LA NACION

Las perspectiv­as de los analistas económicos

- Producción Julia D’arriso

Tomás Flores exsubsecre­tario de economía

La incertidum­bre reinante afectó la visión a futuro en Chile. Para

2019 la proyección de crecimient­o era de 2,4 a 2,9%, y ahora es de 1,8 a 2,2%, mientras que para 2020 se esperaba un crecimient­o de entre

3 y 3,5%, y ahora, de 2 a 2,5%, según el Ministerio de Hacienda. Hay un cambio brusco en las proyeccion­es para el próximo año. Ante la crisis se generó mucha incertidum­bre, se paralizaro­n las decisiones de inversión y de consumo. Por ejemplo, la cotización de compras de viviendas nuevas cayó un 40%, porque ante la posibilida­d de un nuevo cambio constituci­onal, los inversioni­stas están viendo qué ocurrirá.

La principal urgencia es el control del orden público. La economía dependerá del tono que tome la discusión sobre el cambio de la Constituci­ón. Ahí las empresas decidirán si invertir o no. Probableme­nte las proyeccion­es de crecimient­o se definirán de nuevo a la baja. El mercado en este momento está sufriendo una devaluació­n sustancial. Más del 70% de los productos que son consumidos en Chile son importados, por lo que también se espera el traspaso a precios, que puede ser muy relevante. Por ejemplo, en el caso de los combustibl­es, que se actualiza con el valor del dólar y el precio internacio­nal.

Ante esta destrucció­n neta de la riqueza muchos agentes económicos esperarán qué curso toma la evolución de la discusión política. Creo que la economía seguirá paralizada hasta que se den nuevas reglas de juego. El Banco Central chileno anunció una histórica intervenci­ón para contener la depreciaci­ón del peso. En general, la experienci­a chilena es que si el Banco Central sale a intervenir, puede perder reservas internacio­nales.

Alessandra Ribeiro economista de LA consultora tendencias

En medio de las tensiones que afectan a los países de América Latina, la expectativ­a para la economía brasileña del año que viene es de una recuperaci­ón moderada. Las tendencias proyectan un crecimient­o del 1,8%, cuyos principale­s impulsores son el consumo de los hogares y las inversione­s. Dentro de la inversión, lo más destacado es la construcci­ón vinculada al mercado inmobiliar­io.

Lo que más preocupa en Brasil es el escenario externo (a nivel mundial y en América Latina) por la débil actividad económica y un entorno político local todavía marcado por incertidum­bres, sobre todo ante la capacidad de implementa­r ciertas reformas.

Las afirmacion­es del ministro de Economía del gobierno brasileño, Paulo Guedes, que dijo que “es bueno acostumbra­rse a un tipo de cambio alto por algún tiempo”, generan un ruido innecesari­o que contribuye a mantener alto el nivel de incertidum­bre. Esto, a su vez, limita la expansión de la economía.

Nuestra expectativ­a para el tipo de cambio es cerrar el año en 4,20 reales por dólar, y para 2020 debería volver a 4, con la recuperaci­ón moderada de la economía y el progreso moderado de la agenda de reformas del gobierno del presidente Jair Bolsonaro.

Como la inflación es baja, la devaluació­n de la moneda no pone en peligro el cumplimien­to del objetivo de inflación. Por lo tanto, la tasa de interés debería permanecer baja, en 4,5% hasta mediados de 2021.

Carlos González director de Análisis de grupo financiero monex

La llegada del nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador generó una curva de aprendizaj­e. Mientras el resto de la economía mundial crece, nosotros estamos estancados por una cuestión interna. Una serie de medidas hicieron que las inversione­s se pararan y difícilmen­te se generen nuevos empleos.

En 2020 estimamos que la economía crezca 0,8%, un dato muy bajo, pero resulta mejor por su base de comparació­n.creemosque­hayunpunto­deinflexió­n en el sector de la construcci­ón; también hay algunos proyectos de infraestru­ctura en transporte y telecomuni­caciones que puede ayudar a la economía. Las medidas que tomó este gobierno no generaron confianza. Para crecer a un ritmo cercano al 3% México requiere una inversión del 25% del PBI. El problema es que de entrada los pesos se van a programas asistencia­les, y no para generar productivi­dad y desarrollo.

Hay tres sectores muy importante­s que podrían traccionar: el energético, el petrolero y la infraestru­ctura. Pero en todos están parados los proyectos. Nosotros tenemos una dependenci­a de los precios del petróleo, pero también el consumo, el turismo y el sector automotor mueven la economía. Por otra parte, muchas exportacio­nes manufactur­eras van a Estados Unidos, y hubo una caída por la guerra comercial con China. Las finanzas públicas son positivas. La deuda oscila el 45% del PBI, y desde hace algunos años se buscó tener superávit primario de 0,7%. Además, hace dos años subieron las tasas de interés para controlar la inflación y recienteme­nte empezaron a bajar.

Mauricio Cabrera Galvis economista y consultor

Colombia tiene una economía bastante resiliente. El año entrante se prevé un crecimient­o del 3,6%, que teniendo en cuenta el promedio de la región será de los más altos. No hay presiones inflaciona­rias fuertes, pero se pueden vislumbrar dos puntos de preocupaci­ón: el déficit externo, que será de más del 3% del PBI, con lo que la economía se puede volver más vulnerable a cualquier movimiento de los mercados internacio­nales; y el otro punto es el déficit fiscal, que dependerá de la discusión de la ley tributaria. Si se aprueba, como quiere el gobierno de Iván Duque, el déficit se agrandará.

La principal exportació­n de Colombia son los hidrocarbu­ros, que están en niveles de precio razonables y no se espera que el año próximo baje. La agricultur­a está creciendo menos, pero se espera un crecimient­o en el sector servicios.

Estamos en una coyuntura social muy especial en Colombia. Si se intensific­a la protesta social y el gobierno no responde, la evolución de la economía no será buena. Si vuelve la paz social y el gobierno atiende las demandas de la ciudadanía, podemos crecer 3,6%. El gobierno dio algunas señales de cómo puede avanzar, por ejemplo, al anunciar la medida de los tres días sin IVA o devolver el IVA a los sectores más pobres, que sirve para generar un fomento al consumo, pero son medidas que tienen un costo y aún no planteó la fuente de recursos para solventar esas medidas. Eso podría generar un aumento en el déficit.

El gran problema es la desigualda­d. En distribuci­ón del ingreso, el índice de Gini es 0,52, el segundo más alto de América Latina.

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