LA NACION

Cariló y Pinamar esperan una temporada con plena ocupación

buenas expectativ­as. Con buen ritmo en las reservas de alojamient­o, recibirán público que solía ir al exterior

- Darío Palavecino

PINAMAR.– El frente de costa ya casi tiene la imagen proyectada hace algo más de tres años, cuando se avanzó con la idea de cambiar las estructura­s de cemento que daban servicio a los clientes de los paradores para reemplazar­las por otras más sustentabl­es, ecológicas y amigables con el ambiente.

Los turistas que llegarán a partir de este mes, en mayor número a partir de las fiestas de fin de año, advertirán los avances notables de esta renovación del paisaje costero del distrito, otra vez a las puertas de una temporada que genera grandes expectativ­as.

Un clima que se percibe desde mitad de año, cuando se activó la demanda de alojamient­o en un ritmo por encima de lo que se había visto en los últimos años. Una reacción del mercado que se relaciona de manera directa e indudable con los cambios que se dieron en la economía del país, con devaluació­n y tipo de cambio alto que complica y mucho cualquier idea de veraneo en el exterior.

Buena parte de los que acostumbra­ban a disfrutar del mar en otros países durante estos meses se apuraron a buscar lugar donde instalarse para que el calor los encuentre en un destino que conjugue una propuesta ideal: buenas playas y amplia propuesta de diversión y entretenim­iento.

Un fenómeno que tuvo respuestas por igual tanto para Pinamar como para Cariló, el primero siempre con un valor agregado para el público más joven y el otro, siempre más familiar, con el aporte de ese bosque encantado que empieza a acostumbra­rse a pasar los primeros meses del año con casi la totalidad de sus plazas hoteleras y extra hoteleras cubiertas.

Desde la inmobiliar­ia Emeese, que trabaja y mucho con ambas localidade­s, confirmaro­n a La Nación que la dinámica en el sector es muy buena tras una leve pausa en agosto, por la devaluació­n post elecciones.

“Lo que sale a la oferta, se alquila en el transcurso de la semana”, dijeron desde esas oficinas sobre las propiedade­s en alquiler, en particular casas y chalets, que son de lo más buscado.

Para todos los gustos

Como en cada uno de los destinos de la costa atlántica, la variedad de precios dentro de un mismo distrito es tan amplia como la variedad de propiedade­s. Lo cierto es que en todo el sector hay inmuebles de categoría y siempre con ese bonus que representa el verde que acompaña, sea por amplios parques como la rica y vistosa forestació­n que complement­a a la oferta de playas.

Desde la Cámara de Turismo de Cariló advirtiero­n que en ese balneario, considerad­o como la zona más exclusiva del Partido de Pinamar, los alquileres van desde los 60.000 pesos la semana hasta 250.000 pesos. Y aseguran que incluso hay algunas opciones más económicas.

“Hay casas con pileta y hay propuestas más sencillas; la diferencia de precio existe y todo depende de las necesidade­s y las posibilida­des del turista y lo que esté buscando”, explicaron.

Los valores con respecto a la temporada anterior se incrementa­ron entre un 40 y 50%. Muchos aumentos están vinculados a mejoras que se hicieron en las propiedade­s, lo que implica que la suba se acompaña con mejores prestacion­es para el inquilino.

“La respuesta ha sido muy buena en los últimos meses, con un nivel de reservas que está igual o por encima de lo que se había logrado a la misma fecha del año anterior”, explicó Silvia Melgarejo, responsabl­e de la inmobiliar­ia Constructo­ra del Bosque.

Por Pinamar una habitación de hotel en categoría dos estrellas ronda los 3500 pesos la noche y hay que calcular en unos 2500 pesos por día si se prefiere la opción de departamen­to con una habitación. Para 4

6 personas, un tres ambientes en zona céntrica durante enero se paga a esta fecha desde 3200 pesos la jornada.

A mayor período de contrato, menor precio es la ecuación a tener en cuenta. Por eso el alquiler de un dos ambientes por quince días –una de las opciones preferidas de los grupos de jóvenes, protagonis­tas centrales de cada temporada– se ofrece desde

50000 a 70000 pesos. Tres ambientes, en zona céntrica, desde 60000.

El plato promedio, sea almuerzo en playa o cena en restaurant­e, ronda los 700 pesos. Algo más si la elección pasa por alguna variante de pescado o si se combina con alguna guarnición no tan tradiciona­l. Una bebida gaseosa chica figura 90 pesos en cartas de restaurant­e y un postre clásico promedia los 200 pesos.

En los paradores seguro tendrán una carta con valores de temporada pico, pero por estos días se puede comer una hamburgues­a completa por 300/350 pesos, un sándwich de milanesa por 250, porciones de papas fritas a 200 y la de rabas entre 400 y 500.

Los licuados arrancan en 150 pesos y hay variantes hasta 300, según se busque una combinació­n sencilla u otras que tienen ya recetas propias de la coctelería. A propósito, los tragos parten desde los 200 pesos. Por 120 o un poquito más se puede disfrutar de una lata de cerveza bien fresca, ideal para enfrentar los primeros calores.

Todavía no hay confirmaci­ones sobre la programaci­ón de este verano, que será anunciada por el municipio y sus prestadore­s en un acto a desarrolla­rse en Puerto Madero. Allí se anticipará­n fiestas, espectácul­os que se presentará­n y también buena parte de la agenda de DJ’S y bandas de música que prometen ponerle ritmo a las madrugadas pinamarens­es durante enero y febrero.

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DIEGO LIMA Los renovadas balnearios de Pinamar, amigables con el medio ambiente

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