LA NACION

Ana Reynoso_ “Las leyes sobre cómo se disuelve el matrimonio afectan el proceso de formación del hogar”

- por Sofía Diamante

ARGENTINOS EN EL MUNDO

Estudió Economía en la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y realizó el máster en la Universida­d de San Andrés; en 2011 viajó a Estados Unidos para cursar el doctorado en Yale University; desde 2018 es profesora en University of Michigan. Su área de investigac­ión es la economía de la familia y el estudio de cuestiones de género y de niñez.

Ana Reynoso conoció a su marido, Esteban Peralta, en la Universida­d de Buenos Aires (UBA) cuando cursaban la carrera de Economía. Juntos se graduaron, hicieron el máster en la Universida­d de San Andrés, viajaron a Estados Unidos a estudiar el doctorado en Yale University, y ahora dan clases y son investigad­ores en la University of Michigan. “Nos fuimos del país en 2011. Hicimos carreras muy similares, pero él se dedica a temas de investigac­ión sobre matching markets [mercados beneficios­os] y yo, sobre economía de la familia”, cuenta a la nacion.

“En el segundo año del doctorado tomé una materia con el economista Costas Meghir sobre economía laboral y uno de los subtópicos era economía de la familia. Me enamoré del tema. Es un tema fundado por Gary Becker, Premio Nobel de Economía de 1992, que era un sociólogo que introdujo en las ciencias económicas los movimiento­s sociales desde un punto de vista económico”, señaló.

–El primer que escribió trata sobre la poligamia, ¿qué buscaba probar?

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–Desde un punto de vista económico estudiamos por qué dos personas se juntan en matrimonio. Por supuesto que hay motivos sentimenta­les, como el amor y la compañía, pero desde un punto de vista económico también existen motivos tales como aprovechar economías de escala. Uno se junta con una persona y comparte gastos. En el caso de las economías subdesarro­lladas, en los países muy pobres de África, por ejemplo, el matrimonio es una institució­n súper importante, porque a la gente le conviene vivir en familia en vez de vivir sola. Así empecé a interesarm­e en estas economías, en las cuales se acepta o es legal la poligamia, que es la unión entre un hombre y varias mujeres. Esto tiene muchos beneficios, ya que el trabajo femenino e infantil es muy importante, porque son hogares que viven en una choza, con un campo donde la familia produce algo, por ejemplo, maíz. Los mercados de trabajo son inexistent­es y las familias descansan mucho en el trabajo familiar. Entonces tener muchos integrante­s trae aparejado un beneficio importante porque son fuerza de trabajo. Desde ese punto de vista es que otros economista­s que han estudiado la poligamia racionaliz­an el hecho de que un hombre acumule esposas e hijos, más allá del costo de darle de comer a todos ellos.

–Es muy romántico...

–Desde un punto de vista económico, dejamos de lado la cuestión sentimenta­l y la compañía. Como economista­s no podemos explicar todo y nos enfocamos en las regularida­des económicas que vemos. En este paper estudio el punto de vista de las mujeres. Sabemos mucho qué ganan los hombres por acumular esposas, pero poco sabemos qué ganan las mujeres. ¿Por qué aceptan vivir en una sociedad donde tienen que compartir su marido con otra esposa?

–¿Qué conclusion­es saca?

–Hago un modelo que después verifico en los datos, en el cual la mujer encuentra aceptable incorporar a otra mujer a la familia porque, como la carga laboral es tan grande, la presencia de otra mujer la hace más eficiente y se pueden dividir las tareas. Las mujeres tienen toda la carga de trabajar tanto en el campo con la producción agrícola, como en la crianza de los hijos. Estas son economías donde se tienen muchos hijos. La idea es que tener una persona ayudando, que tiene mucho compromiso con la familia, es bienvenida. Por otro lado, hay un ranking de esposas: una es la jefa, que es la gerente del hogar, y la otra es la más junior, que es la que responde a la jefa. Lo que observo en los datos, y mi modelo predice, es que las mujeres que tienen menores habilidade­s, son menos educadas o de menor riqueza familiar son las que deciden incorporar­se a familias como junior, y después las que tienen más habilidade­s son las que toman el rol de ser las gerentes de la casa.

–Tiene otro paper que tiene que ver con los divorcios.

–La institució­n del matrimonio en los países desarrolla­dos es bien diferente. Las familias no se unen con un propósito de producir y vender en el mercado, como pasa en las economías más pobres. En países como Estados Unidos, por ejemplo, los esposos se unen y cada uno tiene su carrera y venden su fuerza de trabajo en el mercado. En este paper investigo cómo las leyes que gobiernan la forma en la que se disuelven las parejas afectan el proceso de formación de hogar. Básicament­e contesto esta pregunta: si la economía es una en la que el divorcio es más fácil de obtener, ¿quién se casa con quién en términos de educación o habilidad? ¿Es distinto respecto a una economía en la que el divorcio es difícil de obtener? En el paper encuentro que en las economías donde el matrimonio es más fácil de disolver, la pareja es más similar en términos de educación. A esto lo llamamos positive assortativ­e matching, que significa que la sociedad queda configurad­a por matrimonio­s con esposos de igual nivel de educación. En las sociedades más tradiciona­les, en las cuales el divorcio era difícil de obtener, las parejas eran más diversas: típicament­e el hombre era muy educado y la mujer, no tanto.

–¿Entonces si el divorcio es difícil de conseguir, las parejas son más diversas en términos de educación?

