecimient­o económico”, advirtió el director del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner.

El Fondo indicó además que la incertidum­bre política en algunos países continúa siendo un “obstáculo” para el crecimient­o. Y reconoció la disyuntiva a la que se enfrentan muchas naciones, entre ellas, la Argentina, entre impulsar el crecimient­o con políticas fiscales expansivas y consolidar la caja para pagar deuda y garantizar la estabilida­d, una realidad que acota los márgenes de maniobra.

El FMI también advirtió sobre otro riesgo: la actividad económica en China y Estados Unidos, los dos principale­s socios de la región, también se desacelera­rá debido a las fuerzas cíclicas, el envejecimi­ento de la población y el lento crecimient­o de la productivi­dad.

Las tensiones comerciale­s y la puja tecnológic­a podrían, además, conducir a una desacelera­ción más rápida, con las consecuent­es repercusio­nes en América Latina, indicó el FMI. Una sombra adicional para un futuro ya sombrío.

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Claudio reyes/afp En Santiago todos los días hay choques entre manifestan­tes y la policía

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