1|Familia Santillán Del rancho a una casa de material
“Lo que más necesitamos es una casa”, decía Nolasco “Palito” Santillán mirando de frente a la cámara, con ojos de desesperación. No le daba vergüenza mostrar la situación precaria en la que vivía con su mujer, Norma, y sus 16 hijos y nietos, en la más profunda indigencia. Quería que todos supieran que había gente en un rincón del país –el paraje Los Tigres, en el monte santiagueño– que vivía así: apiñada, en un rancho levantado con ladrillos, plásticos y palos.
Sobre el piso de tierra, sin puertas ni ventanas, su familia pasaba sus días expuesta al calor, al frío, a las picaduras de arañas y víboras, al Chagas y a todas las enfermedades de la pobreza.
“Yo no entregué a ningún hijo. Los crie a todos con lo que pude”, afirmaba Palito, el padre de familia, que se dedicaba –aún hoy lo hace– a hacer carbón y postes de madera, por los que le pagaban migajas.
Cuartos y camas para todos
La enorme repercusión que tuvo su historia incomodó a muchos, especialmente al gobierno provincial, que ordenó resolver la situación de los Santillán. “Nos mandaron 10 camas cuchetas con colchones, dos mesas con sillas y mercadería desde Santiago capital”, dice Santillán, que tiene 64 años y un cuerpo castigado por el trabajo pesado.
Con eso lograron matar la urgencia y llenar las panzas de comida. Pero el reclamo de fondo tardó casi un año en tener respuesta. Recién hace dos meses los Santillán lograron ser beneficiarios del Plan de Erradicación de Ranchos, que consiste en la construcción de una casa de material, para que tiren abajo la suya.
La nueva casa tiene cuatro ambientes, el techo es de chapa y están esperando que la terminen de pintar en los próximos días para poder mudarse definitivamente. “Vemos esta casa y no lo podemos creer. Nunca pensamos que se iba a cumplir nuestro sueño”, dice Nolasco.
Gracias a las donaciones realizadas por la audiencia de la nacion a través de la ONG Haciendo Camino, los Santillán también pudieron comprar una heladera, una cocina, una garrafa, la conexión al pilar de la luz.
“Con el baño nos vamos a sentir cómodos y tranquilos para bañarnos. Ahora con un plástico hacemos una casita para poder bañarnos con un fuentón”, dice Santillán.