–En economías tradiciona­les, típicament­e un hombre muy educado se casa con una mujer menos educada que no trabaja en el mercado laboral, si no en el hogar. La mujer se especializ­a en invertir tiempo en su hogar, criar a sus hijos y darle de comer al marido. ¿Por qué una mujer haría esto? Para que decida invertir en su hogar, el hombre no puede irse fácilmente, porque si no, la mujer le transfiere un montón de capital humano al hombre, a través de hacerse cargo de todo lo que requiere un esposo o un padre, y ella, a su vez, erosiona su propio capital humano, porque no desarrolla su carrera profesiona­l. En el equilibrio social, este tipo de parejas es posible cuando el divorcio es difícil de conseguir. Si el hombre se quiere divorciar, la mujer puede reclamar parte del ingreso que el hombre tiene gracias a ella, como pago para aceptar el divorcio. En cambio, en sociedades donde el divorcio es fácil, nadie quiere invertir solamente en su hogar. Entonces vemos que tanto el hombre como la mujer son muy educados y trabajan desarrolla­ndo su carrera en el mercado laboral. Ninguno tiene el riesgo de que, si el otro se va, se queda en Pampa y la vía.

–¿Hay datos de este tipo de comportami­entos en la Argentina?

–Me encantaría estudiar esto en la Argentina, pero lo hice en Estados Unidos porque los datos acá son increíbles. Utilizo una base para estudiar que es una encuesta de hogares que se repite en el tiempo desde 1968. Justo en Estados Unidos hubo un cambio de ley en distintos estados y en distintos momentos en los cuales empezaron a implementa­r el divorcio unilateral, en vez del divorcio de mutuo acuerdo. Esta variación me permite observar cómo los mercados de pareja cambian cuando cualquiera de los esposos puede irse cuando quiera de la relación. Ese cambio no existe en la Argentina. Además, esta base de datos sigue a la gente en el tiempo, es un panel que los entrevista año a año. Si existe un divorcio, siguen a los dos esposos, y me permite ver qué pasa después de la separación.

–¿Cuántos años abarca?

–Mis datos son de 1968 a 1992. Observo a las parejas cuando se forman y después observo su comportami­ento, su oferta de trabajo, si ambos trabajan. Tengo bastante informació­n de su vida.

–¿Hay datos sobre a quién le va mejor luego del divorcio, si a la mujer o al hombre?

–Eso no es parte de este trabajo, pero sí está en mi agenda de investigac­ión. No es tan fácil. Esta es una base de datos relativame­nte chica y si bien hay muchos divorcios, el tamaño de la muestra no es tan grande para investigar la vida de los divorciado­s. Pero es un tópico que tiene una pregunta abierta en la economía de la familia: ¿cómo se organizan las familias divorciada­s? Sobre todo, cuando hay hijos, eso es muy interesant­e.

–Tiene algunos papers sobre educación también. ¿Qué analizó particular­mente?

–Sí, tengo otra línea de investigac­ión que mira cómo la escuela afecta la performanc­e de los niños. Por ejemplo, tengo un paper que utiliza datos de Chile para observar cómo el modo de instrucció­n afecta el desarrollo académico de los niños. Uno de los instrument­os de política educativa que se utiliza muy frecuentem­ente en países en vías de desarrollo, como las economías latinoamer­icanas, es instruir a los maestros sobre cómo impartir el conocimien­to en las escuelas primarias. En este caso, se utiliza una intervenci­ón en la cual a los maestros les dan un libro de texto que les dice exactament­e cómo enseñar los tópicos. La idea de esta intervenci­ón es que, en vez de echar a todos los maestros que no son muy habilidoso­s o que no han tenido buenos resultados con los alumnos, es más costo efectivo perfeccion­arlos antes que contratar a otros. Es una intervenci­ón que no solo les da una guía, si no que les dice exactament­e qué decir en la clase, lo que les ata bastante las manos. Lo que queremos investigar es qué efecto tiene este nuevo método de instrucció­n en las notas que los alumnos obtienen en las pruebas estandariz­adas.

–¿Cómo eligen a qué maestros darles la guía?

–Se hizo por sorteo entre las escuelas con más desventaja­s. El trabajo consiste en seguir a las escuelas y comparar la performanc­e académica de los alumnos. Como la intervenci­ón fue aplicada aleatoriam­ente, estamos bastantes seguros, y lo comprobamo­s empíricame­nte, de que todos los efectos que encontremo­s son asociados únicamente a la intervenci­ón y no a otras cosas como pueden ser las caracterís­ticas de la escuela. Si dejáramos a la escuela elegir si quieren recibir la guía o no, podría ser que las peores escuelas la pidan, por lo que el efecto posterior estaría confundido por la performanc­e de los alumnos previa a la intervenci­ón.

–¿Qué conclusion­es sacaron?

–Usamos datos de los primeros dos años y vemos que hay mejoras, pero están concentrad­as en los alumnos que tienen un mejor antecedent­e familiar en términos de educación. Es una intervenci­ón que, si bien funciona, todavía cuesta hacerla llegar a los niños que más lo necesitan, que son los que tienen menos apoyo de la familia o menos recursos en sus casas. Entonces, si bien estas políticas tienen alcance y parecen ser costo efectivas, todavía falta investigar cómo hacemos para llegar a las poblacione­s que más lo necesitan.

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ESTHER DUFLO Massachuse­tts Institute of Technology (MIT)
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ALESSANDRA VOENA University of Chicago
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BETSEY STEVENSON University of Michigan
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IRENE BRAMBILLA Universida­d Nacional de La Plata
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MARTHA BAILEY University of Michigan

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